Terminar con el pololo o, peor aún, que te pateen puede ser todo un drama. Una mezcla de pena, decepción y llanto que te deja tirada en la cama por días, sin ganas de comer, de salir, de hablar... sintiendo que el mundo se vino abajo, y que ya no podrás confiar en el amor.
Pero no te angusties, es normal sentirse así. Y es que en la juventud los quiebres amorosos se viven profundamente, y suelen dejar marcas. "Es una de las etapas más receptivas frente al tema de pareja, ya que es cuando las jóvenes se abren a nuevas experiencias. Están tanteando el terreno y poniendo en juego su ego, que requiere confirmación en su rol de pareja", explica el doctor Ricardo García, siquiatra infantil y juvenil de Clínica Las Condes.
Según el especialista, hay distintas categorías de penas de amor, unas más dolorosas que otras. Penas que tienen que ver con el engaño, con terminar mal una relación y en medio de tortuosas peleas, o con un simple quiebre.
"Cada quien reaccionará al rompimiento según la madurez, visión y experiencia que tenga en relaciones amorosas, y el desarrollo del yo frente a sí mismo y a la vida. Pero si hay algo claro es que, en general, la ruptura se vive intensamente, pues se quiebran las ilusiones con las primeras parejas que identifican como amor".
Qué tan mal llegues a sentirte tiene mucho que ver con el motivo de la ruptura. Es distinto que te pateen, a que la relación se acabe porque tu pololo se fue a vivir lejos o ya no se gustan. La forma de término movilizará distintas emociones, desde una profunda tristeza a una rabia intensa, celos, agresión, negación, culpa... "Si no se logra comprender y relacionar las emociones con la situación de pérdida, habrá secuelas que pueden interferir en un futuro pololeo", explica el siquiatra.
La pena muchas veces también acarrea sentimientos de incomprensión. Los jóvenes sienten que sus problemas amorosos son subestimados por sus padres y otros adultos, como si el llanto y la melancolía fueran pura exageración.
El médico sostiene que los jóvenes que son más aislados y de pocos amigos viven este 'duelo' muy solos, y suelen sentirse incomprendidos. Al revés, los que son más sociables comparten lo que les pasa y pueden darse cuenta de que los demás también han sufrido por amor, que es propio de las experiencias de la vida, y aprecian el consuelo de sus amigos.
"De ahí la importancia de tener buena comunicación con los padres, para que los adolescentes se sientan escuchados, y así facilitar que él mismo se escuche, tome decisiones o integre mejor sus experiencias de amor".
Manual S.O.S.
Para enfrentar un desengaño amoroso, advierte el especialista, lo más importante es la confianza y seguridad en sí mismo, la capacidad de relacionarse con otros y pedir ayuda, de razonar en los momentos de gran carga emocional, postergar decisiones cuando están emocionalmente interferidas, y aceptar que otros nos ayuden a reparar nuestras heridas.
Es fundamental vivir la pena para llegar a aceptar la nueva realidad y retomar la vida.
Si te sientes sobrepasada por la pena, es necesario que busques en tus recursos otras áreas de desarrollo. Busca tus fortalezas y analiza mejor la situación. Si no es posible porque el abatimiento es total, es bueno pedir ayuda a los más cercanos.
Los padres también debieran estar atentos, sobre todo si la pena se queda pegada o empieza a interferir el normal funcionamiento del joven. El desgano, alteraciones del apetito o sueño y problemas conductuales son una alerta y requerirán de la ayuda de un profesional.
El ideal es buscar apoyo en los pares, amigos, hermanos..., con quienes se sientan escuchadas y no criticadas. A veces puede ser incómodo hablar del tema con los padres.