Hace muchos años ya, desde 1977, que el público que gusta del teatro está acostumbrado a ver por lo menos dos montajes al año en el Teatro La Feria, algunas con Vadell actuando, otras dirigiendo, pero siempre involucrado, con su compañera y socia, Susana Bomchill. Desde 1981 tienen su propia sala en Crucero Exéter 0250.
Al principio, el otro socio era José Manuel Salcedo (ambos venían del ICTUS), pero, por motivos personales, tuvo que retirarse. El grupo se llamó La Feria, porque la idea era “tener primores, novedades; así como las primeras frutillas o los primeros duraznos”, cuenta.
-Comenzaron en pleno gobierno militar, ¿Cómo sobrevivieron a los toques de queda y la escasa vida nocturna de esa época?
“Con vermouth, pero después se amplió un poco el horario, sobre todo los fines de semana y eso nos permitió trabajar aquí en las noches”.
-¿Te controlaban las obras que ibas a montar?
“No, noo, para que vamos a decir una cosa por otra. Bueno, también tratábamos de no hacer olitas. Las olitas más grandes las hicimos con ‘Las hojas de parra’ y ahí nos quemaron. Estábamos en una carpa en Providencia; primero nos clausuraron por sanidad y después nos la quemaron; fue dramático y, la verdad, con esa advertencia, nosotros dijimos no vamos a insistir en esto”.
-¿Por qué crees que pasó?
“Más que porque el contenido de la obra fuera ideológico, fue porque era muy disolvente. Además, la carpa era muy grande, se reunían 800 personas y eso era mucha gente; más que una obra de teatro se convertía en el evento social, era ya casi una manifestación y eso no les pareció bien, creo”.
-¿Cómo escoges las obras que montan en el teatro?
“El gusto de la gente es una cosa completamente impredecible, insólita. Elijo las obras por pura tinca no más”.
-¿En general te ha ido bien o han habido fracasos?
“Han habido fracasos, serios. Eso es lo fregado de este negocio que vende todos los días cosas distintas, no es como una zapatería; entonces, hay que estar tanteando. Es bien fregado, porque tiene que ser algo que, primero, te interese a ti; segundo, tiene que tener ciertas características desde el punto de vista técnico que te permita financieramente hacerlo, y, después, que tenga algún interés para el público. Esas tres cosas se tienen que conjugar para que sea un éxito y cuesta, cuesta mucho... lo más probable es que ande más o menos”.
-Es que al teatro le ha costado reposicionarse en el país ¿o no?
“Muucho, sí, porque, además –y esto no es pelambre- los medios son bastante reacios a poner noticias o información de teatro. Ahora las páginas de espectáculos las ocupan los futbolistas y los tenistas y la cosa no se compensa, porque no nos ponen a los actores en la sección de deportes (carcajada)”.
-¿También has tenido que girar a la comedia como género para captar público?
“Voy mezclando, comedia y teatro más reflexivo. Lo último fue una comedia y quedó muy bien, era graciosísima y la gente se reía a gritos. Eso es muy estimulante, porque recibes esa respuesta inmediata y eso es muy rico; bueno, ésa es la gracia del teatro. Además que tú lo manejas, no tienes intermediarios como en la televisión”.
-¿A qué atribuyes el éxito de tu trayectoria?
“A la suerte”.
-¿Nada más? ¿Talento?
“Bueno, sí, también; talento, trabajo... he trabajado harto, pero suerte... en todo la suerte es muy importante, pero en esto, estar en el lugar, conocer a la persona, que le guste, que le caiga bien al director...¡uff!”.
-También el público, que te sigue y admira.
“Sí, sí. En general me llevo bien con la gente; bueno, los actores tienen que llevarse bien con la gente”.
-Pero hay actores que caen mal.
“Eso es una pose, para parecer más lejanos y misteriosos”.
-¿Es cierto que no terminaste la carrera de teatro en la Universidad de Chile, donde estudiaste?
“No, no terminé”.
-¿Por qué? ¿Crees que para ser actor no es necesario estudiar?
“No, creo que es necesario estudiar; lo que sí pasa es que esa escuela era muy mala en ese momento, no sé ahora lo que pensaría. A esa edad, que uno es muy soberbio, muy intransigente y muy impertinente, me pareció que estaba perdiendo el tiempo ahí y me fui”.
-¿Y partiste altiro trabajando?
“Sí, primero anduve por fuera, viajando, me di unas vueltas por ahí y después empecé a trabajar”.
-¿Con cuál de tus múltiples facetas te quedas? ¿Actor de televisión, de teatro, de cine, director?
“Me gusta cambiar; me gusta la televisión, el teatro y el cine. Lo que más me gustaría a mí sería hacer radio, pero no soy bueno, parece que no tengo buen ritmo. Le he hecho harto empeño, pero no ha resultado, ¡qué le voy a hacer!”.
-¿Por qué no estás en la teleserie del segundo semestre de TVN?
“Porque no me llamaron, no tenía cupo. Es una comedia muy juvenil y hay tres o cuatro papeles de gente adulta y yo no tenía cabida, así que no me llamaron”.