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“Con mis hijos somos imbatibles”

25 de Enero de 2007 | 10:18 |
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Es una mujer simpática a todas luces. Cálida, no se cuida mucho en lo que dice y puede terminar –al cabo de una hora de conversación- de gran amiga. Quizás esa simpleza la ha llevado a derribar algunas suspicacias.

Alta, de pelo rubio y ojos claros, es buenamoza, pero ella misma reconoce que no se saca partido, que puede andar días con la raíz del pelo a la vista sin pasar por la peluquería y que no se da tiempo para ir a comprar ropa.

Lo despelotada que parece tiene que ver con su hiperkinesis, no se queda ningún momento tranquila, mueve las manos, gesticula y salta de un tema a otro sin detenerse. Y también explica porque da una entrevista y va a la oficina a pesar de que el médico le ha diagnosticado hace dos días neumonitis y la ha mandado a la cama.

Catalina Depassier, a los 40 años, confiesa que su gran tesoro son sus hijos Guillermo, de 20 años y que estudia psicología; Nicolás, de 19; Clara, de 14, y Benjamín, de 9, los últimos en el colegio todavía.

Se casó estando en la universidad y tuvo a su primer hijo a los 20 años –“vomitaba en las micros camino a la facultad, me quería morir”, dice entre risas- y luego el segundo, cuestión que dificultó todo. Agrega que “hubiese sido más fácil si mi matrimonio hubiera andado mejor”.

Separada de Guillermo Pickering, padre de sus primeros dos hijos, salió a la dura realidad del mundo laboral. Luego vendrían varias parejas importantes y dos hijos más.

-¿Jefe de hogar de improviso?
“Sí, esto me saca brutalmente al mundo laboral, brutalmente a asumir una responsabilidad. Aunque el papá de mis hijos siempre me ha ayudado, pasé períodos de mucha angustia, porque lo pasé mal económicamente mucho tiempo. Tengo una suerte fijación con que coman y tenía ansiedad de lo que podía venir, de que no pudiera sostenerlos, darle una buena calidad de vida”.

-¿Además, se sumaron las culpas?
“De tener que trabajar y no estar con ellos, de haberme separado. Soy culposa por naturaleza y viví con mucha culpa hasta que me hice una gran terapia (se ríe)”.

En un segundo matrimonio, del cual también está separada, nacieron sus dos hijos más chicos.

-¿Fue mejor esa maternidad de segunda saca?
“Sí, estaba más instalada en el mundo, la disfruté mucho más, me sentía jefa de hogar con resultado.
“Estos dos sujetos que están aquí (se refiere a sus hijos mayores) han sido claves para estos dos de acá. El mayor lleva al dentista a la Clara, los ayuda a estudiar. En esta pasada, han sido fundamentales, los mando al supermercado, cuando me toca viajar se quedan a cargo de la casa. Si hay de lo que, de verdad, me siento orgullosa es de mis cabros; con ellos tengo una relación… somos imbatibles. Siempre lo digo, da lo mismo lo que nos pase, somos imbatibles”.

Hoy, trabajólica, sabe que tiene menos tiempo que antes para ellos, pero aún así no deja de hacerse cargo de los asuntos fundamentales de su rol de madre. No se pierde ninguna reunión de colegio ni representaciones y, es más, es la que ayudado a su segundo hijo a enfrentar y superar su hiperactividad y déficit atencional heredado.

“Ésa es una conjunción fatal, los dos tenemos esa tara, pero yo le digo que somos sobrevivientes porque sobrevivimos a un sistema escolar que no está adaptado para nosotros. Al sacar cuarto medio decimos chuta, hay un sistema que pudimos vencer. Tú no sabes lo que es estar sentado en una sala de clases y que las piernas te empiecen a doler porque están contraídas, necesitas pararte; en mi época era Depassier, para afuera, a él lo dejan salir a dar una vuelta de 5 minutos”.

-¿Qué has hecho para ayudarlo?
“Bueno, llega un momento que el bolsillo no te alcanza porque llega un momento en que es el neurólogo, el psicopedagogo más el remedio; es imposible, no tienes cómo. Yo he sido profesora del Nicolás, le he hecho clases y lo hacemos parados, caminando, porque él no puede permanecer sentado. Yo lo he logrado controlar, pero me cuesta mucho (y se mueve por enésima vez en su silla), lo he ido trabajando”.

-¿Qué tiempos te dejas para ti?
“Hace mucho rato que no hago lo que quiero, hace mucho rato que hago lo que debo (entre risas) y estoy en un cuestionamiento profundo. Tiempos para mí… pocazos, porque el que tengo es sólo para ellos”.

-¿Nada?
“Me gustaría ver a mis amigas. Tengo una amiga, íntima, con hijos de la misma edad que los míos y me da una envidia; se va a hacer masajes, al solarium y yo no he logrado controlar la adicción que me ha provocado esta cuestión (la pega). No sé si es adicción o querer estar encima de todo, todavía no logro regular eso y se me transforma en un tormento.
“No sé como lo hacen las otras subsecretarias, se ven estupendas, de repente las miro y digo por qué ando tan despelotada. No me doy el tiempo y tampoco me atrevo a preguntarles para saber cómo lo harán”.

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