Hoy, la guerra contra el envejecimiento no sólo se da con cremas o cirugías. A estos medios se suman las cápsulas antiedad, que buscan retardar el paso del tiempo. Son las "pastillas de belleza", que, según explica la dermatóloga María Cecilia Orlandi, basan su poder en los efectos antioxidantes.
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Las fórmulas consisten en combinaciones de vitaminas y minerales que actúan como antioxidantes, ayudando a eliminar toxinas y a mantener la estabilidad de las células porque neutralizan los radicales libres".
Si bien existe una oferta cada vez mayor en el mercado, las cápsulas de belleza no intentan tirar por la borda la rutina de las cremas. Por el contrario, pueden ser uno de sus mejores aliados en la lucha contra el envejecimiento. Esto no quiere decir que las pastillas posean un efecto mágico ni instantáneo. De hecho,
los especialistas aseguran que los cambios se evidencian no antes de tres meses de tratamiento continuado. Algunos de los logros que se consiguen son: mayor elasticidad de los tejidos, ya que se refuerzan el colágeno y la elastina; se atenúan las manchas provocadas por el sol; mejoran la hidratación, producto de la conjunción entre las vitaminas y minerales, que favorece la capacidad de la piel para retener la humedad orgánica, y se produce un efecto lifting de las arrugas y la flaccidez.
Sustancias naturales |
Entre las pastillas que aseguran una mejoría a nivel cutáneo también se pueden encontrar varios ingredientes naturales, como el cartílago de tiburón, que estimula la regeneración celular y ayuda a reducir arrugas y a mejorar la elasticidad. Otras poseen lecitina de soya para favorecer la mantención de las condiciones óptimas de todas las estructuras celulares, asegurando la tersura de la piel. Como se incorpora en los lípidos de la dermis, disminuye la deshidratación. El germen de trigo se utiliza porque contiene altas dosis de vitamina E, típica de los tratamientos antiedad. Además, resulta indispensable para devolver vigor al pelo resquebrajado o muy sensibilizado, evitar su caída y acelerar su crecimiento. Otro de los compuestos naturales es la levadura de cerveza, que contiene ácido fólico, fósforo, azufre, hierro y calcio y es un poderoso antioxidante. |
La base de la cosmética oral son las vitaminas y minerales, a veces combinados con extractos naturales, que ejercen sobre la piel una acción revitalizante y reparadora. De las vitaminas, la E es la antioxidante por excelencia. Neutraliza los radicales libres y protege contra los rayos UV, causantes del fotoenvejecimiento. Otra de las más comunes es la vitamina C, que aumenta la producción de colágeno, atenúa la inflamación de las células provocada por la exposición al sol y combate los radicales libres. Posee propiedades suavizantes y contribuye a acelerar el proceso de renovación celular. El betacaroteno o vitamina A pura interviene en el buen mantenimiento de la piel, las uñas y el cabello. Mejora la elasticidad, previene las estrías y las arrugas. Normaliza la piel seca y reduce el fotodaño.
En cuanto a los minerales, resultan vitales para potenciar la eficacia de las vitaminas, la renovación celular y la estimulación cutánea. El selenio actúa como antioxidante, oponiendo resistencia a la oxidación celular y a los radicales libres. Además, es un eficaz reparador cutáneo, sobre todo frente a los daños causados por el sol. El zinc, gracias a sus propiedades antiinflamatorias, suele estar presente en los tratamientos destinados a combatir el acné. La piel reseca, el cabello frágil y las uñas quebradizas reflejan una baja cantidad de zinc. Y el hierro resulta vital para la salud de las uñas y el pelo, que se vuelven más frágiles y débiles ante su carencia. También hay pastillas con coenzima Q10, las mismas que el cuerpo produce naturalmente, y que neutraliza los radicales libres, retardando la aparición de arrugas.
A veces se incorporan extractos naturales como la pepita de uva, ya que los polifenoles que contiene frenan el envejecimiento.
No sorprende que otras cápsulas tengan ácidos grasos, que aportan suavidad y elasticidad a la piel y combatan la falta de agua. O ceramidas, que actúan como un cemento celular y protegen las fibras de colágeno.
La doctora Orlandi explica que la forma más sencilla de suministrar estas vitaminas y minerales al organismo es a través de la dieta. "En condiciones normales, si se sigue una alimentación balanceada no se necesitan suplementos. Sin embargo, por un lado, el paso del tiempo hace que estos compuestos vayan disminuyendo, y por otro, el estrés, la contaminación y el tabaco obligan a brindar al organismo una cuota extra de lo que necesita".
Un factor importante en el consumo de pastillas es la cantidad y frecuencia con que se toman. Esto, porque a pesar de que la mayoría de los envases recomienda una diaria, puede haber quien crea que al consumir más mejoran los resultados. La dermatóloga advierte que el organismo está hecho para absorber cierta cantidad de estas sustancias, y que pueden existir efectos negativos en la sobredosis de algunas vitaminas.
"Las hay liposolubles, como la A, e hidrosolubles, como la C. En el primer caso, si se consume mucha vitamina A puede provocar hipertensión endocraniana, dolor de cabeza y mareos porque se hincha el cerebro. Además, contrario a lo que podría esperarse, no asegura una mejora mayor en el aspecto de la piel, sino que logra un efecto contrario. En el caso de la vitamina C, el organismo absorbe sólo lo que requiere y elimina el excedente por la orina, por lo que no hay riesgo de sobredosis. Se recomienda consumir entre 200 y 500 miligramos de vitamina C al día, no más".
El envejecimiento fisiológico comienza a los veinte años, pero no se hace visible en la piel hasta los cuarenta, por lo que es ahí donde los especialistas aconsejan comenzar la ingesta de suplementos vitamínicos. "A esta edad, la piel comienza a mostrar las primeras arrugas y a perder la hidratación natural. Las personas que siguen una dieta desequilibrada, fuman en exceso, están en un ambiente demasiado contaminado o toman mucho sol, pueden comenzar antes, para mantener el funcionamiento normal del organismo".
También se indican dosis adicionales de vitaminas a personas que atraviesan por etapas de estrés, durante los períodos premenstruales y en el embarazo.
Vitaminas en la cosmética
Como la lucha contra el envejecimiento también debe darse desde fuera, la cosmética ha incorporado vitaminas, minerales y extractos naturales a sus fórmulas para conseguir un mejor efecto antiedad. Las vitaminas C, E y A son los principales ingredientes de las cremas que combaten las arrugas y la falta de elasticidad. Muchas veces se combinan, ya que al actuar juntas potencian su acción antioxidante.
Pese a su efectividad, el uso de estos elementos en las cremas está controlado porque no son medicamentos. Sólo pueden incluir concentraciones de no más del cinco por ciento. Existen, además, limitaciones de funcionamiento, ya que el uso tópico de mayores cantidades puede irritar la piel o producir impurezas.
Es importante advertir que la diferencia entre usar una crema con vitamina C y tomarla en una pastilla no está en el nivel de profundidad de la acción. "Actualmente se puede formular un producto de manera tal que una lo aplique en la superficie de la piel y sus activos lleguen a circular en el torrente sanguíneo. Si se desea se pueden alcanzar resultados sólo en la superficie o llegar a una capa más profunda de la piel, porque los principios activos se absorben", asegura la doctora Orlandi.
La especialista agrega: "
La diferencia entre cremas y pastillas está dada por el área que cubren. Las cápsulas actúan en todo el organismo y las cremas en un área más localizada. En el primer caso, los activos se reparten por el cuerpo y no sólo en el rostro, que es donde se busca una mejora. En cambio, con el uso de vitamina C o retinol en forma tópica, se logra focalizar su acción".