Estudió toda su escolaridad en Perú y luego partió a Estados Unidos donde obtuvo los títulos de economista y socióloga en el Dartmouth College. Después hizo un MBA en la Universidad de Tulane y un magíster en administración en la Universidad de Chile.
Ella se ríe del hecho de que su primer jefe, por unos pocos meses, es hoy el ministro de Hacienda, Andrés Velasco. Sí, porque saliendo la universidad se incorporó al equipo de economistas que asesoraba al entonces ministro Alejandro Foxley y donde Velasco era el jefe de gabinete.
Después se mudó a la Cancillería, donde se sumó al grupo de especialistas que llevaba el tema APEC y más tarde, trabajó en el ministerio de Economía encabezado por Álvaro García.
Recién en 1996 dio el paso al mundo privado y, haciéndose cargo del instinto empresarial que abunda en su familia, dio vida a Captiva, al cual un año más tarde se le unió el hoy alcalde Pablo Zalaquett. A fines de la década del ’90, su creación se fusionó con la multinacional Hill&Knolwton, que desde hace algunos años ya tiene el control total de la empresa, aunque Cristina Bitar sigue de directora ejecutiva.
Se declara una apasionada de su pega, “fascinada de la vida”, y aunque ya no es su dueña, asegura que le encanta que le vaya bien y cada día mejor.
“Me siento emprendedora innata –se define-, formé una empresa, participo en directorios de otras compañías y cada vez que me meto en un proyecto, me siento parte de las empresas de mis clientes. Estoy segura que emprenderé otras cosas en el futuro, ésta no va a ser ni la primera ni la última empresa que haga en mi vida”.
-¿Qué te aportó, en términos profesionales, haber pasado por la política?
“Crecí cualquier cantidad, pude mirar un mundo que no conocía por dentro, me volví más fuerte y hoy se me hace más fácil enfrentar las crisis de mis clientes; me estreso menos y tengo más capacidad para poder enfrentar las adversidades y poder asesorarlos mejor.
“Hoy puedo leer no sólo la parte empresarial y comunicacional de mis clientes, sino también el entorno político en el cual se mueven, que es muy potente y cada día afecta más los negocios; hoy no hay ninguna empresa que pueda operar desde el contexto de su mercado, todo los anexos como comunidades, políticos, las regulaciones, hace y afecta muchísimo el negocio”.
-¿Y tuvo costos en términos profesionales el paso que diste?
“La gente valora el que haya tomado un desafío como ése, valora la garra y la fuerza que uno le pone. No siento un costo; probablemente me etiquetan mucho más en términos políticos de lo que hacían antes, pero igual me adjudicaban al PPD por el sólo hecho de ser Bitar cuando soy independiente. En este país es muy fácil etiquetar a la gente y siento que hoy estoy mucho más fogueada para enfrentar los desafíos que tengo por delante”.
-¿Te sientes más cómoda en el mundo privado?
“Sí, bueno, es el mundo donde me he desenvuelto toda la vida”.
-¿Pero has dicho que tienes el bichito del servicio público?
“Yo partí en el servicio público y por mí me hubiera quedado porque me fascinaba ese mundo donde desde el punto de vista técnico se puede aportar a las políticas públicas; yo era una economista de esas que llaman ‘tecnócratas’, pero también por el hecho de que mi familia ha generado negocios, ha emprendido, también ése era un bicho que tenía dentro. Yo tengo que compatibilizar en mi vida ambas cosas, ahora si uno toma la decisión de dedicarse a la política, cien por ciento, va a tener que ser, claramente, en el momento en que deje de lado el mundo privado, que fue lo que hice.
“El día que vuelva a la política, que creo algún día lo haré -no sé en cuántos años más ni cómo-, pero el día que lo haga, tendré que dejarlo”.
-¿No puedes quedarte con un pie en lo privado y otro en lo público?
“Se puede y algunos lo hacen; uno puede hacer negocios y hacer otras cosas, pero para hacer política, mi impresión es que hay que optar de verdad y estar con todos. Algunos piensan que no y los respeto, pero mi opinión es que la política requiere mucho tiempo para hacerlo bien, profesionalmente. La política desgasta, no hay horarios, no hay fines de semana, no hay vida, entonces es muy difícil, adicionalmente a eso, tratar de ganar dinero. Ahora, eso no significa que uno no pueda tener un negocio que te manejen unos socios, pero, cuando uno se mete a la política tiene que entregar su tiempo por completo, tiene que ser tu prioridad, porque la política, más que una profesión es un servicio. Creo que hay políticos buenos y malos, pero entregan su vida y eso hay que reconocérselos; los criticamos mucho, pero ellos dejan muchas cosas de lado por tratar de hacer algo bueno por Chile... ojalá pudieran hacer algo mejor por Chile. Me encantaría que más profesionales estuvieran dispuestos a hacer esa entrega”.
-¿Aunque tu empresa da servicios, sentiste que en algún momento hubo conflicto de intereses?
“No, porque yo no tenía un cargo público de gobierno, yo estaba tratando de ganar una campaña. Si fuera ministra o subsecretaria y tuviera una empresa con clientes que regulo y superviso, probablemente ahí habría conflicto de intereses, pero ése no fue mi caso”.
-Pero si de los que están en política y en el mundo privado a la vez.
“Puede pasar, existen muchos y muchas veces se hace vista gorda de ello, pero los hay más de lo que se cree. El tema es más bien ético, valórico y personal y tiene que ver con hasta donde se está dispuesto a cruzar la barrera y lamentablemente, pienso que en Chile hay cada día más gente dispuesta a cruzarla lo que no es bueno para Chile. Los respeto y no quiero juzgar, pero esta es mi opinión”.
-Si se da, en el futuro, la posibilidad de volver al servicio público, ¿puede ser una opción parlamentaria?
“Me molestan mucho con eso, pero yo por ahora necesito tiempo para mi familia, tengo niños muy chicos. Mi opción política yo no la niego, me gustaría volver aportar desde algún lugar importante a Chile, con todas mis capacidades, con mis virtudes y defectos, pero hoy mi prioridad son mis hijos. Yo los dejé de lado el año pasado y por eso, hoy ellos son mi preocupación además de mi pega, porque voy a trabajar siempre”.