Pasar una tarde de mall, entrar a una tienda a comprar unos lindos zapatos y ese vestido que se ve tan bonito en la vitrina, aun cuando no se tenía planificado invertir en vestuario, no tiene nada de malo según los ojos de la sicología. Es más, aseguran algunos especialistas: en la compra las mujeres encuentran una forma de gratificación y estímulo, un espacio para ellas mismas en medio de un sistema que constantemente las está presionando en distintos ámbitos.
Sin embargo, entre esta compra "positiva" y una que termine yéndose de las manos hay unos pocos pasos de distancia. Detrás de una compra excesiva siempre hay una ansiedad taponada", describe la sicóloga y sicoanalista Daniela Carrasco Dell'Aquila, coordinadora de la Escuela de Sicología de la Universidad Diego Portales. "La ansiedad es síntoma de que algo funciona mal. Tienes una sensación implacentera que no sólo se manifiesta sicológicamente a través de la angustia, sino también en el cuerpo. Por eso tienes que hacer algo que la anule. Algunas comen, otras usan drogas, y hay unas cuantas que canalizan su ansiedad a través de la compra descontrolada".
Un diagnóstico similar realiza la sicóloga Teresita Serrano, decana de la Facultad de Sicología de la Universidad del Desarrollo. Y explica por qué las mujeres se inclinan por la compra: "La mujer de por sí es más sensible al tema del consumo. Es más sensible al vitrineo, es más impulsiva en su decisión de compra. Eso explica por qué hay tantas mujeres dando vueltas en los malls y por qué nunca falta la amiga dispuesta a acompañar a la otra a comprar. No así los hombres, que manifiestan otro tipo de conductas". De ahí que sean ellas las que se asocien más a la idea de la compradora llena de paquetes a la que apenas les alcanzan las manos para bajarlos del auto.
En el último tiempo, esta idea se ha reforzado con distintos índices financieros que muestran que las mujeres no sólo han ido incorporándose crecientemente al mercado laboral, sino también están alcanzando a los hombres en sus patrones de consumo. Si en 2001 las mujeres debían 2,1 veces su sueldo y los hombres 2,4, ahora ambos deben lo mismo: 4,8 veces lo que ganan. Y, según un informe de la Superintendencia de Bancos, la participación de las mujeres en el sistema financiero es superior a su participación en la fuerza de trabajo.
¿Impulsiva o compulsiva?
Dentro del grupo de mujeres que hacen de la compra un instrumento para canalizar sus ansiedades, la sicóloga Teresita Serrano hace una distinción entre quienes consumen impulsivamente y quienes lo hacen de manera compulsiva. A las compradoras impulsivas las tipifica: "Son mujeres que planifican su compra y tienen claro lo que necesitan, pero al momento de comprar terminan haciendo algo totalmente distinto. Entran al supermercado a comprar tres cosas y salen con diez, porque se tentaron con una oferta o porque en el momento sintieron que necesitaba ese artículo. Pero en ellas la conducta está generada más por el estímulo externo, no hay un objetivo concreto. Quizás hay muchas que puedan sentirse identificadas con esta descripción".
Las compulsivas "son aquellas que tienen en la compra una actividad que termina afectando su calidad de vida y la de su familia, que se sobreendeudan, y cuya compra tiene que ver con problemas de base que le impiden medir el impacto de su conducta. Detrás de esta conducta, habitualmente, hay un trastorno más grave que requiere ser tratado, y su comportamiento hace pensar que, en otras circunstancias, perfectamente podrían haber sido mujeres con problemas de adicción a las drogas".
Aunque no maneja cifras chilenas, recoge estadísticas españolas, pero que podrían aplicarse aquí: un 33% de la población se cataloga como comprador descontrolado, la mayoría mujeres. "De ahí se puede distinguir cerca de la mitad con una adicción leve, un 45% moderada y cerca de un 3% con una adicción peligrosa o compulsiva".
¿De dónde viene la ansiedad que mueve a compradoras impulsivas y compulsivas? Las especialistas apuntan a la ansiedad como condición propia del mundo en el que se desenvuelven las mujeres. "Por un lado, el sistema propicia el estrés, y éste en el caso de la mujer se aumenta con la superposición de roles que ejerce. Nos cuesta desconectarnos de una cosa para atender la otra, y eso tiene un costo: estar desconectadas de nuestro ser, de la capacidad de preguntarnos ¿qué necesito en la vida? Eso nos lleva a actuar como si fuéramos bocas voraces que necesitamos ingerir cosas, cuando lo que requerimos es otro tipo de espacios, como el del cariño, del escuchar, de encontrarse", afirma Daniela Carrasco.
Para Teresita Serrano, la ansiedad se origina por la brecha entre lo que somos y lo que queremos ser y alcanzar. "Constantemente estamos viendo a lo que queremos llegar, más que valorar lo que tenemos en función de un proyecto. Eso genera una tremenda ansiedad. Si además le sumamos la multifuncionalidad de la mujer, termina enfrentando una gran cantidad de exigencia. Hay muchas que sienten que en cada ámbito de sus vidas tienen que cumplir impecablemente: ser la mejor mamá, profesional y pareja, y además cuidar de sí misma. Entonces se sienten casi incapacitadas para alcanzar sus metas".
Eso desemboca en ellas un sentimiento de soledad y vacío que pueden llenar a través de la compra. "Ven en el producto algo muy tangible, que pueden tener de inmediato. Lo quiero y lo tengo. Todo ocurre en un tiempo súper presente e inmediato", explica. Por eso muchas después acarrean sentimientos de culpa, porque sienten que el objeto que han adquirido no es capaz de llenar el vacío. "A través de una compra no te puedes proyectar. Te das cuenta de que lo que compraste no puede llenar un vacío que se debe a otro problema que no tiene nada que ver con las cosas materiales".
Cuándo pedir ayuda
Ser una compradora impulsiva no significa que el próximo paso sea caer en una adicción. Sin embargo, es bueno que quien es capaz de identificar en sí este problema sea capaz de preguntarse por qué incurre en esta conducta y cuáles son los problemas de fondo que podrían gatillar su ansiedad. Daniela Carrasco recomienda aprender a construir un espacio personal, propio y en silencio, donde cada mujer pueda conectarse con sí misma y revisar cómo está llevando su vida. "¿Estoy comprando cosas que no sé si las necesito? es una de las preguntas que deben hacerse. También observarse: si están con sobrepeso, con colon irritable, si se despiertan cansadas, si no tienen una vida sexual satisfactoria. Quizás por sí sola la compra impulsiva no les diga nada, pero si analizan cómo está el resto notarán que están teniendo un problema. Es difícil estar con uno misma, porque las mujeres, que siempre estamos en posición de dar, nos queda poco espacio para nuestra vida personal".
Para las impulsivas es más fácil el autocontrol. No así para las compradoras compulsivas, que necesitan ayuda de un especialista para detener su adicción. El problema es que este tipo de conducta no siempre reviste la misma preocupación que podría tener un desorden alimentario, o una adicción a las drogas. Todavía es socialmente aceptado que la mujer compre mucho y las compras sean un panorama en su vida. Pero si la conducta no se trata a tiempo, las consecuencias pueden ser más graves de lo que se cree. Sobre todo porque una compra compulsiva puede ser el síntoma visible de una enfermedad mental más complicada, como el caso de Milena y su bipolaridad. "Mi familia no se dio cuenta de la magnitud de mi problema hasta que me vieron ahogada en deudas", dice.
Una adicta a las compras no es tan sancionada como una adicta a la cocaína. Sin embargo, es muy importante que sepa pedir ayuda, "porque de no ser tratada puede caer en otras problemáticas que tienen que ver con la falta de control del impulso", sentencia Teresita Serrano.