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Prematuros mejoran con terapia individual

Ceguera, sordera y displasia broncopulmonar son riesgos que se pueden prevenir con tratamiento menos invasivo. Especialistas chilenos quieren implementarlo para atender a niños que nacen antes de las 32 semanas de gestación.

07 de Diciembre de 2006 | 13:52 |
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Cuando un niño nace antes de las 32 semanas de gestación y con menos de un kilo de peso, lo ideal sería que pudiera permanecer en una incubadora con agua tibia, alimentado por vía endovenosa, en una total oscuridad y sin ruidos. O sea, un ambiente similar al del vientre materno que dejó abruptamente.

Pero eso no es posible. Y los 2.600 prematuros extremos que nacen anualmente en Chile, si bien tienen grandes posibilidades de vivir (el país tiene los mejores indicadores al respecto en Latinoamérica), también arriesgan enfrentar secuelas que los acompañarán durante toda la vida: ceguera, sordera y problemas pulmonares, en un comienzo, y trastornos de aprendizaje y sicosociales, en el futuro.

El trabajo y la investigación de los neonatólogos apuntan hacia la prevención de esas secuelas. Y como Chile ya tiene un plan de seguimiento de prematuros pionero en la región, los especialistas creen que llegó la hora de dar otro paso adelante.

Desarrollo neurológico

Eso es lo que ofrece el sistema NIDCAP (por sus siglas en inglés), un programa de cuidados individualizados y evaluación del desarrollo del recién nacido prematuro creado por la sicóloga y doctora Heidelise Als, directora del laboratorio de estudios de neuroconducta infantil del Hospital de Niños de Boston y académica de psicología y psiquiatría en la U. de Harvard.

Ella estuvo en Chile invitada por Clínica Las Condes y el Centro de Rehabilitación Neurológica Infantil Amancay para dictar un curso, en el mes de julio, acerca de su sistema, que es aplicado en EE.UU., Holanda, Suecia, Francia y Argentina.
El método de la doctora Als busca proteger y estimular el desarrollo neurológico del prematuro, que por estar muy inmaduro hace más vulnerable a su cerebro. Situaciones tan simples como un ruido fuerte o un movimiento inesperado provocan la ruptura de vasos sanguíneos cerebrales, lo que a la larga puede ir dañando al cerebro o deteriorar su función.

Reducir ese riesgo pasa por cambiar la forma como se trabaja en las unidades de neonatología.

Primero, hay que reducir los factores ambientales estresantes, como el exceso de luz y ruido; involucrar a los padres en el cuidado del bebé y, en vez de realizar los procedimientos de acuerdo con pautas de evolución estandarizadas, estructurarlos de manera individualizada, guiándose por las reacciones y señales que entrega el propio bebé.

Lo que se busca es crear condiciones lo más semejantes a las que tenía el niño en el útero, incluso al realizar las intervenciones médicas. "Por ejemplo, cuando se le inmovilizan los bracitos para hacer un procedimiento, ellos luchan, reclaman y finalmente hay que medicarlos para calmarlos. Sin embargo, si se les permite estar en una posición como la uterina, ponerse el dedo en la boca o tocarse la cara, el procedimiento se facilita y no se necesita tanta ventilación, porque el bebé va a estar más tranquilo", propone Als.

La especialista agrega que "nuestros estudios indican que los niños que han sido atendidos bajo este programa tienen significativamente menos discapacidades que el grupo de control. Al examinarlos al momento en que debieran haber nacido, su desarrollo mental era equivalente al de los niños que nacieron de término (38 a 42 semanas de gestación)".

Además, tienen menos apneas, ganan peso más rápido y se van antes de alta.
"La diferencia es enorme respecto del aborde tradicional, porque aquí los papás son los actores principales. Ellos pueden acariciar al bebé, hablarle y tomarlo o ponerlo en contacto directo con su piel apenas sale del ventilador", agrega la doctora Pía Zamorano, neonatóloga del Hospital Félix Bulnes, donde la doctora Als realizó un taller al personal de la unidad de neonatología, dirigida por el doctor Guillermo Vivanco.

Lo mismo pasa en la Clínica Las Condes, donde desde hace un año y medio están aplicando partes del sistema NIDCAP. El neonatólogo Hernán Villalón, director del curso de la doctora Als, explica que comenzaron por incluir a los padres en el tratamiento de los niños, "dejándoles claro que su labor es insustituible, ya que se centra en evitar que se pierda el vínculo con su hijo".

De hecho, en hospitales donde el modelo se aplica se promueve que haya siempre una persona que esté a cargo del niño y que ayude en procedimientos como mudarlo o alimentarlo.

Otro aspecto del NIDCAP que la clínica está aplicando es el seguimiento de los pacientes. "Los neonatólogos hacemos de médicos de cabecera y coordinamos el contacto entre la familia, los niños y los otros especialistas que intervienen en su tratamiento".


Lactancia materna

El método NIDCAP promueve amamantar o dar mamadera tempranamente al niño. "Esto contribuye a su crecimiento cerebral y hemos visto que al crecer su atención es mejor, lo que es clave para el aprendizaje", dice la doctora Als. Esto se complementa con un estudio de la U. de Brown publicado en la revista Pediatrics. Éste determinó que prematuros alimentados con leche materna tuvieron mejor desempeño en pruebas de desarrollo mental que los alimentados sólo con una fórmula. Los ingredientes de la leche materna, especialmente los ácidos grasos, ayudan al cerebro a desarrollarse como debe.



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