Dentro de las múltiples alteraciones que puede presentar un niño durante su desarrollo, es común encontrar dificultades en la aparición y desarrollo del lenguaje. Son variables en cada caso, observándose muchas veces las siguientes conductas: retraso en la aparición de las primeras palabras, dificultades en la comprensión, en el manejo de información, para usar apropiadamente el lenguaje en distintas situaciones, realizar frases y utilizar los distintos sonidos que forman parte de nuestro idioma.
Las razones son amplias y pueden ocurrir tanto en forma aislada, por Trastornos Específicos del Lenguaje (TEL), o como formando parte de cuadros mayores tales como Deficiencia Mental, Autismo, Parálisis Cerebral u otros, denominándose en estos casos Trastornos del Lenguaje Secundarios (TSL). Estos tienden a ser más severos y resistentes al tratamiento, y se acompañan de dificultades en otras áreas, como la social, sensoriomotora y cognitiva.
El tratamiento tradicional, tanto para los TEL como para los TSL, consiste en desarrollar las habilidades del lenguaje presentes en el niño y estimular su aparición en menores que aún no las presentan. Por desgracia, existe una gran cantidad de niños con Trastornos Secundarios del Lenguaje que no se benefician de estos sistemas, puesto que por sus características se encuentran imposibilitados de desarrollar el lenguaje verbal.
En los últimos años ha cobrado importancia centrar los esfuerzos terapéuticos en lograr que el menor se comunique en forma exitosa, más que en el desarrollo del lenguaje verbal. A esta postura se llama Comunicación Alternativa: pretende que el menor se comunique por cualquiera de los medios de los que dispone: gestos, imágenes, objetos e incluso en algunos casos, el lenguaje escrito.
Hoy existen numerosos dispositivos conectados a un computador, que junto a programas especialmente diseñados para ello, pueden ayudar en esta tarea. Además, en niños con un lenguaje verbal empobrecido, se pueden utilizar estos mismos métodos para hacer que su comunicación sea más eficiente. A esta postura se denomina Comunicación Aumentativa.
Estos sistemas deben ser implementados de manera progresiva y flexible, por un equipo multiprofesional, luego de una acuciosa evaluación. Su implementación implica, la mayoría de las veces, cambios significativos en la vida del menor imposibilitado de hablar, mejorando así su autoestima y calidad de vida de él y de sus familias.
Los niños, pese a no hablar, intentan comunicarse con los otros por medio de gritos, simples gestos, entrega de objetos, mostrar imágenes u otros medios. Los familiares que conviven a diario con el menor son plenamente conscientes de esta situación. Hay una enorme riqueza comunicativa en las conductas aparentemente simples de los pequeños.