Con el estómago hecho un nudo. Así se encuentran los 235 mil jóvenes que a partir del próximo 18 de diciembre deberán rendir la PSU, requisito para ingresar a las universidades chilenas y una verdadera pesadilla para quienes, presionados por obtener un buen resultado, ven en ella un desafío de vida o muerte.
Mal dormir, irritabilidad, miedo, y hasta reacciones alérgicas son algunos de los males que persiguen a los postulantes, síntomas de ansiedad que se pueden contener y controlar, aunque falten sólo 33 días para rendir el test.
Bien lo sabe el siquiatra infanto-juvenil de la Universidad de Chile Julio Volenski, quien asegura que "en el último trimestre del año se cuadruplica la necesidad de consultar a un especialista por cuadros angustiosos en adolescentes".
Cuenta que la mayoría de los pacientes llegan afectados por una disminución en su capacidad de concentración. "En prácticamente todos los casos los jóvenes piden total discreción frente a sus padres, ya que temen estarles fallando y no estar respondiendo a las expectativas que han depositado en ellos. En ocasiones he debido atender a muchachos en los que la angustia y el temor al fracaso los ha llevado a tener ideación suicida".
Casos de este tipo - asegura Volenski- "pueden agravarse y llevar a un serio deterioro de la calidad de vida, del rendimiento, de las relaciones sociales. También puede derivar en un episodio depresivo. Muchos jóvenes comienzan a buscar soluciones fáciles para enfrentar la falta de ánimo o lucidez, recurriendo al uso de medicamentos autorrecetados o recomendados por sus amigos. Esto puede ser muy riesgoso".
Al revés de Borghi
La directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás, María José Muñoz, también ha podido tomarle el pulso a este fenómeno. Cuenta que este año el plantel en el que trabaja ha ofrecido ¡108 veces! una charla orientada a aplacar las angustias de los nerviosos estudiantes.
"Ellos sienten que con la prueba se juegan su futuro. Obviamente que esto hace que se pongan muy nerviosos y si a eso se agrega un componente histórico, por ejemplo un joven que siempre ha fracasado en el colegio, su respuesta no va a ser buena y eso aumenta la angustia", precisa.
¿Qué hacer? Dice que una estrategia es revisar las metas que los jóvenes se han fijado y "ver si son alcanzables. Por ejemplo, un estudiante puede querer estudiar Medicina, pero si se ha sacado puros cuatro. Los muchachos tienen que ver si las metas que tienen son reales y deben discutirlo con los papás", sostiene.
Otro método efectivo, añade, es "ensayar el momento de la angustia. Acercarse al colegio donde se va a dar la prueba, empezar a preparar la situación fóbica, comprarse el lápiz que van a usar".
Es decir, al revés de Borghi, quien "no se sube a un avión y se va en auto a Buenos Aires. El debería acercarse poco a poco a la situación. Ir al aeropuerto, comprar pasajes, tener una maleta".
Samuel Vial, director de la carrera de Bachillerato de la Universidad de Los Andes, recomienda como consejo para enfrentar este último mes, "concentrarse en una sola cosa: rendir el examen". Vial conoce de cerca el tema, pues durante 14 años dirigió el Preuniversitario de la Pontifica Universidad Católica.
Además sugiere "restringir los textos de estudio de apoyo a lo mínimo. Escoger uno solo y confiar en él. No es razonable, dado la proximidad de las pruebas, refugiarse en varios".
Lo otro importante es "escoger facsímiles confiables y adecuados. Es muy importante ejercitar lo más que se pueda. De esta manera nos acostumbramos al tipo de pruebas y cuando lleguemos a ella no nos resultará extraña".
Los tres días previos a la PSU, afirma, "no debemos estudiar. Si lo hacemos aumentaremos nuestro nerviosismo al encontrarnos con las razonables dificultades de comprensión que nos presentan ciertos contenidos".
Estrategias para matemáticas y lenguaje
"La PSU de Matemáticas es la prueba que causa más estrés", asegura el profesor que imparte esa cátedra en el Preuniversitario Pedro de Valdivia, Alejandro Gajardo.
Conocimientos y aplicación de estrategias son los elementos que se deben combinar para un óptimo resultado, sostiene. Como primer consejo sugiere enfrentar "sin miedo" aquellas preguntas de gran longitud (hasta siete líneas), las que - asegura- suelen ser las "más fáciles".
Lo otro, dice, es que los alumnos conviertan cifras y números al resolver los ejercicios. Si dominan mejor las fracciones, trabajar con ellas antes que con decimales, por ejemplo.
"Dibujar y rayar todo lo que sea necesario el facsímil", es también recomendable, porque permite esquematizar.
"Siempre revisar las preguntas que parecen simples", porque en ellas suelen equivocarse y cuando no se entiende por segunda vez una interrogante saltársela y seguir con otra.
"Comprensión de Lectura es lo más temido", afirma el profesor de Lenguaje del Preuniversitario Pedro de Valdivia, Jaime Rivera, al referirse al examen con el que además se abre la PSU, ingrediente adicional de presión.
¿Cómo encararlo? Rivera dice que dependerá de cada estudiante. Si la persona llega relajada, puede partir por este ítem de la prueba, de lo contrario lo mejor será dejarlo para el final.
Según Rivera hay que tomarse una hora para las preguntas de conocimientos básicos, conectores y plan de redacción. La hora y media restante debe dejarse en su totalidad para comprensión lectora.
A 33 días del examen asevera que lo único que hay que hacer es "no dejar de leer. Por último, un libro de cuentos, una revista (...) ir en la búsqueda de las ideas principales, el tema, ideas centrales por párrafo. Al establecer esos criterios se está en posición de entender lo que se lee y hacer una síntesis".
235 mil jóvenes darán la PSU el próximo18 de diciembre.