¿Es aceptable tener una aventura ocasional o pasajera mientras se está casado?
Dos de cada diez hombres y casi una de cada diez mujeres chilenas creen que sí, según los resultados recogidos por la Encuesta Nacional Bicentenario UC-Adimark, un completo estudio que buscó marcar pauta sobre los principales cambios que ha sufrido la sociedad chilena en las últimas décadas.
Una estadística que, a primera vista, parece ser consecuente con una tendencia histórica: >b>la infidelidad ha sido siempre más rechazada por el mundo femenino que por el masculino, y la exigencia de lealtad dentro del matrimonio sigue estando en un umbral más bien alto para los chilenos. Sin embargo, la vuelta de tuerca viene a la hora de analizar en detalle las más de dos mil respuestas recopiladas por esta encuesta.
Las nuevas generaciones, tanto hombres como mujeres, condenan más la infidelidad que los adultos maduros. Así, mientras que el 29% de los hombres entre 45 y 54 años está de acuerdo con la idea de tener una relación paralela al matrimonio, los encuestados entre 18 y 24 años sólo lo están en un 15%. Y en el caso de las mujeres, el 11% de las consultadas entre 45 y 54 años declara estar de acuerdo, cifra que baja hasta un 5% en el resto de los tramos etarios.
El rechazo de la infidelidad conyugal no es una gran sorpresa - sentencia de base el sociólogo Eduardo Valenzuela, director del Instituto de Sociología de la Universidad Católica y uno de los gestores de la Encuesta Nacional Bicentenario- porque la infidelidad es algo que todavía no se acepta fácilmente en ninguna parte, que se tolera cuando ocurre, pero siempre a regañadientes. "Lo que sí sorprende es que la infidelidad sea una actitud menos aceptable en el mundo actual, porque la sociedad tiende a asociar equivocadamente la modernidad con la inestabilidad y desorden conyugal en todos los planos".
¿Qué significa que los más jóvenes estén menos dispuestos a tolerar la infidelidad que sus antecesores? Según los especialistas, estos resultados, nuevos para un grupo donde siempre estuvo alojada la mayor tolerancia hacia la infidelidad, reflejan un cambio cultural - y las relaciones de pareja- durante los primeros años de la adultez. "Muchas parejas jóvenes buscan establecer relaciones estables más igualitarias, donde la distribución de roles y tareas les permitan a los dos desarrollarse en distintos espacios, y donde el ámbito de la pareja se constituye, hoy más que antes, en un espacio fundamental de crecimiento e intimidad. Para las parejas jóvenes, tener una relación de exclusividad es uno de los pilares centrales para construir un compromiso estable", sostiene la sicóloga Carolina Correa, terapeuta de parejas del Instituto Neuropsiquiátrico de Chile (INC) y del Instituto Chileno de Terapia Familiar.
En el caso de las mujeres, explican los especialistas, en esta nueva actitud influyen hechos como la reciente aprobación de la ley de divorcio, la progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral y la forma en que las nuevas generaciones están viviendo su sexualidad, que han ido moldeando una nueva mirada de los chilenos sobre la infidelidad. "Si las mujeres antes la toleraban para no perder estabilidad emocional y económica, hoy han conseguido espacios de independencia que les permiten decidir si una relación de pareja les satisface o no. Y si tener más de una pareja sexual antes era sólo una facultad concedida a los hombres, hoy ambos sexos se han equiparado en este aspecto", señala la antropóloga María Cristina Benavente, investigadora del área de Estudios de Género de la Flacso.
Por su parte, los hombres no sólo no aceptan la infidelidad femenina, sino que tampoco toleran la propia. Saben que tienen mucho que perder. "La tolerancia masculina hacia la infidelidad siempre se sostuvo en la convicción de que no era recíproca: sólo podía venir de una parte, no de la otra. Pero hoy, las mujeres también tienen la capacidad de sancionar la irresponsabilidad conyugal de los hombres de una manera más efectiva que en el pasado, lo que hace mucho menos trivial el adulterio masculino".
Matrimonio y monogamia: dos conceptos renovados
"Una mujer de 80 años probablemente sólo tuvo una pareja sexual en su vida. Un hombre de 80 años, difícilmente tuvo una pareja sexual en su vida; también tuvo a otras paralelas a su señora oficial. A los 30 años, en cambio, hombres y mujeres difícilmente han tenido una pareja sexual en su vida. En ese sentido, el comportamiento de hombres y mujeres se ha emparejado, y eso también se refleja en su forma de hacer pareja", ilustra María Cristina Benavente.
Con este ejemplo, lo que busca ilustrar son los cambios que ha tenido el concepto de la monogamia a lo largo del siglo. "Las mujeres de 80 años efectivamente fueron monógamas, pero los hombres no. Hoy, en cambio, parece ser que el concepto de monogamia ha cambiado: vivimos algo así como una monogamia en serie. Una mujer de 30 años, hace tres décadas era una señora que tenía cuatro hijos, a la que le era difícil pensar en armar una nueva historia amorosa. Ahora, una mujer de 30 años ha tenido varias parejas y no sabe si se va a emparejar definitivamente con alguien o no".
Todos esos cambios, asegura la antropóloga, han cambiado la forma de vivir la fidelidad. Antes los hombres tenían más manga ancha para tener una familia paralela, bajo el supuesto de que el matrimonio con su mujer oficial era para toda la vida. "Si uno hace un estudio en las familias para ver cuántos hermanos ilegítimos y tíos ilegítimos hay en cada núcleo, a lo mejor encontraría más sorpresas de las que uno se imagina", explica María Cristina Benavente. "Ahora, eso no pasa con la misma frecuencia, ya que tanto mujeres como hombres exigen fidelidad como parte componente de la relación, porque ya no existe el imperativo social ni legal de estar juntos para toda la vida".
Esta idea, según el sociólogo Eduardo Valenzuela, se ha reforzado con la recién aprobada ley de divorcio. "Antiguamente, la infidelidad masculina - una canita al aire- no arriesgaba el matrimonio porque las separaciones eran raras y muy poco frecuentes, especialmente en el contexto de mujeres sin ingreso propio y con varios hijos. En ese escenario, los hombres podían legitimar con cierta facilidad la irresponsabilidad conyugal. Actualmente, en cambio, la posibilidad de que una pareja termine en divorcio ha aumentado considerablemente, y los riesgos de la infidelidad pueden ser mucho más temibles, tal vez como siempre lo fueron las consecuencias del adulterio femenino".
Según la antropóloga María Cristina Benavente, el matrimonio se ha ido convirtiendo en una fuente de gratificación sicológica, lo que no estaba pensado originalmente. "No era para que tú fueras feliz, sino para asegurar la dependencia, y que el padre de los niños les heredara; que uno se case con uno persona porque está enamorada es algo moderno", grafica. "En ese contexto, la fidelidad está marcada por la obtención de esa gratificación sicológica, que de no tenerla lleva a uno de los miembros de la pareja a buscar esa satisfacción en una aventura extra marital".
Mujeres, más infieles
Si bien es cierto las mujeres condenan la infidelidad mucho más que los hombres, la cifra de mujeres que aceptan la posibilidad de tener una aventura ocasional dentro del matrimonio son un indicio de que ellas han cambiado su actitud frente a la infidelidad en las últimas décadas, explica María Cristina Benavente. "Para diversos estudios me ha tocado entrevistar a varias mujeres que han incurrido en infidelidades, y obviamente para ellas no es motivo de orgullo ni de felicidad serlo. Y aunque muchas lo hayan hecho, si les preguntas si esta conducta es aceptable, probablemente muchas de ellas no respondan que sí, porque para todas provoca un gran sufrimiento. Para los hombres, en cambio, todavía sigue siendo una vivencia menos complicada", afirma.
Prueba de ello es el resultado de la encuesta sobre sexualidad que la Fundación Futuro realizó a principios de este año y que arrojó que se cree que 57 de cada 100 mujeres casadas en el estrato socioeconómico alto han tenido una relación extramarital durante su vida matrimonial.
Este giro se ha dado, según su visión, por la nueva forma que tiene la mujer de vivir su sexualidad. "De a poco las mujeres están aceptando esta idea de que pueden vivir su sexualidad como un derecho. Antes había muchas que no tenían una vida sexual satisfactoria, aunque en otros ámbitos de su vida en pareja se sentían estables y con una buena calidad de vida. La estabilidad para ellas tenía un valor mucho más importante; también para los hombres, pero ellos también buscaban por fuera. Ahora no, por dos cosas fundamentales: una, porque ha separado la reproducción de la sexualidad. Dos, porque al entrar al mundo laboral se les ha abierto una nueva puerta. Antes las mujeres estaban en sus casas, y ahora sienten que tienen a la mano la toma de decisiones en muchas áreas de su vida, incluida su sexualidad. Tienen una visión más hedonista".
Para la sicóloga Carolina Correa, esta apertura ha posibilitado también que las mujeres se sumerjan en su experiencia personal y reconozcan que se sienten insatisfechas: "Hay muchas razones dadas por las propias mujeres y por los especialistas en la materia para explicar la infidelidad femenina. De las que uno puede ver en consulta destacan las que tienen que ver con una necesidad de gratificación emocional; algunas se quejan de que no se sienten reconocidas, valoradas como persona, como madres y como parejas por parte de sus maridos, lo que las hace percibirse con baja autoestima tanto en lo físico como en lo afectivo. Señalan necesitar cercanía e intimidad, que alguien las escuche y las entienda".
La infidelidad femenina, acota María Cristina Benavente, está despojada de la frivolidad con la que se suele identificar la masculina. "La infidelidad de las mujeres se da en medio de una crisis de pareja, y por lo general termina en separación. No es una aventura ocasional para ver qué sienten, qué les pasa. No es una opción frívola, como esa escena de la película Sexo con amor donde sale Sigrid Alegria desnuda sobre el caballo de un carrusel, junto a su amante. Para las mujeres optar por ser infieles es algo mucho más complicado y complejo".