En esta visita viajó sola y por eso, ha tenido brillo propio. Aunque concurrió al Festival de Viña del Mar a recibir un homenaje a su marido, Raúl Ruiz, algo hay en Valeria Sarmiento que devela que no le gusta que siempre la mencionen como “la esposa de”.
Se conocieron en 1968, cuando ella ya estudiaba cine, por lo tanto –aclara enfática- él no tuvo nada que ver en su vocación. Se casaron en diciembre del año siguiente y han permanecido juntos en las buenas y en las malas.
Se vieron por primera vez en una fiesta de estudiantes en Valparaíso; ella lo observó sin mayor atención aunque sabía que era el director de “Tres tristes tigres”, película que por cierto ella no había visto aún.
-¿No te obnibuló?
“No, al principio no me gustó, después él me conquisto" (se ríe).
-¿Ha sido muy difícil compartir profesiones?
“No, para nada porque siempre hemos logrado separar nuestro trabajo. Mi cine y el de Raúl no tienen absolutamente nada que ver, son dos mundos completamente aparte. Yo lo ayudo en sus películas haciendo los montajes y él me ayuda en los guiones; cada uno cuando trabaja para el otro lo hace en un puesto muy preciso. Realmente nunca nos ha perturbado.
“El hecho de que no tenemos hijos nos ha ayudado, también, a ser muy independientes; partir él o yo tres meses a hacer una película a otro lugar”.
-¿Es un crítico tuyo? ¿Da su opinión sobre lo que haces?
“No, no opina porque (se larga a reír) lo reto. Ve la película... a veces me gustaría que opinara más pero no lo hace”.
-¿Crees que te ha afectado en tu carrera ser la esposa de?
“Absolutamente, sí, de verdad, ha sido súper complicado. Primero salen con que mi cine es igual al de Raúl, cosa que no es así. Cuando comencé hacer cine en París enviaba proyectos a la televisión alemana para hacer documentales y me rechazaron uno, dos; el tercero me lo dieron, entonces les pregunté por qué. Me dijeron mire, al principio pensamos que quería hacer cine porque su marido lo hacía; al segundo lo pensamos y al tercero vimos que quería hacer algo, que era en serio.
“En Francia, utilizo mi nombre, Valeria Sarmiento, porque me carga que sepan que soy esposa de Raúl, y resulta que presenté un proyecto al mismo lugar donde trabaja él y cuando la jefa supo quien era lo rechazó porque dijo que no podían dos familiares estar en el mismo lugar. ¡Pero es a mí a quien hacen partir, no a él!” (dice entre risas).
-¿Y qué dice él de esto?
“Nada, le da lo mismo, mientras él pueda seguir filmando” (no puede parar de reír).
Cuenta, hoy a sus 58 años, que la vida en París pareciera que transcurre plácidamente entre filmación y filmación. Comparten con muchos amigos chilenos y de otros países que los invitan a comer o van de visita.
Los viajes que realizan juntos también giran en torno a sus profesiones, es así que cuando van a un festival aprovechan de tomarse algunos días en la ciudad anfitriona.
-¿No tener hijos fue una decisión?
“No, felices hubiéramos tenido hijos, no llegaron, llegaron películas. Hay que preocuparse igual y vienen muchas, muchas más”.
-¿Comparten más hobbies que el cine?
“La cocina, nos gusta a los dos. Tenemos distintas especialidades como en el cine. A mí me gusta más la chilena y una inventada y en cambio, Raúl también... inventa, pero me desordena más la cocina que es lo que no me gusta”.
-¿Qué es lo qué más echas de menos?
“La familia, mi madre, que está viva, mi hermana, ellas viven acá. Ahora, creo que es bueno estar separado de la familia, es sano porque la aprecias más que cuando las tienes cerca y la ves a menudo”.