Estudió derecho en la Universidad Central motivada por lo que ella denomina una “vocación de justicia y la necesidad de equilibrar el mundo”. “Me motivaba tener una herramienta para defender las causas que yo consideraba justas”, argumenta.
Si bien llevó algunos casos particulares y realizó clases de derecho laboral, Romy Schmidt cree que su vocación de servicio público hizo inevitable que terminara en el aparato estatal.
Así, después de hacer un magíster en discapacidad en la Universidad de Salamanca, su currículum reseña su paso, como asesora, por la subsecretaría de Previsión Social durante el gobierno de Frei, la fiscalía del Fonadis, la Junji y su trabajo en la dirección jurídica del Ministerio Secretaría General de Gobierno donde se encontraba cuando fue nombrada ministra de Bienes Nacionales.
“Fue una sorpresa –afirma-, pero siento que trabajar en el gobierno es una posibilidad grande de hacer cosas positivas por la gente. Acá he tenido que aprender cosas que son nuevas, pero me han servido todas las antiguas aprendidas”.
Se le ve muy entusiasmada con la labor que realiza. “Lo que hace uno es enriquecerse, uno se va llenando de conocimientos distintos y diversos que te permiten tener otros énfasis en los lugares a los que se llega; aprender de otros temas me ha significado tener una mirada distinta y eso es ganancia”, explica.
Militante del PPD, Romy Schmidt tiene sus orígenes en la política en el Partido Humanista. Estando en la universidad sintió la necesidad de militar y mandó todo tipo de señales a las juventudes socialistas para que le cursaran alguna suerte de invitación al PS, pero ello nunca ocurrió.
Finalmente, se le plantó frente a sus ojos el PH, que en ese tiempo se mostraba activo e interesante con una propuesta de no violencia activa. Ingresó, pero se dio cuenta que, por la vocación preferentemente siloísta de esa colectividad, le era difícil canalizar sus intereses.
En 1992, cuando el PH se quiebra y un grupo –entre las que se encontraba Romy- decide quedarse en la Concertación, emprenden un proyecto “casi quijotesco” de subsistencia que no perdura.
“Así estuve dos años sin militancia y para mí fue súper complejo, tenía las ganas de hacer política. Me puse a vitrinear y llegué al PPD, donde me siento muy cómoda”, dice.
-¿Cómo ves lo que le está pasando al PPD?
“Siento tristeza por la denostación pública porque conozco a mucha gente del PPD que tiene una profunda vocación social y que no sólo no se ha hecho rico en la actividad política, sino que deja parte de sus recursos personales –adquiridos con su trabajo- en la actividad política.
“Me da mucha pena que esto (lo que pasa) sea lo único que se releve, cuando hay un 99% de gente con vocación, con ganas, liderazgo y honestidad participando en política.
“Pienso que el PPD tiene mucha potencia; vamos a salir de las dificultades que hoy existen y viene mucho liderazgo nuevo con potencia para llegar hasta donde se lo propongan. Va a haber PPD para rato”.
-¿Crees que se les ha cuestionado más porque su origen es ser un partido instrumental, que son una colectividad de los operadores y no de los militantes de mística?
“Si bien partió como partido instrumental, el PPD es un partido que no sólo tiene una ideología, sino que institucionalidad muy determinada. ¿Qué diferencia tiene con un partido más tradicional? Quizás que es un partido más abierto porque es laico, más moderno”.
La ministra reconoce que “en esta dictadura de los medios” algunos líderes del PPD se han hecho más mediáticos que otros, “lo cual no necesariamente es malo. Por supuesto que hay caídas, pero esos liderazgos mediáticos actúan con responsabilidad”.
Menciona que gracias a ellos se han puesto temas en la agenda que antes nadie consideraba como son los derechos de los consumidores. “El PPD se la jugó... la gente se queda con la cáscara, pero abajo hay una construcción profunda y responsable”, asegura.
-¿Crees que los otros se han aprovechado y han llevado agua a su molino?
“Creo que las dificultades que enfrenta el PPD no han venido de sus otros socios de la Concertación, han venido de nosotros mismos y de la connotación que le han dado los medios. No puedo decir que el PPD tiene problemas por la DC o el PS, todo lo contrario”.
-Sí, pero se ha personalizado el tema de la corrupción en ustedes.
“Sí, lamentablemente porque hay militantes de otros partidos involucrados en actos de corrupción. Pero insisto, he visto solidaridad de los otros en enfrentar esto juntos, al igual que en el Gobierno.
“No sé cuántos funcionarios públicos hay en el país y no se puede pretender que todos sean intachables, al igual como pasa en la empresa privada; no se puede responder por todos. Lo importante es que los casos se están asumiendo y la gente involucrada está siendo llevaba a la justicia.
“Decir que en Chile nunca más habrá un funcionario público comprometido en un delito es un imposible sea un gobierno de Concertación o de derecha”.
-¿Rescatas algo de las críticas que hace el senador Fernando Flores y Jorge Schaulsohn? (El primero reconoció la nefasta practica de los operadores y el segundo acusó la existencia de una ideología de la corrupción).
“Tengo que separar a Flores de Schaulsohn. De las últimas declaraciones del ex diputado no rescato nada salvo una lógica de destrucción que no puedo entender. No veo nada positivo ahí porque hasta donde yo conozco, sus acusaciones (de que se dijo que no había problemas de malversar fondos públicos porque la oposición era financiada por los privados) son falsas. Él falta a la verdad.
“Respecto de Flores... él es una persona que está haciendo el intento de llevar adelante una batalla contra la corrupción, pero estimo que se ha equivocado en la forma y eso no es menor”.