Está comprobado que la vitamina C es una poderosa fuente para la salud de la piel, lo que explica su presencia en diversos productos de cuidado. ¿La razón?, tiene notorios efectos en la textura, tono y vitalidad del rostro.
Entre sus virtudes destacan:
- La capacidad de potenciar la luminosidad natural. Esto, gracias a que estimula la renovación celular, activa y mejora la microcirculación, y uniformiza el tono de la tez.
- Efectiva acción antienvejecimiento. Previene la aparición de arrugas y atenúa las existentes al estimular la síntesis de colágeno, y neutralizar los efectos nocivos de los radicales libres.
- A la vitamina C también se le reconocen beneficios a nivel de salud. Se estima que ayuda al desarrollo de dientes y encías, a la absorción del hierro, la metabolización de grasas y cicatrización de heridas.
Conscientes de estos beneficios, los laboratorios cosméticos la incorporan continuamente en cremas y sérum concentrados cuyo objetivo es renovar la piel con un efecto peeling, y devolverle el resplandor perdido. En la mayoría de los casos, se aseguran resultados en un par de semanas.
En la dieta también se pueden recibir los beneficios de esta vitamina reforzando el consumo de productos que la contengan. Se recomiendan los cítricos como naranjas, pomelos y kiwis. También se la encuentra en verduras como espinacas, pimientos y zanahorias.
Gestual de aplicación
La efectividad de un cosmético depende de la correcta aplicación. En el caso de los sérum deben tenerse en cuenta tres pasos:
Antes de aplicar: Sobre una piel limpia, efectuar ligeros puntos de presión para estimular la microcirculación y realzar el resplandor natural de la cara.
Aplicar: Siempre debe aplicarse la textura más liviana primero, por eso hay que poner el sérum y luego el tratamiento.
Después de aplicar: Deben realizarse movimientos ligeros desde el centro hasta el exterior en todo el rostro.
Un sérum resulta ideal para ser utilizado en la noche, antes de una salida, para conseguir un verdadero golpe de resplandor. También ayuda a revitalizar pieles cansadas, o faltas de luz por estrés o consumo de tabaco.
