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“Soy un voyerista cultural de la realidad”

Es un apasionado de lo que hace. Sus collares y pulseras nativas que lleva puestos hacen juego con el frenesí con el que narra sus aventuras. Este antropólogo, con estudios en periodismo y fotografía, logra transmitir su pasión por las rutas que ha emprendido y que en esta oportunidad lo llevaron al Amazonas.

20 de Marzo de 2007 | 11:17 |
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Con una sonrisa y una actitud enardecida, Ricardo Astorga busca en los archivos de su laptop uno de los últimos trabajos que realizó, su travesía por la Amazonía. "Este es un hombre de una tribu venezolana que atraviesa su cara con una flecha de madera punzante. Deja correr su sangre y emite una voz con sonidos extraños como consecuencia de estar poseído por un muerto. Cuando despierta no siente dolor ni tampoco recuerda nada", explica mientras despliega una foto atemorizante.

Así es Ricardo Astorga, el aventurero que conocemos más por sus programas culturales de corte ecológico. La semana pasada dio inicio a la quinta temporada del programa “La ruta de...” que transmite TVN y que en esta oportunidad se propone develar los secretos de la Amazonía.

Grandes ceremonias, ritos y secretos, lugares sagrados, ruinas, cerros, cavernas, comidas extrañas, gente nueva, lagos, pueblos, ríos y miles de kilómetros recorridos, fueron testigos del paso de Astorga y de la actriz Tamara Acosta, quienes por segunda vez viajaron juntos hacia el misterio.

Este periodista es, sin lugar a dudas, un hombre guapo, sencillo, maduro, aspecto juvenil, de cabellos largos y grises, que acostumbra recorrer el mundo con poleras sin mangas lo que le da una apariencia informal e interesante.

-¿Qué sensación tienes al comenzar un nuevo ciclo de “La ruta” después de las de la Seda, Beringia, Oriente y Nilo?
“Es una sensación muy agradable y entretenida. Mi trabajo es sabrosón y mi sensación es de felicidad. Este trabajo nuevo en “La ruta a la Amazonía” ha sido muy interesante, como los anteriores. Es un ciclo tan rico e interesante, porque simplemente nos gusta lo que hacemos y es gratificante que la gente nos vea. Se hace este trabajo no por uno, sino por el público y entre más sean los que vean nuestro trabajo, más sentimos que nuestro deber es comunicar masivamente. Nos cuesta mucho hacer las películas. Es un trabajo arduo, pero nos deleita hacerlo con fuerza y gran entusiasmo”.

-¿Ésta, en particular, se distingue de las anteriores por algo en especial?
“Todos los encuentros son distintos, la diferencia no la hacen los guiones, sino los lugares y la disposición con que uno enfrenta los viajes. Tengo una expresión sentimental con la Amazonía desde hace mucho tiempo. Se escogen los lugares que más impresionan. Hay lugares ocultos que uno nunca se imagina que pudieran existir. Así como en el África se encuentran los caníbales, en el Amazonas están los yaranís que son 20 mil y los chingú, una tribu más "primitiva" aún, de cinco mil habitantes y con una vida insólita e importante. Viven desnudos, sin derecho a la moral y son intensamente sexuales, pero sin problemas. Hay una diferencia frente a los anteriores grupos culturales. Los chamanes, por ejemplo, son protagonistas que tienen conocimientos sobre drogas y plantas. Existen más tipos de pueblos en el mundo que no tienen médicos, pero si chamanes que saben de plantas y de afrodisíacos”.

¿Ha cambiado mucho “La Ruta” desde que te la planteaste originalmente? ¿Mantiene una línea?
“Sí, claro que ha cambiado. El primero fue realizado con mucha ingenuidad. Viajamos a ciudades que no conocíamos y trabajamos sobre lo que íbamos viendo. A medida que íbamos viajando, nos documentábamos. Actualmente investigamos y mostramos sólo lo más importante. Ha surgido un cambio en la televisión que hace que el público sea más exigente. No se permite que seamos tan “hippies”. En las últimas producciones hay un nuevo formato de presentación, con una documentación más investigativa y exigente. Hay todo un equipo de trabajo investigativo que hace una selección de lugares verdaderamente interesantes que permiten entregarle a la gente un buen trabajo”.

-¿Qué te motiva seguir haciendo este tipo de programas?
“Trabajé en “El Mercurio” por más de 10 años e hice trabajos donde viví, en alguna oportunidad, entre los basureros con un fin de contemplación ecológico. Es una motivación de vocación, pues me gusta más estar a la mira. Soy un voyerista cultural de la realidad. No me gusta la pantalla, pero sí, conocer las costumbres. Estar al tanto, por ejemplo, sobre los caníbales que se comen a sus brujos y presenciar sus formas de vida es un trabajo excitante”.

-¿De las rutas que has hecho, cuál ha sido la más demandante? ¿En qué?
“Las rutas que más me han gustado son la primera y la última. La Seda, por ser la primera y la más ingenua, y la Amazonía, por ser la última y por todo lo que implicó. Tengo registradas muchas imágenes que muestran diversas tribus que realizan rituales. Son hombres desnudos que luchan y danzan sin el menor pudor de mostrar sus cuerpos. Es muy habitual que usen muchos collares y pulseras que hacen juego con sus pintorescas líneas pintadas sobre sus cuerpos. El recorrido de la Amazonía es extraordinariamente enriquecedor. La diversidad en tribus y animales convierten la ruta en una fortaleza que nadie puede dejar de ver”.

-¿En qué lugar enfrentaste el mayor peligro?
“Más que lugares fueron situaciones. Enfrentar, quizás, una situación difícil dentro de un avión evitando que se cayera o los peligros de las mismas personas. Lo más difícil fue la situación de los caníbales. Ellos se comen a los brujos, pero no se comen a las mujeres, porque les tienen respeto y porque tampoco hay brujos mujeres, únicamente son hombres”.

-Has tenido diferentes compañeras de trabajo como Bárbara Rebolledo, Bárbara Thayer y Javiera Contador ¿Cómo ha sido la experiencia de cambiar de partner?
“Es un mundo difícil para trabajar solo. La manera de comunicar de una mujer es distinta y hay lugares donde se necesita la voz de una mujer y donde también se necesita la de un hombre. Existen situaciones en las que un hombre no puede acceder a una mujer o viceversa”.

-¿No habría sido mejor hacer todas las rutas con la misma mujer?
“Cambiar de partner fue una buena experiencia, porque cada una tuvo un estilo distinto y aportó de manera diferente. Nunca estuvo previsto hacer cambios. Las cosas se dieron por diversas circunstancias que obligaron a que cada una se retirara.
“En el caso de Bárbara Thayer, no continuó porque nos contó cinco minutos antes que estaba embarazada y se fue para España. Javiera Contador estuvo durante dos años, pero ella es actriz y le ofrecieron un contrato mejor.
“En cuanto a Bárbara Rebolledo, es parte de la pantalla de TVN y no podía estar fuera mucho tiempo. No es fácil trabajar tres meses y distribuir el dinero para todo el año. Este es un trabajo donde no se gana mucho”.

-¿Qué las ha distinguido a cada una de ellas?
“Bárbara Rebolledo, con su experiencia en televisión, tiene mucha fuerza. Bárbara Thayer, como periodista, fue un tremendo aporte ya que habla tailandés. Javiera Contador, con su hiperactividad, canta, baila y transmite mucha energía; es muy activa. Tamara Acosta siempre ha sido el centro. Ella es muy cálida y recuerdo como las abuelitas se le acercaban cariñosamente a saludarla. Por su afectividad, tiene mucha cercanía con la gente”.

-¿Cómo fue volver a viajar con Tamara Acosta? Con ella te repites el plato. ¿Fue más fácil?
“Más que fácil, fue muy agradable. Discutimos una vez cuando me dijo “tonto pesado”, pero fue muy estable el trabajo que mantuvimos”.

-¿Qué anécdota te ha marcado?
“Son muchas, pero la de los caníbales es importante al igual como la del cultivo de la droga. Hay cosas que quedan para siempre”.

Sonriendo maliciosamente agrega: “Recuerdo una anécdota sobre un video del Nilo donde hay unos negros que son muy dotados sexualmente y siempre las mujeres me piden que se los preste. Hay otro video, cuando yo estaba probando una substancia (yopo), y un hombre que lo vio, me pidió que le llevara un poco de esta droga. ¡Es una sustancia espantosa!”

-¿Has probado muchas drogas?
“Sí. Me ha tocado probar de todo y he tenido que tener actitudes como las de ellos para ser parte del grupo y participar de sus costumbres. No puedo rechazar el ofrecimiento que me hacen los caciques o jefes de las tribus. Para ellos, estos son rituales que muchas veces son hechos para sus invitados. La marihuana es una de las drogas más usadas”.

-¿Has tenido experiencias negativas durante estos viajes?
“Lo de los caníbales definitivamente fue una experiencia difícil de asimilar. No sólo fue uno de los peligrosos riesgos sino que no es grato ver sus costumbres. Ellos simplemente atacan. No es lo mismo que ellos miren a una persona que, como yo les ofrezca un tabaco, a que vean a un camarógrafo que los apunta con un tremendo aparato donde el flash los asusta. Fueron experiencias negativas”.

-¿Cómo contribuye a un país como Chile este tipo de programas?
“Mostrando la diversidad. Exponer, con nuestro trabajo, que existen diferentes complejidades y que nosotros, como chilenos, no podemos tener siempre la razón y la verdad en todo. Hay otras maneras de afrontar la naturaleza y esto se lo damos a conocer a la gente. Es necesario que respetemos estas diversidades”.

-¿Cuál es la ruta que sigue? ¿Cuándo?
“No lo sé. Mejor dicho, si la sé, pero no puedo decirlo ahora –sonríe–. Estamos investigando desde hace un par de meses algunos lugares. Tenemos un par a la vista y un lugar ya seleccionado. Luego se tomará la decisión definitiva”.

.¿Quién toma la decisión?
“Yo, como director, pero apoyado en todo el equipo de trabajo. Somos un grupo de cinco personas que trabajamos conectados y que vamos hacia el mismo objetivo”.


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