Ricardo Astorga proviene de una familia que se ha jugado por varias causas ecologistas como la no construcción del gasoducto entre Chile y Argentina que, finalmente, cruzó por sus territorios en el Cajón del Maipo, el santuario de la naturaleza ‘Cascadas las Ánimas’.
Esta forma de vida, claramente, influyó en su quehacer como documentalista y su conexión con la vida al aire libre. Y ese estilo de vida es el que ha buscado transmitir a su descendencia.
A los 53 años, acaba de ser padre nuevamente, lo que ha significado un hito importante en su vida, porque pasaron 30 años desde la primera vez que lo fue.
-Provienes de una familia muy singular.
“Nosotros nos criamos en el campo. Mi padre, antes de morir, luchó por la conservación de embalses y las represas. Nuestra familia siempre ha sido apasionada por la defensa de la naturaleza”.
-¿Hubo influencias de tu familia en tu rol profesional?
“Sin duda. Éramos campesinos y estuvimos en contacto con la naturaleza. Crecimos en un medio sano y escuchando a nuestros padres defender el medio. La pasión de nuestros padres influyó mucho, pero, sobre todo, crecer allí me hizo tener una conexión directa”.
-¿Entre tanto viaje te das tiempo para la vida familiar?
“Sí, claro. Me voy a mi casa entre las cuatro y cinco de la tarde. Este tipo de trabajo es más jodido en algunos momentos y por ello también trabajo en mi casa. Soy muy de casa y me gusta compartir como mi familia siempre. No me gusta estar ausente”.
De su primer matrimonio tiene tres hijos: una ingeniera agrónoma, un ingeniero de minas y recursos naturales y otro que está en el colegio y tiene planes de viajar por el mundo.
Su segunda esposa, más joven que él, lo llevó a embarcarse nuevamente en la crianza y por eso, desde hace tres meses, se declara padre “chocho”. Si en el pasado no compartió ninguna de las labores de cuidado de una guagua, hoy reconoce haber cedido en algunas como dar mamadera.
-¿Cómo ha sido la experiencia de ser padre en dos etapas diferentes?
“Igual, no ha sido distinto en nada. A pesar de ser tiempos distintos, yo soy el mismo padre casero. Siempre me ha gustado cocinar y compartir de la familia. Estoy feliz con mi guagua y nada es distinto con mis hijos grandes”.
-Pero, ¿vistes crecer a tus hijos?
“Absolutamente, sí. Nunca fui un padre ausente. En algunas oportunidades me acompañaban a los viajes. Soy un padre definitivamente presencial”.
-¿Con tu hijo que acaba de nacer, planeas algo especial?
“No. Voy hacer el papá que siempre he sido. Un padre presencial, muy casero y al que le gusta compartir en familia”.
-¿Si tuvieras la oportunidad de nacer nuevamente, cambiarías algo en tu vida?
“Hay millones de cosas que hubiera querido que fueran distintas. En realidad habría tenido que tomar una libreta y escribir las cosas que hubiera querido que fueran distintas, pero me siento bien con todo lo que me ha sucedido. Quizás algo que hubiera hecho distinto es haberme preocupado de ganar más dinero. No se gana mucho dinero con este trabajo”.
-Cambiemos de tema. ¿Cuál es la comida más sabrosa que has probado?
“Lejos un plato de camarones tigres y una culebra de anguilas. Aunque las anguilas tienen un aspecto muy desagradable son muy sabrosas”.
-¿Y la menos sabrosa?
“Una rana pasada por una jugüera. Hay muchas cosas horribles que he tenido que probar por obligación. Son situaciones que no se pueden evadir porque hacen parte de la cercanía con los distintos grupos étnicos”.
-Con tanto viaje, ¿qué pasatiempos tienes?
“La fotografía. Siempre me gustó y por ello hice algunos estudios”.
-¿Vicio privado?
“Tomar un baño durante una hora dentro del jacuzzi escuchando música étnica y recomendar las comidas afrodisíacas más extrañas como la lengua del Piraducú. Éste es el pescado más grande del mundo y su lengua mide tres metros. Es duro como la piedra pomex y es bastante afrodisíaco. Me gusta recomendarlo porque de verdad funciona”.