A los 43 años, Lily Pérez está en otra. De hecho logra ir a almorzar a su casa casi todos los días de la semana, gusto que no disfrutaba desde hace muchos años.
Que sus hijos Paola y Rodrigo ya tengan 20 y 18 años también ha implicado que tiene más tiempo para ella. “Están independientes, pero siguen siendo niños; son bien autónomos, pero yo soy una mamá aprensiva, catete, lo reconozco”.
-¿Están en la etapa mamá, no te metai en mis cosas?
“Sí, pero igual me tienen que avisar a donde van, a qué hora van a llegar. En eso soy... no es que sea inflexible, pero es que soy muy aprensiva; yo sufro si no tengo el control de saber con quien están, donde”.
-Ahora que están más grande, ¿qué dicen ellos de la Lily Pérez política?
“No, no les gusta la política y no he movido un dedo para que les guste. O sea, lo peor que me podría pasar es que tuvieran vocación pública”.
-¿Te pasaron muchas cuentas mientras estuviste en el Parlamento?
“Me reclamaban harto y por eso me sacrifique mucho, para que no me las pasaran. Me venía todos los días y si faltaba papel lustre lo pasaba a comprar. Eran una pasada de cuenta, pero también mi cable a tierra.
“Por eso, la política nunca ha sido toda mi vida. No dejaría nada de lo que a mí me importa si tengo que optar y nunca ha sido así”.
-¿Por qué no incentivar en ellos esto de la política?
“Porque es un camino muy duro, muy solo, cuando es tu vocación. Si fuera una forma de ganarse la vida es muy fácil, pero para mí no lo es. Tienes que dejar muchas cosas, de repente me pasó, una vez tuve que estar en una graduación de un colegio en La Florida y perderme la de Rodrigo. Son cosas en las que tenís que tragarte las lágrimas, ahora, después cambiaron mis prioridades (con la muerte de su hermano Samuel en Perú a fines de 1998) y nunca más haría una cosa así”.
Casada hoy con el empresario y abogado de La Serena, Miguel Bauzá, la ex diputada recuerda cómo fueron sus primeros años en la política y sus costos en la vida familiar.
-Tú te separaste cuando te iniciabas a la vida política más pública. ¿Tuvo que ver eso?
“Es una cuestión de uno súper personal, pero obviamente que algo tan absorbente, en donde no tienes horarios, sobre todo en mis inicios, claro que afectó mi vida matrimonial”.
-Pero algo pasó contigo que después quisiste jugártela de nuevo.
“Fue el Samy, absolutamente. Me dije que no tenía porque seguir optando, ni dejando una cosa por la otra, menos cuando tienen que ver con tus afectos, con tu yo más íntimo”.
-Miguel debe ser el más contento con tu cambio de vida. ¿Qué lograron recuperar como pareja?
“Más momentos de intimidad para nosotros, lejos, más momentos para conversar. la base de un matrimonio es la comunicación, si tú no llegas a una hora razonable a tu casa y dices ya, cuéntame todo y puedes estar dos horas y media hablando, qué comunicación puedes tener. Un matrimonio no se construye solamente porque te casaste”.
-¿Recuperó a la Lily Pérez domestica?
“Sí, a mi me encanta y él encuentra que soy una gran dueña de casa. Ser dueña de casa no es sólo saber cocinar –que reconozco no es mi fuerte-“.
-¿Y no fuiste dueña de casa con tu vida anterior?
“Delegaba mucho más y eso lo recuperé. Me fascina jardinear, me encanta sacar maleza, vivo desmalezando, es como la corrupción, está cuestión pa’ fuera, me encanta más que cortar flores.
“Además, soy súper perfeccionista, súper ordenada, me encanta lavar los platos el domingo, ando preocupada de los cuadros, de las flores de la casa, de hacer que una casa sea hogar”.
-Y no lo podías hacer.
“Antes, con mucha menos dedicación que ahora y eso me tiene súper contenta. O sea, las flores quedaban bonitas, pero no como yo quería y me hacía la lesa. Siempre alguien me podía suplir, pero no es lo mismo”.
Reconoce que ser tan perfeccionista le ha pasado la cuenta. Por eso, aparte de los problemas a la columna que tiene por tanto viaje, desde hace meses arrastra una sinusitis cuyo origen es el estrés.
-¿Tu salud se resintió?
“Absolutamente, yo tuve una pasada de cuenta post campaña, no altiro. Me vino ahora; me resfríe en noviembre en un viaje y cuando estaba con fiebre me tomaba un Tapsin y nada. ¡Doctora Pérez! hasta que de repente un día casi me morí. Estaba con muchas jaquecas y debo reconocer que me asusté, así que me mandaron a hacer un scanner y descubrieron una sinusitis esfenoidal que es de la más rebelde”.
Todo el largo tratamiento ha derivado en que durante este verano no va a poder tomar ni sol ni meterse al agua.
-Si no vas a poder darte ese gusto, ¿qué otro sí te das? ¿Recuperaste amigas?
“No es que haya perdido alguna amiga, porque gracias a ellas, a su generosidad y pese a mi falta de tiempo, debo reconocer que las pude mantener. Ahora... el miércoles pasado fui a comer con mis compañeros del colegio a Las Urracas” (se larga a reír).