Nació el 17 de mayo de 1979 en Santiago, pero se fue a vivir al norte muy pequeño; primero en Antofagasta, luego en Iquique y, finalmente, en Calama. “Ésa fue como una experiencia religiosa, porque era un lugar muy extraño, pero lo pasé muy bien cuando chico, fue como mi mejor infancia, muy de barrio, todo se hacía en bicicleta, mis amigos vivían a pocas cuadras. Fue difícil venirse a la capital; me parecía una ciudad hostil, con delincuencia y con invierno, sin el calor del norte”, cuenta.
Es el tercero de cuatro hijos; tres hombres y una mujer menor que él. Tiene varios años de diferencia con sus dos hermanos mayores. “Ellos tienen un año de diferencia, nueve conmigo y yo cuatro con mi hermana”. Los dos grandes son periodistas como él (el mayor, además, psicólogo) y la más chica estudia Arte.
Sus padres vivieron varios años en Bélgica –aclara que no por razones políticas, sino de estudio- y, cuando volvieron, su madre prefirió dedicarse a la crianza de sus hijos. Mientras su papá ejercía como abogado. “Fue un lujo, en los tiempos que corren, tener a mi vieja con nosotros, siempre apoyándonos... he tenido suerte de tener viejos heavy”, dice.
Estudió en el Liceo San Agustín de Ñuñoa y luego en la Universidad Andrés Bello. “Entré ahí, porque, como me iba mal en matemáticas, no había puntaje pa’ entrar a la Católica ni a la Chile; sí para irme fuera de Santiago, pero yo quería estudiar acá, porque ya entendía que periodismo es una carrera que se desarrolla en la gran urbe”, explica.
-¿Algún hobby? ¡Qué no sea la música!
“Me gusta andar en bicicleta por la ciudad. Creo que es el término medio perfecto, porque en auto no ves nada y a pie, la capital es muy grande para recorrerla.
“Sales en bicicleta y llegas a lugares que no conocerías en auto; barrios donde se hacen ventas de bodega como la de los gringos. Es mi gran hobby; antes salí con mi novia, también con mis amigos”.
-¿Por qué “antes con mi novia”? ¿Terminaron?
“Sí, pero estamos ahí, en negociaciones”.
-¿Sigue haciéndote las camisas?
“Sí, tenemos como un negocio de eso, yo soy como su maniquí móvil y a mí me soluciona el problema de qué ponerme pa’ la tele. Las diseñamos juntos y es re choro, porque, de repente, una idea muy rara se termina convirtiendo en ropa”.
- En la ropa también eres muy pop.
“Sí, no; la otra vez me preguntaban eso y yo creo que de tanto ver revistas de música he ido adoptando una estética iconográficamente de rockero sesentero en el Chile de 2006”.
Vivía con su hermano, pero él se va a Brasil con su novia, así que Ignacio Franzani emprende por estos días su vida solo. Dice que sabe hacer lo básico para sobrevivir, pero que tiene cero manejo gastronómico. “Hago un arroz que no queda pegado, pero tampoco rico, es como de enfermo, ningún color ni nada”, explica riéndose.
-¿Qué haces para las vacaciones?
“Por primera vez voy a tener vacaciones largas, así que entendí que tienen que ser en aislamiento total, que no haya computadores, diarios ni teléfono”.
-¿Dónde es eso?
“En Punta de Choros, camino aislado a cuarenta kilómetros de La Serena y llegai a una playa desierta, donde me puedo encontrar conmigo mismo. No puedo entender cómo la gente se va a Viña; salen de un taco con olor a asfalto para irse a otro con olor a gaviotas”.
-¿Qué te gusta leer?
“Terminé hace poco de leerme de nuevo ‘El fantasista’ de Hernán Rivera Letelier. Me gusta esa literatura chilena que logra escudriñar en pequeñas historias de gente sencilla.
“Esas pequeñas historias tiene que ver, también, con mi afición al cine independiente, sobre todo gringo, pegado en familias disfuncionales, con estética muy pop y edición de video clip”.
-El cine es otro de tus hobbies.
“Sí, me gusta ir al cine en la mañana, cuando no hay nadie o a la última función de la noche. En vez de carretiar un sábado, me parece mucho más entretenido ir al cine, muy agradable”.
-¿Vicio privado?
“Vamos a caer en lo mismo... escucho música todo el día”.
-No, pero piensa en otra cosa, alguna rareza.
“A ver, mi amiga Vero Calabi se burla de mí, porque me gusta hacer cosas en la mañana que son como indebidas cuando uno despierta. Siempre me webean que despierto muy temprano y llego tarde a todas las reuniones. Es que me levanto como a las siete, veo una película, leo unas revistas, ordeno mi pieza y después me voy a la reunión. Me pasa eso, me gusta ver películas en la mañana. Estoy fuera de los timing normales”.