Sentado en el boulevard del Parque Arauco, de lentes oscuros, camisa verde agua, blue jeans y hawaianas, Pablo Cerda manifiesta ser un hombre tímido, recatado, prudente, al que le gusta ‘pasar piola’ y al que le complican la exposición pública. Sin duda es un actor guapo, emprendedor, coqueto y el postulante para ser uno de los galanes del canal católico.
Confiesa ser un gozador del vértigo de la inseguridad y al que le gustan los desafíos y los riesgos. Dentro de sus secretos está el renovarse y nunca tomar sus experiencias duras como negativas.
Quien prefiere por desayuno un atractivo jugo rojo y una ensalada de frutas, acaba de firmar con el canal 13, tras más de tres años en TVN; aún así sus incondicionales admiradoras podrán seguirlo viendo en los últimos capítulos de Floribella.
¿Qué significó el papel de Pedro en “Disparejas”? ¿Qué desafíos implicó?
“Fue algo muy bueno por lo complejo de un personaje con humor. En primera instancia, no fue fácil. El desafío estuvo en no caer en el ‘chiste del chiste’, sino hacer un humor distinto. Tener la capacidad de llevar una cotidianidad que permitiera buscar un lenguaje distinto al coloquial donde la broma no cayera por una tercera vía y de esta forma, dar origen a un personaje chispeante. Pero no con cualquier gracia, sino dejar ver su faceta humana. ¡Sin duda fue un desafío! Eso me gusta y lo disfruté. Trabajar con gente como Pancho Pérez y entrar con todo este elenco hizo más grato el trabajo”.
Confiesa que el año pasado fue muy intenso, sobre todo a nivel emocional porque le pasaron muchas cosas, entre ellas, tuvo pérdidas emocionales, pero “¡sobre eso no quiero hablar!”, sentencia.
“Me sirvió para estar muy despierto y me ayudó como recurso en mi memoria emotiva. Crecer en el canal fue también un reto porque me permitió afrontar roles y romper pisos en el teatro, en la televisión y en el cine. ¡Son puros puntos buenos definitivamente!”, argumenta.
¿En qué se diferenció del papel que interpretaste en los 30?
“Bruno era más sexual y más canchero. Tenía que ver con otro prisma, otra ‘locura’ y otra visión. Pedro era más fácil de llegar a la gente y más posible de identificarlo, porque era un niño en el cuerpo de un hombre, una persona más bella en su simpleza, simpático y soltero. Le gustaba pasarlo bien y era un gozador por esencia. Tiene su forma de llegar a las mujeres y a esto se le debe el éxito. Me gustó mucho personificarlo y haberlo desarrollado”.
¿Qué tanto hay de Bruno y de Pedro en Pablo Cerda?
“Tengo mucho de Bruno. Lo interesante es que el personaje concretaba lo que pensaba. A diferencia mía, ¡sólo lo pienso!, me quedo allí no más ¿cachai? El personaje también era más impulsivo y en eso también nos diferenciamos. Me considero más recatado porque soy más prudente y tengo mis propias reservas. De Pedro tengo la intensidad, por ejemplo, lo demuestro en la firmeza y al no ser un hombre chocante, prepotente y avasallador. Sobre todo, en la delicadeza y la sutileza de la intensidad para hacer las cosas. ¡Eso lo hace más brutal! Tengo mucho de los personajes porque hay una esencia de uno y a partir de ello, se construye también. Uno los crea a partir de su propio imaginario. Entonces hay obviamente un 80% de uno y el otro 20% de lo que uno pueda ver en la calle o en el círculo de amigos”.
¿Con qué rol te has sentido más cómodo?
“He tenido la suerte de no sentirme cómodo con ningún personaje. ¡Creo que esa es la clave! Si me sintiera satisfecho no tendría la posibilidad de modificarme para desarrollar los personajes de una manera más profunda. El desafío está en que me cueste reinventarme. Siempre estoy buscando esos quiebres. Para mí es importante renovarme constantemente. Nunca me he sentido cómodo con ninguno de los personajes que he hecho, tanto en televisión como en el teatro. Desde mi punto de vista, esto es muy bueno. ¡Es apostar a diario! Lo positivo es sentirse incómodo para darle forma a los personajes, de lo contrario uno pierde. Me interesa renovarme y creo que eso es un rasgo que tengo como persona y que lo transfiero a mi trabajo en la búsqueda de ser mejor cada día”.
¿Cómo es tu relación con las mujeres? ¿Es enfermiza como la de Bruno o liberal como la de Pedro?
“Es bastante buena”, responde firmemente colocando su mano sobre el mentón.
“Creo que tiene que ver mucho con que a nivel familiar existió un matriarcado porque hubo muchas mujeres en mi familia. No tengo ningún problema para llevar una relación ya que tengo muy buena comunicación. ¡Mis relaciones no son ni enfermizas ni liberales! pero sí, muy francas. Son muy sinceras. Creo que cuando la mujer va con un ritmo, simplemente yo voy al mismo. Mis pololeos son muy tranquilos. Considero que va mucho con el feeling. ¡Así nos movemos!, ¿cachai?”, dice sonriendo y pregunta si se está grabando la entrevista-. “Si te veo con un compás yo marcho sobre ese ritmo”, añade.
¿Y te va bien?
Se toma el tiempo para responder y titubea varias veces. “No sé, soy..., bueno...yo creo..., la verdad soy bastante retraído”. Segundos después, añade, muy seguro que no le va mal. “No podría decir que nadie me pesca. Soy bien..., no sé. Soy alguien que no se deja atraer tan fácil y que tampoco se deja pescar. Soy una persona de mucha onda y frecuencia. Lo que sucede es que si no hay onda, de piel o de magia, entonces simplemente no hay nada. ¡Eso es fundamental! Soy de los que piensa que más que encontrar una mujer guapa y atractiva, lo importante es que exista la química. Desde un principio, debe darse espontáneamente la magia”.
¿Crees que las chilenas son como tus parejas televisivas? (una casada que deja al hijo y otra que busca tener un hijo sin pareja y elige al padre)
“Actualmente hay bastante de todo en este micro-mundo del círculo femenino. No me extrañaría ver esta necesidad en las mujeres por tener hijos. Dentro de mi círculo no me toca tan profundamente este tema. Pero creo que más bien va con la necesidad de su propia autonomía. Existe una búsqueda de consolidación -no tenemos una mujer Presidente por nada-, sino porque ha llegado el momento justo donde la mujer se fortalece. Con su rol, participación, mandato y jerarquía están ocupando en el mundo un papel importante. ¡Este es un cuento que personalmente agradezco! El machismo me cae mal. La nueva visión de la mujer pone fin a un paradigma. Más que plantear necesidades, la mujer toma una postura sobre la multiplicidad de los roles. La mujer chilena en general es un ser admirable y muy interesante”.
Dicen que los chilenos no son hombres comprometidos y que no se la juegan por una mujer. ¿Te la jugarías por alguna?
“Sí me la juego por una mujer, de todas maneras. Con respecto a los hombres pocos comprometidos, no sé a que corresponderá esta situación. No conozco mucho la razón, pero si he leído algo. Sé que hay mujeres que se quejan, sin embargo, creo que es relativo. Considero que el tema va más con que el hombre no quiere comprometerse con el compromiso, pero no porque no se la juegue o rehúya de la mujer. Las mujeres, a diferencia de los hombres sienten más la necesidad por su esencia y los hombres por obligación, deberíamos entender esta situación”.
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