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Al frente de una “boutique” hacedora de historia

26 de Enero de 2007 | 11:24 |
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Admiradora de la periodista Oriana Fallaci, también fallecida el año pasado, Patricia Arancibia asegura que esta profesional italiana construyó historia y ayudó al mundo a entender grandes procesos políticos.

“Entre periodismo e historia hay una línea muy sutil, porque lo que hace el periodista es dar a conocer el hecho del momento y el historiador lo contextualiza”, afirma.

Y quizás ese frágil límite puede explicar porque uno de los proyectos más importantes de Patricia Arancibia se ha dado en el formato del periodismo. Convencida de la necesidad de dejar un registro de los últimos acontecimientos vividos en Chile inició- en el seno de la Finis Terrae- el registro en video de algunas de sus entrevistas llamadas “De profundis”.

Al poco tiempo, conoció a miembros del clan Tironi y con ellos y el canal de cable ARTV, se embarcó en el programa de entrevistas “Cita con la historia”, por el cual han pasado los más increíbles personajes. Después de cinco temporadas, 50 entrevistados, un primer libro publicado y en preparación el siguiente con la saga del 2005 y 2006, retoma la pantalla en abril.

“Tengo alma de periodista en las venas. Encuentro que las entrevistas son la manera más entretenida y más interesante de poder captar quien es el otro”, dice.

-¿Cuáles han sido las dificultades más grandes que has tenido que superar con “Cita con la historia”?
“Puede parecer soberbio, pero ninguna. Quizás para una persona que no tuviera en su cabeza el background de la historia de Chile, puede, porque para hacer una buena entrevista tienes que prepararte; yo tengo que saber más que el entrevistado”.

-¿Pero has tenido que superar prejuicios hacia tu persona? El de una historiadora que algunos consideran identificada con un sector.
“Yo pensé que iba a tener muchas dificultades por ser Patricia Arancibia Clavel, porque tengo un hermano preso en Argentina, porque mi familia viene del mundo militar, porque nunca he sido marxista ni una persona de izquierda, pero tampoco me siento de derecha. Soy una liberal absoluta y quizás ese liberalismo medio anárquico me permitió hacer esto. Cuando empecé a llamar a los primeros personajes ninguno se negó a ir a mi programa, y hoy, al revés, ellos llaman para que los invite. Al comienzo, el primer año, donde invité a la gente más dura de la UP como Carlos Altamirano, Gladys Marín, Andrés Pascal Allende, Luis Maira o Jorge Arrate, nunca tuve un problema y mi relación con ellos ha sido súper grata y decente. Son personas inteligentes y las personas inteligentes son capaces de tener una conversación civilizada. Con muchos de ellos, me he hecho amiga, hemos sido capaces de dejar de lado la mirada ideológica.
“Ahora, yo sé que ellos me cuentan su verdad y lo que yo hago es dejar que lo hagan”.

-Una de las cosas singulares de “Cita con la historia” es que tu rescataste a personajes del gobierno militar como Toribio Merino, Canessa, el propio Pinochet. ¿Crees que estos personajes han sido asumidos con prejuicio por una parte de los historiadores y los descartan como fuente?
“Sin duda, y yo creo que ahí está la ventaja de ser profesional. Soy un poquito rara y entiendo que a gente de derecha le moleste que yo entreviste a personajes de la izquierda. Muchas de las personas que han ido a mi programa han contado su verdad y es la primera vez que la cuentan porque el prejuicio de no incluirlos en la mirada, sino de juzgarlos –por la izquierda- ha sido una constante.
“Hay una intolerancia muy fuerte en el mundo académico, sobre todo, en relación a la derecha o a aquello que se vincula con la derecha. No, es que están equivocados de base, son fascistas”.

-¿A la inversa se da también, son marxistas de base?
“Se da, pero en los grupos más radicalizados”.

-¿Más elitistas?
“No, creo que la gente con más conocimiento quiere saber del otro, la gente inteligente quiere saber qué piensa el otro, por último para saber. De esa manera puedes contrastar, pero la izquierda siente que tiene la verdad, que ya juzgó la historia. Creo que la derecha no, está en el proceso de recién empezar a revisar lo que ha sido la historia de Chile, porque la derecha siempre fue reaccionaria, reaccionaba al ataque de la izquierda sin proyectos propios, y diría que recién por los años 85 y en democracia la derecha empieza a tenerlos. La derecha actual es una derecha nueva, distinta, que no deja que los temas vitales, como la pobreza o la ecología, sean de la izquierda. Estamos en una época en que todos los ismos como nacionalismo, socialismo, marxismo han comenzado a morir para dar paso a cosas más transversales”.

-¿Qué explica que parte de la izquierda se muestre intolerante, prejuiciosa del mundo militar?
“Hay una parte de la izquierda que se renovó y otra como el PC que no, cuestión que sería raro porque en el centro de su ideología está en tener la verdad. La izquierda, después del golpe, tuvo una renovación; captó, vivió, sintió con fuerza que la democracia liberal era un bien.
“Creo que en privado la izquierda se muestra tolerante y en público no, porque vive de eso, porque la política es justamente la lucha, una lucha por el poder y no pueden salir abrazados con el adversarios como se hacía en los ’60.
“El problema está en los que escriben, en el mundo académico, de las ciencias sociales, que es el que deja el testimonio hacia el futuro, ahí uno pasa a ser una negrita en Harvard. Una vez fui invitada a hacer una conferencia a la universidad Arcis y yo era el bichito raro”.

Patricia estudió historia en la UC, sacó un doctorado en la Universidad Complutense y sus primeros pasos los dio de la mano de Gonzalo Vial, persona a la que le tiene gran cariño (tiene una foto en su escritorio donde aparecen los dos juntos), pero de quien dice tener diferencias de opinión.

Sus primeros trabajos fueron libros biográficos de personajes como Mario Góngora y Arturo Alessandri; después, junto a Cristián Gazmuri, escribió la polémica biografía de Eduardo Frei Montalva y de ahí, pasó a la Universidad Finis Terrae donde dio vida al Centro de Investigación y Documentación de Chile Contemporáneo, Cidoc, que ha conseguido reunir el legado de importantes personalidades. Simultáneamente escribió los libros sobre Sergio Onofre Jarpa, Fernando Matthei, Julio Canessa y otros; de hecho está próximo a sacar uno sobre Sergio De Castro.

Esa veta la llevó a dejar, hace casi dos años, la casa de estudios para iniciar su proyecto personal, PAC, una empresa dedicada a la investigación. Diversas empresas privadas le han solicitado que reconstruya su historia de emprendedores o rescate el patrimonio de ciudades chilenas para ser entregadas en libros corporativos.

“Yo creo que no hay que escribir para nosotros, sino para el público; los historiadores estamos constantemente citándonos, condecorándonos. Por eso estoy haciendo estos libros testimonios, creo que hay que rescatar como el mundo privado ha hecho Chile, porque Chile no lo hizo la Corfo ni el Estado”, explica.

-¿Encontraste tu veta de empresaria?
“Soy una persona súper ejecutiva, creativa, emprendedora y encontré que había cumplido mi tiempo en la Finis. Armé una cosa de cero y la dejé en lo top de lo top. Hay veces en que las personas no se van en los momentos precisos y yo creo que hay que irse cuando uno está en lo máximo. Dije si no me voy ahora, me voy a quedar hasta el fin de mis días y decidí hacerlo porque ya tenía mi marca.
“Quienes recurren a mí saben que vienen a una boutique, que van a tener un producto que es bueno, probado”.


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