Viene llegando del gimnasio, su obsesión. Después de dos doras de sudar y sacar músculos, apenas alcanzó a darse una ducha y prender un cigarrillo, cuando ya estaba abriendo la puerta para la entrevista. Pero igual tiene la cara llena de risa y nos recibe disculpándose por el mal hábito que no puede dejar.
No para de hablar, es como una metralleta de palabras y antes de sentarse en el sofá de su departamento en Providencia, ya ha contado que acaba de vender el auto y que por eso la mesa del comedor está llena de papeles y un tanto desordenada. Agrega que, terminada la entrevista, saldrá a comprarse uno nuevo, porque no puede estar a pie.
Es como un niño chico en cuerpo de grande, cuyo principal objetivo es disfrutar el aquí y el ahora y el dinero le ayuda a conseguir todas esas cosas que le encantan –ropa, perfumes, viajes, autos-. Por eso, siempre quiso estar en televisión y ser su propio jefe, porque tampoco aguanta estar encerrado en una oficina.
-¿Porqué decidiste ser periodista?
"Desde cabro chico me gustó el periodismo. Yo vivía en San Fernando y me iba a meter a las radios para hacer programas de esos típicos de pueblo, también escribía. Es como un sueño autocumplido, siempre me gustó. Hasta cierta etapa de mi vida, todo lo que me propuse resultó".
-Pero pareciera que lo que te gusta es la televisión, más que el periodismo, ¿Quieres ser animador?
"Yo creo que ese es el fin último de todos los que trabajamos en televisión. Es como un bichito que se te pega, como una droga que hace que todos queramos estar en pantalla, y el que diga que no es así, está mintiendo. A uno le encanta ser reconocido, es inherente al ser humano, es inherente a uno. Depende, eso sí, de cómo cada cual lo lleve, porque hay gente que aparece tres meses en pantalla y se vuelve loco, se cambia de casa y de barrio y después desaparece, se frustra y casi termina suicidándose".
-¿Cómo se hace para que eso no suceda?
"Hay que acostumbrase a convivir con ser conocido, porque no es normal que todo el mundo te mire en la calle, no es normal. El hecho de estar expuesto constantemente genera una serie de energías extrañas; hay que acostumbrarse a vivir con eso, que no te nuble y saber que no eres especial ni mejor que los otros, porque sales en la tele. Esa parte la tengo clarita".
-O sea, estudiaste periodismo porque querías aparecer en televisión.
"Sí, quería aparecer en la tele, quería ser famoso... claro".
- Y esto de quedarte de notero tanto tiempo ¿te complica?
"Mmm, por un lado soy como el referente de los noteros, el primero, pero, por otro, me he vuelto el abuelo de los noteros. Claro, es que yo empecé, moviéndome en la calle, entrevistando desde el Presidente a gente humilde; hacía cinco notas diarias en directo... ¡era mucho! Con el tiempo se fueron sumando otros, como Pablo Millas o la Jennifer Warner..."
-Pero ellos emigraron y tú te fuiste quedando.
"Sí, bueno, es que hay distintos factores. Creo que el miedo me paralizó para no seguir avanzando".
-¿Miedo a qué?
"A lo desconocido, a quedarme sin pega. El miedo paraliza y creo que fui un gallo que tuvo muchos años miedo. Tenía miedo de avanzar y, también de fracasar.
"Yo soy responsable de eso, pero también quienes trabajaban conmigo, que consideraron que yo era el mejor en esa área y, entonces, cada vez que yo iba a dar un paso...
no, no, no, paguémosle más, pero que se quede donde está, porque es el mejor en esa pega. Esa es una carga y una mochila que llevo hasta el día de hoy".
-¿Todavía?
"Claro, hablo con un gerente para ofrecerle algún proyecto y me dice
Ay, pa' qué te querís cambiar, si tú eres el mejor gallo de la calle. Lo que pasa es que soy el mejor en esto de poder crear de la nada una situación, en términos de poder salir limpio en una entrevista, de no equivocarme mucho, de hablar bien y de manejarme en distintos grupos etáreos y socioeconómicos; desde políticos a gente muy humilde".
Insiste en que el mismo hecho de ser notero hace tanto tiempo le ha entregado un sinnúmero de herramientas; entre ellas, conocer distintas situaciones y poder involucrarse en ellas, saber de lo que esta hablando. "Si me mandan a hablar con la gente de escasos recursos, tengo la experiencia de haber trabajado con el Hogar de Cristo; he estado con los sin casa, en los terremotos, en las inundaciones. Casi todas las situaciones cotidianas son parte de mi background. Eso ha hecho que me quede ahí y ahí y ahí", explica.
-¿Cómo te sientes respecto a eso?
"Bueno, eso cambió un poco cuando me vine al canal 13; me siento más reconocido que los doce años que estuve en TVN, porque el 13 me dio la posibilidad de conducir un programa que, aunque sea corto, sólo de verano y tenga que volver a lo mismo, me siento más valorado".
-Pero en TVN también reemplazaste a los conductores del "Buenos Días a Todos" durante el verano, algunas veces?
"Pero era distinto. Este es un programa para Germán Valenzuela, lo otro eran reemplazos de unos días. Aquí se elaboró un proyecto para que lo condujera yo, acompañado de la Jeanette Moenne Loccoz".
-O sea, te resultó esa polera que decía "Quiero ser rostro".
(Se ríe) "Me resultó, claro que me resultó. Todo fue trabajado y marketeado. Yo creo que el canal me premió con este cuento. Igual hay una responsabilidad, porque –bien o mal- es el programa dedicado a la familia del canal".
-¿Qué pasará cuando tengas que volver a la calle, a hacer tus móviles de siempre?
"No me deja de gustar, si igual me entretengo. Me agrada no tener jefe, decidir mis temas, estar en la calle, manejar mis tiempos, jugar, ser libre sin que nadie me libretee, reírme un poco..."
-Es que llevas tanto tiempo que pocos deben atreverse a decirte algo o a contradecirte.
"Nooo, si, más que nada, me dicen
hazlo como tú sabes. Por eso me ha costado tanto salir... ahí me quedo pegado. Esto de animar ha sido una oportunidad".
-¿Te sientes cómodo en el papel de conductor?
"Me gustaría hacer algo mucho más en mi estilo, pero igual estoy feliz".
-¿Qué es algo más a tu estilo'?
"Más de chuchoqueo, más de reír, más de doble sentido, más picarón, más de jugar".
-¿Como Felipe Camiroaga?
"Sí, como Felipe, yo le reconozco todos sus méritos. Me gusta el contacto con la gente, me gustaría tener un programa con mucho público... mujeres, jóvenes, niños".
-Lo que hacías en las playas o en Estación Central.
"Eso, pero trasladado a un estudio. A lo mejor no resultaría, pero en la calle resultaba y muy bien; además, es casi cero costo.
"Como soy un gallo que no me manejo con libreto nunca, tengo la intuición de saber quién del público sirve para el show. Fijaté que a mí nunca me dan dicho que no en la calle; es decir, poca gente no me ha querido contestar, pero nunca se han enojado ni nada por el estilo porque les pregunte. Esa es mi capacidad en el fondo, el manejarme bien en la calle".
Siempre sonriente, se deshace en elogios hacia su propio trabajo y al cariño que siente que le tiene la gente. También destaca esa capacidad suya de "dar vuelta situaciones" y reírse y hacer que el telespectador se ría con él cuando las cosas le salen mal.
Recuerda con cariño que la gente lo invitaba a almorzar en sus casas o le daba mil cosas en la calle para que comiera. "Por eso engordé como vaca, también", dice en medio de una carcajada.
-¿Qué va a pasar con el corazoncito cuando dejes de conducir?
"Na' poh, me va a dar un poco de pena, pero me han pasado peores cosas en la vida... he estado sin pega, así que –por último- tengo pega. Eso es lo importante.
"Además, me pagan bastante bien para el mercado. Voy a volver a ser el suche de antes, no más, jajaja".
-¿Es cierto o de la boca para afuera?, porque eras harto egocéntrico antes.
"Sí, es cierto, pero a todos nos pasa, porque estás sometido a estímulos permanentes y esa cuestión te afecta de alguna manera, pero yo no me quedé pegado en eso. Esa etapa mía ya pasó y no duró mucho tampoco".
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