Es una verdadera gitana, nómada, de hacer y deshacer maletas y pasar largas temporadas en un país y estando ahí, hacer viajes relámpagos a las ciudades de las cercanías.
En sus correrías va acompañada por su esposo, manager y productor, Ricardo Fernández, con quien lleva 23 años junto y con el que se casó –en una gira- después de 13 años de relación.
Sus primeras itinerancias las hizo acompañada de su hija, Carolina (entonces una púber), quien permaneció la estada pasada en Buenos Aires, Chile y algo en México, pero, hoy con dos hijos, ya está absolutamente radicada en Argentina.
-¿No estás cansada de no tener un lugar establecido?
“Sí, es por eso que me regresé de México. En los dos últimos años que estuve allá surgió el programa de tv, “Lo que callamos las mujeres”, y algunos estelares; entonces se presentó toda una seducción de radicarme allá. Era el momento, dije me compro casa, me estabilizo, aprendo hablar en mexicano”.
-¿Y qué te dijo Nora, no?
“Que mi mamá está sola, vieja; que mi única hermana, a quien amo, vivió una tragedia familiar; que mi hija tiene hijitos –uno de 2 años y una de 5 meses, que es un clon mío- y que todo lo cotidiano que es desde una risa hasta una discusión, uno lo quiere”.
-¿Te has perdidos muchas cosas?
“Muchas, muchas; casamientos de mis sobrinos, las penas de mi hermana, el nacimiento de mi nieto”.
Aún no tiene claro si se va a quedar en Mendoza o en Santiago. “Me siento ciudadana del mundo totalmente, pero lo que me gusta de Santiago es que es muy parecido a Mendoza, que me queda cerca y que tengo mucha onda con el chileno; además tenemos una región argentina que es Reñaca”, lanza una carcajada.
“Es como guua, llegué a casa”, agrega.
-¿Te ha ayudado en este itinerar el tener al marido al lado?
“Me ha acompañado mucho y en esos momentos donde estás por tirar la toalla, él está. Además, tené presente que yo vivo en “Sur-realismo” tanto la mujer que se queda embarazada como la mujer que llega al climaterio; eso es fuerte”.
“La soledad... si no tenés un par que conoce la historia familiar, que conoce tu proceso de angustia, de búsqueda, de flaquezas, ¡puta!, no sé, te pegai un tiro”.
Además, de “Sur-realismo”, han trabajo junto en otras producciones en donde “en algunas nos ha ido re mal y hemos perdido toda la plata y por ahí, en algunas, nos ha ido muy bien”.
-¿Tiene su lado malo trabajar juntos?
“Es fuerte, porque un productor te puede salir mal empresario, pero cuando tu marido es tu socio, tu manager, tu productor, mantener esa línea, el límite, es harto difícil. Es toda una escuela de aprendizaje, porque a tu marido le podés decir huevón cuando estás enojada y termina siendo una cosa doméstica. Ha sido un aprendizaje para los dos, para Ricardo también, porque en el rol que nos tocó jugar, yo soy la mujer fuerte, en bambalinas, y en el 90% de las ocasiones es al revés, él es el fuerte y el que me reúne cuando estoy convertida en un puzzle al cual no le encuentro las piezas”.
Nora se emociona: “Además de que es mi marido, es muy buena gente y esto te lo podría decir aunque me divorciara mañana”.
-¿Cuál de tus personajes has utilizado para mantener vigente tu relación?
“Mira, la receta es que cuando viene la etapa de te mando a la chucha hay que buscarse en el otro y en la meta que se tenía en el largo plazo cuando se empezó.
“Hay una energía, una frase, que puse ahora en la obra que dice cuando nosotros decidimos una vida de a dos, no era acá donde queríamos llegar; entonces, si nos vamos a divorciar, nos tenemos que divorciar a los besos, a los abrazos, y en cuanto hacemos eso ay, huevón, te vuelvo a querer. Además, como que siempre estamos buscando, hemos hecho terapia de pareja, hemos pasado momentos muy fuertes, hemos transitado momentos de crisis aguda y siempre nos rescató eso y el sentido del humor”.