Cuando sube la temperatura, las manos no tardan en evidenciar el deterioro que implica el estar siempre expuestas. Las razones de tal daño tienen que ver con agresiones externas y con su fragilidad estructural. La epidermis que las cubre posee menos glándulas sebáceas que otras zonas del cuerpo, lo que la hace vulnerable como barrera protectora natural. De las agresiones que llegan del ambiente destaca la radiación ultravioleta, que junto con acelerar el envejecimiento, incrementa la deshidratación y favorece las manchas. Este riesgo no disminuye en invierno, ya que las nubes no filtran los rayos UV.
Igual de agresivas son las temperaturas extremas. El frío disminuye la actividad enzimática de la piel y la secreción sudorípara, lo que incide en una constitución defectuosa del film hidrolipídico que recubre las manos. El calor estimula la evaporación de agua acrecentando la resequedad. Un efecto similar tiene la calefacción y lo seco del clima.
El contacto frecuente con jabones y detergentes también es perjudicial. Estos productos al limpiar también eliminan lípidos del film hidrolipídico, lo que lo debilita y favorece la excesiva evaporación de agua y descamación de la piel. Si el jabón además es alcalino, altera el pH cutáneo que en condiciones normales es ácido. Eso modifica el film protector, pudiendo incluso provocar alteraciones en las proteínas de la capa córnea. De ahí que se recomiende reemplazar el jabón por un syndet o sustituto de jabón, que limpia sin agredir, pues no posee detergente.
Hay ocasiones en que la tersura de las manos también depende de factores internos. Cuando se produce una disfunción de las glándulas sebáceas la epidermis queda más desprovista de lípidos y se reseca. También se pueden producir disfunciones sudoríparas, que alteran el contenido acuoso del film hidrolipídico, modificando su pH y atenuando su capacidad bactericida.
Pauta de cuidados
1. Lo primero es hacer del uso de la crema hidratante un hábito, que además de aportar agua forma una película que las protege durante unas horas de las agresiones ambientales. Debiera aplicarse después de cada lavado, pero si no es posible, por lo menos una vez en la mañana y otra en la noche. Las fórmulas actuales además están enriquecidas con vitamina E o coenzima Q10, que previenen el envejecimiento prematuro. Si están muy secas también se puede preparar una mascarilla en la casa. Sólo hay que untarlas con una crema bien densa, y cubrirlas con guantes de algodón. El ideal es hacerlo en la noche para dejar actuar la máscara durante la noche.
2. Conscientes de que la radiación ultravioleta es responsable de gran parte del deterioro, no debiera descuidarse el uso de filtro solar. Lo más cómodo es escoger cremas que lo contengan - mínimo SPF15- , de lo contrario hay que aplicar la crema hidratante y sobre ella el filtro solar.
3. Exfoliar las manos no es muy común, pero cuando se hace los beneficios son evidentes. No en vano se incluye en la mayoría de los tratamientos profesionales para el cuidado de las manos. Y es que como en el resto del cuerpo, las células muertas no siempre se desprenden a tiempo y alteran la textura y luminosidad de la piel. Se puede usar un exfoliante común y basta con hacerlo una vez por semana, repasando en zonas donde las células se acumulan más como es la coyuntura de los dedos. De inmedito se recupera la suavidad, y se favorece la absorción de las cremas que se apliquen después.