Es bastante más flaco de lo que se ve en televisión y tiene una tremenda energía que se refleja en sus gestos y actitudes. No le gusta la superficialidad y se le nota. Habla pausadamente, con una voz ronca muy varonil y, si bien, no es muy alto, está claro que lo eligen para galán por su fuerza interpretativa y su apostura.
No parecen gustarle mucho las entrevistas, porque aún cuando es muy cortés, contesta distante y racionalizando cada respuesta. No obstante, después de un rato, empieza a relajarse, se ríe y se devela una persona culta, interesante y muy preparada.
-¿Por qué decidiste ser actor?
"La respuesta es muy sencilla... ¡fue un accidente! Yo no quería ser actor. Me gustaba la psicología, pero uno de los ramos era matemáticas y no me iba muy bien, así que no alcanzó el puntaje. Hice un ciclo básico para ver si podía cambiarme, pero desistí.
"Mi segunda opción era ser director de cine: Así que me fui a estudiar dirección de teatro a una escuela privada –Eses-, porque estaban cerradas todas las escuelas de teatro en este país, ya que era lo que hacía resistencia todavía. Sin embargo, tuvo que cerrar por problemas políticos y yo quedé un poco volando".
-¿Entonces te fuiste a la escuela de Fernando González?
"Claro, los profesores del Eses me incentivaron a que estudiara teatro y empecé a buscar; pregunté cuál era la mejor escuela y me dijeron que fuera donde Fernando González.
"Entré como por curiosidad y Fernando me entregó un oficio, me enseñó a querer este arte, a entenderlo y terminé siendo actor, pero, como te digo, fue un accidente, nunca una decisión tan drástica".
-¿Venías de un ambiente familiarizado con la cosa artística o fue un golpe familiar?
"No, la verdad es que fue un poco un impacto; sobre todo para mi papá, mi mamá estaba feliz, me dijo que hiciera lo que yo quisiera y me apoyó en todo. Mi papá no estaba muy conforme, pero tampoco era una persona que me restringiera: él respetaba la libertad de cada cual; decía que
cada uno debe rascarse con sus propias uñas y tomar las decisiones que crea son las adecuadas. En ese sentido no tuve problema".
A pesar de que se hizo conocido a nivel nacional por sus papeles en las teleseries de TVN, Álvaro tiene una larga carrera que comenzó en las tablas. "Yo trabajé muchos más años en teatro que en televisión. Partí muy chico, actuando cuando estaba en la escuela y me invitaron a participar en cosas más profesionales. En esa época participé en un grupo que hacía teatro poblacional en La Granja. Era un festival y gané un premio como mejor actor ¡Fue bien bonito!".
-¿Para ese entonces ya estabas convencido de que actuar era tu vocación?
"No, me lo tomaba casi como un hobby, era un paso para entender lo que era la dirección".
No obstante, en el segundo año de escuela ya integraba el elenco de "Marat Sade" que montaron los alumnos que egresaban ese año de la escuela de teatro de la Universidad de Chile; entre ellos Francisco Melo. Fue su primera incursión profesional en serio y la obra ganó un APES.
-¡Partiste a lo grande!
"Estuve siempre en lugares bastante neurálgicos, donde se estaban moviendo proyectos súper interesantes, súper buenos, ¡tuve esa suerte!"
-También formaste tu propia compañía,
"Sí, con Marcelo Leona, la Nona Fernández y la María José Galleguillos, formamos una compañía que se llamaba Merry Melody; después ellos se dedicaron a escribir y yo seguí actuando. Ahora son guionistas de teleserie súper reconocidos. Estuvimos cerca de tres años trabajando; siempre estuvimos funcionando".
- ¿O sea te ha ido bien como actor?
"Yo creo que por eso me empecé a quedar, porque dije
me está yendo bien y a la gente le gusta como actúo; además me presentaban buenos proyectos".
- ¿Proyectos de teatro "pensante" o que hace pensar?
"Claro. Lo curioso es que por eso mismo la idea de ser director de cine se fue diluyendo. Encontré que el espacio escénico es un lenguaje que, aunque muy distinto, es muy fuerte, muy potente y muy importante para concebir ideas; un real espacio creativo y por eso me quedé".
- En teatro lo último que hiciste fue "Padre", ¿o no?
"Sí la trilogía 'Patria' de Rodrigo Pérez. Partimos con 'Cuerpo', luego 'Madre' y ahora "Padre"; las tres nos acapararon dos años completos".
Explica que, además, la oportunidad de conocer y trabajar con creadores y directores de la talla de Alfredo Castro, Rodrigo Pérez, Ramón Llao y Fernando González le ha entregado la posibilidad de observar el oficio de director desde su papel de actor. "El diálogo que tuve con ellos ha sido súper enriquecedor, por lo tanto no tengo nada de que quejarme... al contrario".
-Tu fuerte son las tablas ¿Cómo llegaste a la televisión? ¿Tenías el típico prejuicio de que el verdadero actor es el de teatro?
"Claro es el prejuicio de todos, la televisión como una falacia de la burguesía para confundir al proletariado, jaja. Al principio, me resistí, pero, después, tuve que reconocer que no conocía el oficio, que es súper complejo. Me encontré con la que la gente que estaba acá y me saqué el sombrero, porque es muy difícil trabajar en televisión. De partida, porque uno es un engranaje más, no tiene como mayor desarrollo creativo en el amplio sentido de la palabra".
-¿Cómo así?
"Esto es una empresa y, de alguna manera, puede que uno establezca un rol más funcionario, pero el cuento es (sube la voz) que uno es rostro, uno es el que pone la cara; claro que hay todo un engranaje detrás que lo está sosteniendo y uno sólo es una parte de él. Es súper complejo cómo funciona. Lo encuentro muy interesante y muy difícil de hacer. Yo me siento mucho mejor haciendo teatro."
-¿Por qué difícil?
"Por el registro. El registro de trabajar en televisión es oficio muy distinto al del teatro y hay que aprenderlo, hay que cambiar el switch. Hay que aprender a manejarse ante las cámaras, los silencios, los tiempos; son distintos a los tiempos del teatro, aquí no se puede hacer una elaboración emocional. Se necesita ser rudo para hacer televisión y poder mantenerse".
- Comenzaste con papeles secundarios, ¿fue por opción o porque se dio así?
"En el minuto me llamaron. La Verónica Saquel y Kena Rencoret me fueron a buscar a mi egreso, cuando yo estaba haciendo "Bodas de Sangre" en la sala Agustín Siré. Me llamaron a mí a la Ángela Contreras, al Pablo Schwartz y a otro niño más.
"Yo siempre digo
yo no vine a buscar pega, a mí me fueron a buscar. No necesité de mandar currículum, gracias a Dios... a mí me fueron a buscar al teatro (reitera), y yo dije
pues bueno, esta es la oportunidad de conocer".
-Insisto en lo de lo del papel secundario.
"Es que se armó como una cosa histórica, porque 'Ámame' fue la primera teleserie con rostros nuevos. Allí yo tenía un papel bastante importante, era secundario, pero de soporte. Ahí me hice famoso (se ríe). Con esa serie partió toda la cosa de la farándula y las revistas del corazón; así comenzó esa industria.
"Hubo un cambio importante en el concepto de hacer teleserie, pasó a un nivel de industria impresionante. Fue bonito haber sido testigo de ese momento, pero ya se estableció y hoy estamos en un statu quo".
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