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Una vida ligada a la banca

01 de Marzo de 2007 | 11:10 |
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Cerca de 20 mil créditos son los que ha entregado el Finam, una filial del Women´s World Banking, desde que empezó sus operaciones en Chile en 1989.

La corporación surgió del interés de mujeres profesionales que vieron la necesidad de tender a sus pares, en circunstancias más precarias, una mano. Por eso, desde entonces, otorgan créditos que van desde los $150 mil a los 3,5 millones de pesos.

Isabel Infante se muestra satisfecha con el hecho de que unas 2 mil mujeres sean las que permanentemente se encuentran en la cartera vigente de Finam y con ellas intentan mantener a raya el monto de morosidad –un 5%- que les permite el BID, entidad que les entregó en dos tandas de 500 mil dólares cada una, a 25 años plazo.

-¿Cómo les va en eso?
“Normalmente tenemos una morosidad mayor, pero a final de año, con nuestras ganancias hacemos el ajuste y el castigo de la cartera.
“Las instituciones formales tienen un 1 y tanto y otros como el BanIgualdad tienen poca morosidad porque es el resto del grupo el que presiona para el pago. Ahora, eso tiene un sistema de operaciones muy costo porque hay que preparar a los grupos antes de emprender”.

-¿No están a pérdida?
“No, porque el crédito del BID es en condiciones muy blandas, incluidos 7 años de gracia. Se suma que el costo de operaciones de nosotros es muy bajo, porque nuestros funcionarios no son profesionales; tenemos técnicos financieros”.

Una de las razones de lo anterior es que el Finam postula a ciertos subsidios estatales como el de Sercotec que les permite contar con las personas que hagan las visitas en terreno de las potenciales clientas.

Ingeniera comercial de la Universidad de Chile, Isabel Infante se encuentra al frente del Finam desde marzo de 1996, aún cuando forma parte del grupo de las fundadoras.

Estudió en la casa universitaria estatal debido a que su hermana melliza, María Teresa (ex ministra del Trabajo), ingresó a la misma carrera en la Católica y ella vio en esto la oportunidad de separar un poco sus vidas. Ambas han hecho carreras exitosas que las hicieron merecedoras del premio “100 Mujeres Líderes” que entrega “El Mercurio”, aunque en años diferentes.

“Me tocó toda la época de la UP. Viví en huelga desde el año ’69 al ’73... mira todo lo que te pueda decir de clases suspendidas porque había que ir a apoyar a los compañeros a tal parte. Carlos Ominami, que era de mi escuela, parado sobre una silla gritando; nunca tuve vacaciones porque estudiábamos en enero y febrero”, recuerda con alegría.

Después de hacer la práctica en la distribuidora Codina (la única que no se estatizó), recibirse y viajar algunos meses por Europa, empezó a trabajar, en 1975, en el departamento de personal de la U, donde le tocó vincularse al tema de la escala única de remuneraciones.

Eso le abrió las puertas, un año después, en ProChile, donde se hizo cargo del mismo tema. Finalmente, en 1978, se trasladó a la Superintendencia de Bancos donde trabajó 18 años e hizo una larga carrera pasando por diferentes divisiones.

-Toda una vida. ¿Qué te hizo salir de ahí y llegar al Finam?
“Hice las cosas al revés. Me casé recién a los 34 años, ya tenía todo un respaldo profesional y vino la etapa de crianza de mis hijas; me di cuenta que necesitaba –cuando nació mi tercera hija- más libertad. Me planteé, aunque no fue la crisis de los 40, si quería o no jubilarme ahí y se dio la oportunidad de llegar al Finam. Aquí pacté horario flexible”.
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