Hace calor y el estudio que Chilevisión acondicionó en una antigua industria de Quilín no cuenta con muchas comodidades, ni siquiera la sala de maquillaje tiene aire acondicionado, sólo un par de ventiladores; pero a José Palma parece no importarle, se pasea en una polera blanca por el patio, mostrando su musculatura y posando con buena disposición para el fotógrafo.
Es joven, divertido y se nota que le encanta lo que hace. No tiene problemas para volver a tomarse las fotos, después que se le pide que se muestre como su personaje de "Vivir con 10", Simón Amenábar, el complejo hijo del antagonista que encarna Willy Semler.
Sentado casi en el suelo en uno de los únicos lugares con sombra, contesta en un tono muy juvenil y despreocupado; a veces, con un tono parecido al de un niño consentido, pero siempre risueño y sencillo.
-¿Estudiar teatro fue siempre tu opción?
"Me gustaba mucho la música y, por ahí, me empezó a gustar la teatralidad de las bandas de rock y todo eso. Me acerqué al teatro cuando chico, como en primero medio; empecé a ir harto, me gustó y me enrollé con estudiar teatro".
-¿Con las tablas?
"Claro, encontraba demasiado increíble este mundillo en que, en una hora, uno entraba en un mundo paralelo... ¡me gustaba mucho!
"De ahí, me quedé piolita, y dejé que siguieran pensando que iba a ser abogado, como se suponía..."
-¿Por qué? ¿Tu papá es abogado?
"No, pero yo como que estaba obsesionado con eso desde chico. Pero, cuando salí de cuarto medio, me la jugué y me metí a la Chile a estudiar".
-¿Qué dijeron tus padres?
"Bien... o sea, les parecía riesgoso, como a todos. Además que, el '98, cuando entré, no estaba este auge que tiene ahora. Les pareció arriesgado, pero me vieron contento y me apoyaron, no más".
-¿Los dos? ¿Incondicionalmente?
"Mi mamá era más sobreprotectora, pero mi viejo dijo
dale, si es lo que querís, hazlo bien".
Cuenta que, mientras estaba en la universidad, se dedicó más bien a escribir obras dramáticas que a actuar, incluso estuvo seleccionado en un concurso de dramaturgia nacional con una de las dos obras que escribió y luego montó.
La primera se llamó "Diarrea", que es una adaptación de "Medea", la obra clásica griega escrita por Eurípides. Luego vino "Titanic", la historia de un topless. Las dos obtuvieron el Fondo para el arte (Fondart) del ministerio de Educación y tuvieron su temporada.
También trabajó con "Teatro El Hijo", haciendo algunos montajes con esa agrupación; entre ellos, "La urgencia", "La profesora de danza contemporánea" y "Pecados capitales".
Hace tres años se dedicó de lleno a la actuación y entró a la televisión, pero en papeles menores para series como "Enigma".
-¿No te llamaba mucho la atención la tv?
"No me había acercado a este mundo. Había hecho un casting para otro canal cuando salí de la escuela, pero nada más".
-Y ahora, ¿por qué?
"Me pareció la consecuencia lógica después de haber trabajado en varias series y creo que me gusta. Es un buen lugar para aprender a actuar, esto de estar todos los días, con ritmo, creando un personaje".
-¿Frustraciones?
"¿Frustraciones y dolores? Amorosos... los que siempre hay cuando uno va creciendo, pero, en general, no. Soy un tipo tranquilo y que me siento bastante pleno en lo que hago. Me gusta diversificarme, además".
-¿Qué estás haciendo ahora, aparte de la teleserie?
"Estoy sacando música, que era un tema postergado; lo estoy logrando y trabajando duro en eso, aún sin saber bien para qué".
-¿Componiendo o tocando?
"Componiendo y tocando, acompañado por bandas, una onda media western".
-¿Qué tocas?
"Una guitarra tejana, antigua. Vamos desde los Rolling Stones a blues viejo, a rockabilly, a una performance por ahí. Ha sido entretenido, ese rollo mío sin saber hacia dónde se va a proyectar. Soy inquieto".
-¿Y proyecciones?
"Diversificarme; ojalá hacer cine, que me interesa mucho; si es que se da, volver a ser autor de proyectos personales, pero también seguir trabajando en estas oportunidades que, insisto, son un gran lugar para desarrollarse como actor en un grupo humano muy grato ¡Ojalá la vida me vaya dando de ambos lados!”
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