Sin proponérselo, se vio envuelta en la polémica. Como asesora de imagen de la animadora Tonka Tomicic para el Festival de Viña del Mar, se la responsabilizó de inducir a la modelo a optar por diseños de modistos extranjeros en vez de chilenos.
El tema, en todo caso, a ella no le movió ni un pelo.
Sarika Rodrik tiene oficio y una larga trayectoria en el mundo de la moda como para incomodarse con las críticas que le hicieron.
Dueña de la tienda del mismo nombre en Isidora Goyenechea y de “Eserre”, en Alonso de Córdova, esta empresaria es una palabra autorizada en lo que a estilo y moda se refiere y no tiene pelos en la lengua para criticar algunas de actitudes de los chilenos, como la hipocresía.
-¿Cómo definirías el estilo de los chilenos? ¿Ha cambiado?
“Creo que la gente de la calle, la común y corriente, está mucho mejor que hace 10 o 15 años; ellos tienen ahora más acceso a vestirse bien, la gente joven que va a trabajar temprano, se queda en las casas o anda en micro se viste mucho mejor. Veo más el progreso en la clase media baja, C2, C3, que en los ABC1”.
-¿Qué ha pasado con los de mayor poder adquisitivo?
“Ellos todavía no tienen estilo, tampoco quieren diferenciarse, entonces bajan a la masa, en general, no todo el mundo”.
-¿Pecan de seguir la moda?
“No pecan de seguir la moda, sino que ellos no quieren gastar y no asumen un buen estilo, más europeo; un estilo con mejor calidad de cosas y distintas. El estilo se ve en no uniformarse con el resto, usar cosas diferentes y sacarse provecho. En Chile están todavía un poco uniformadas”.
-¿A lo grandes tiendas?
“Sí... uno no va por la calle y se da vuelta para decir
qué bien vestida va esa mujer, todas van iguales”.
-¿Revela eso un problema en la industria de la moda chilena?
“Creo que en Chile no hay industria del vestuario, todos son copias de copias. Las personas traen cosas de las temporadas pasadas, las mandan a hacer a China al precio más barato, a un dólar, y las vende acá a $ 7.990... y con esos precios no puedes pretender tener una moda espectacular”.
-Pero, se supone que tenemos diseñadores de alta costura, quienes se sintieron ofendidos en la última polémica. ¿Los tenemos?
“Deben haber, si ellos dicen que son de alta costura y han aprendido, deben haber, pero creo que les falta un poco de creatividad o de atrevimiento o quizás usar buenas telas, que son muy caras. A lo mejor no les da para superarse por los precios porque es súper importante la calidad de la tela. Si la gente paga 500 mil pesos, no puede pretender vestir como los extranjeros que usan cosas de superior calidad. Quizás tienen buena confección, pero es importante también el buen material que es caro. Creo que por ahí va el cuento, no es que no sepan coser ni diseñar, se puede tener un muy buen diseño, pero si el género no es el adecuado, no es de primera, no pasará nada”.
-¿Qué implica vestir a la moda?
“Hay dos tipos de moda. Una es la que te transforma en un
fashion victim y eso es latero y no es bonito. Lo otro es adaptar la moda a cada uno, no seguirla, sino que tomarla y ajustarla al gusto propio, la estatura, el peso, el color.
“Vestir a la moda significa saber elegir el pantalón adecuado con el zapato adecuado, la cartera, la blusa adecuada. Hay que ver todos los accesorios”.
-¿La moda es desechable de una temporada a otra?
“No, por lo menos en lo que yo vendo, no. Hay clientas que compran una pieza que la usan todo un año, luego la dejan de utilizar por un tiempo y después se la vuelven a poner. La moda no es una cosa pasajera, la ropa buena uno la puede combinar; en mi tienda las cosas no pasan y... ojalá hubieran pasado, porque así vendería más” (dice con una sonrisa).
-En tu público objetivo, ¿cómo se comporta la mujer? ¿Sigue siendo temerosa?
“Mis clientas han evolucionado, ya no tienen miedo al que dirán. Nadie se mira al espejo y dice
ay, no sé. Se atreven, también, a venir solas, porque antes lo hacían con la amiga y ella las tira siempre para abajo. ¡Y es imposible ganarle a la amiga!
“Hoy tienen más seguridad en sí mismas”.
-¿Se arriesgan con cosas más estrafalarias?
“Acá no hay nada así, si tú miras mi tienda te podrías poner todo lo que hay en ella. Yo no disfrazo a la gente. Tampoco tengo vendo eso de que
si te pones algo vas a matar, no es mi estilo. Lo que busco es que, primero, la mujer se sienta cómoda, agradada dentro de su estilo porque uno así luce las cosas mucho mejor y las amortiza. Trato de que la gente se vea bien”.
-¿Las chilenas están dispuestas a gastar más por un buen producto?
“Bueno, acá, generalmente, las cosas las van a usar y disfrutar, pero aquí no hay compradoras impulsivas, se trata de gente que tiene una sensibilidad especial por las cosas de buena calidad. Uno es impulsiva con las cosas baratas, no se puede serlo con las cosas caras”.
-Siempre se ha sostenido que el chileno no quiere ostentar y por eso no compra grandes marcas, que es conservador.
“No creo eso, creo que el chileno se camufla en una imagen que no es verdadera. A todo el mundo le gusta la ropa, nadie me puede decir que a las mujeres no les guste y para mí, eso de la austeridad no existe, para mí existe la avaricia, quererse poco. ¿Qué austeridad? Tienen una casa increíble y no se sabe si son el junior o el dueño de casa. Se da eso de no querer aparentar”.
-El mundo de televisión y el deporte, en los últimos años, ha develado que se viste con grandes marcas. Iván Zamorano lo hace con Armani....
“A ver, Bam Bam se viste con Armani Exchange que es la línea más barata de Armani que se vende nada más que en Estados Unidos.
“Mis clientes, por lo menos, compran lo que les queda bien y no miran qué marca es, no vienen pidiendo un Valentino o Moschino, sino lo que les gusta. Ahora, las marcas te dan calidad y es un agrado usarlas, pero mis clientes no son esclavos de las marcas”.
-¿Crees que en ese mundo algunos usan tu nombre, es decir, no son tus clientes y afirman serlo?
“Hay gente, no sé si son de la televisión, pero algunos dicen que son clientes de acá y no lo son. Bueno, si eso los hace sentir mejor o creen que les da estatus, problema de ellos y si mi nombran me hacen propaganda” (entre risas).
La asesoría de Sarika a Tonka Tomicic no fue la primera que ha hecho para una animadora del Festival de Viña. En el pasado lo hizo, en varias oportunidades, con Myriam Hernández y tampoco las elecciones de traje estuvieron ajenas de polémica.
Algunos de los vestidos de Tonka están en la vitrina de la tienda para la venta y sus valores son cercanos a los 2 millones de pesos, mientras que los que más caros, cercanos a los 4 millones, no se ofrecen.
-¿Fue la mejor elección optar por diseñadores extranjeros en vez de chilenos?
“Sabes lo que pasa, han habido más de 40 años de Festival y siempre ha pasado lo mismo. La Myriam Hernández, en una oportunidad se vistió con un diseñador chileno y fue bastante criticada, le echaron la culpa de que se veía más gorda; la Cecilia Bolocco lo hizo con una diseñadora colombiana, pero ahora está con Rubén, Rubén (Campos). Mira, no se por qué les da tanto conmigo; no, yo sé porque”.
-¿Por qué?
“Es feo que lo diga, pero es una cosa totalmente...” (piensa la palabra).
-¿Chaquetera?
“Sí. Mira, la Tonka pudo haber elegido a varios diseñadores y le habrían diseñado, cada uno, una cosa para lucirse ellos, no la Tonka. Habría sido un mix de cosas sin darle un estilo a ella.
“Además, ninguno podría haberle dado a Tonka la cantidad de vestidos que yo, el vestido de la Teletón, los dos de les selecciones nacionales, el de la gala y los doce del Festival. Para esos 16 vestidos nosotros teníamos 30. ¿Qué diseñador hubiera podido tener esa cantidad sin haberlos mostrado nunca en un desfile ni prestado?”
-Dentro de las críticas que se hizo es que Tonka se vistió para un matrimonio y no para un Festival?
“No sé la diferencia entre un matrimonio y un Festival; no creo que un Festival sea para disfrazar a una persona. Además, yo voy a hartos matrimonios y nunca he visto gente tan bien vestida (se ríe).
“Ahora les dio a todos por ser nacionalistas, ¿’de a onde’? Por qué la Tonka no va a poder usar un Valentino. Además, cuando a Myriam le traje un vestido que era más como Festival, más teatral, más pasarela, también lo criticaron. Es imposible darles en el gusto; lo importante es que la Tonka se sintió muy cómoda y se pudo concentrar en el micrófono y no en que se le saliera una pechuga; sabía que se veía bien y punto”.
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