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¿Fracasos? “Uno se levanta de nuevo”

21 de Marzo de 2007 | 10:30 |
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Esta ingeniera comercial de la Universidad Católica puede decir que sus trabajos son de largo aliento, con una excepción. Estuvo cerca de 20 años en Bancard, que después pasó a llamarse Fincard y luego Banefe, llegando a la gerencia general; de ahí derivó a LanChile donde estuvo otros 6 años más y llegó al cargo de vicepresidenta de organización y procesos. Su última ocupación, antes de aterrizar en el Hogar de Cristo, fue Casa&Ideas donde alcanzó a estar sólo 5 meses, porque a los tres sufrió una gran desilusión y resolvió que ahí no podía seguir.

Su currículo es todo un logro si se considera que entró a estudiar en la universidad cuando ya tenía hijos y unos buenos años de matrimonio.

-¿Entraste a estudiar a la UC...?
“De vieja (no deja terminar la pregunta, entre risas). Al salir del colegio entré a estudiar licenciatura en matemáticas, pero al año me casé; dejé de estudiar por 6 años y volví a la universidad ya con dos hijos”.

-¿Qué te impulsó a dar ese paso?
“Después que me casé nos fuimos a vivir a Iquique, ahí me dediqué a cuidar a mis niños, tejí y bordé; pero claramente, me empecé a dar cuenta que tenía que estudiar cuando la mayor entró al jardín. Tenía dos opciones dije o juego bridge o me pongo a estudiar; además, yo creo que siempre quise estudiar y trabajar, lo que pasa es que se dieron las condiciones para que estuviera 6 años en mi casa... pero, sabís, los disfruté a concho y fui una excelente dueña de casa, aunque sabía que tenía que volver a estudiar, porque no iba a ser feliz en mi casa ya que me iba a sobrar el tiempo y no iba a poder entregar algo más de valor agregado a la sociedad”.

-Llegaste alto en tu trayectoria, ¿qué trabas tuviste que superar en el camino?
“Tuve que superar, como toda mujer, un cargo de conciencia enorme porque me gustaba trabajar y siempre tenía la sensación sobre si era suficiente el tiempo que le dedicaba a mis hijos. Creo que socialmente las mujeres tenemos en eso un castigo significativo y eso que mi generación –quizás- es la del cambio. Diría que mi generación es la de las mujeres que entraron al mundo laboral con una presencia importante. No estar en mi casa me costó, no fue fácil para mí.
“Dentro de lo laboral, creo que a igualdad de condiciones se privilegia al hombre; siempre lo he dicho, que el machismo dentro de la empresas existe, uno tiene que ser mejor que el hombre para poder llegar a tener lo que él tiene por derecho propio; o sea, el hombre tiene una gran cantidad de cosas que la mujer tiene que pelear. Diría que hay que trabajar harto, sacarse la mugre.
“Ahora, si tú me preguntas si yo me propuse llegar donde llegué, la verdad es que no; se fueron dando las cosas y si no hubiera llegado al puesto de más arriba, igual hubiera sido feliz. Lo pasaba bien en la pega, siempre para mí ha sido importante trabajar harto porque soy trabajólica, pero pasarlo bien y cuando dejo de pasarlo bien, me cambio”.

-¿Y aparte de tu familia, qué otros sacrificios tuviste que hacer?
“Yo creo que no muchos. Si es en tiempo para cosas personales, para hobbies... bueno soy una convencida de que uno hace lo que quiere hacer, o sea, la opción de vida que tuve es la que yo decidí tomar”.

-¿Tuviste que ser más racional, menos emotiva?
“No, diría que un poco al revés, que logré mostrar que la afectividad y la emotividad eran rentable. Quizás por ser mujer me lo permitía; yo soy bastante acelerada, bastante eficiente y efectiva y eso hacía que mi afectividad fuese perdonada, incluso el llanto -porque la verdad es que soy bastante llorona- el cariño, la risa, el abrazo, el afecto era como bien recibido. Si un hombre hubiese sido afectivo como yo lo hubieran encontrado como (no encuentra la palabra)...no puede ser porque a un hombre no se le permite la afectividad. Y si hubiera sido menos efectiva no se me habría perdonado ser afectiva; creo que la mezcla fue aceptada”.

-¿Te ayudó en algo ser mujer?
“Siempre he lo dicho, creo que, efectivamente, porque hay pocas mujeres en cierto nivel nos consideran exitosas; o sea, si fuéramos miles, lo más probable es que la Susana Tonda sería una del montón y no me habrían dado premio; creo que hay una discriminación positiva en eso cuando hay pocas.
“Ahora, también es cierto que para que te vaya bien en un cargo de liderazgo da lo mismo que seas hombre o mujer, lo importante es que tengas características especiales y en el caso de la mujer hace que los liderazgos sean más integrales. La parte afectiva y empática ayuda a tener un liderazgo diferente, pero soy una convencida de que los equipos mixtos son los mejores; puras mujeres o puros hombres son un desastre”.

-En tu larga carrera ¿puedes señalar momentos duros, difíciles?
“Creo que los más difíciles son cuando uno tiene que tomar decisiones que afectan a las personas; o sea, si uno tiene que tomar la decisión de reducir personal cuando se hacen fusiones, eso es tremendo, es fuerte, por más que lo hagas bien. Uno sabe que en esos procesos se están afectando familias y que esa gente que lo ha dado el todo por el todo se va debilitar; distinto es cuando la persona lo ha hecho pésimo, o fue desleal o metió las manos.
“También pasa cuando se cambian modalidades de trabajo para hacer las cosas mejor; estadísticamente se sabe que un tercio de las personas se va a subir al carro rápidamente, que a otro tercio le va a costar y el tercio final no se va a subir. Hay personas a las cuales la tecnología y las nuevas metodologías las supera y ahí también te duele desvincularlos, porque en su momento fueron tremendamente útiles para la organización. Son cosas fuertes, uno se cuestiona si lo estará haciendo bien, si se estará preocupando del mayor bienestar de la mayor cantidad de gente posible”.

-¿Fue fuerte tu paso por Casa&Ideas por el hecho de ser un proyecto que te duró poco?
“Claro que sí, para mí fue un fracaso; me sentí frustrada. Cuando estaba en Lan quise irme a trabajar a un negocio más chiquitito, que además es precioso -porque a mí me encanta Casa&Ideas- y empecé a trabajar con la gente y yo me proyecté que podía hacer una cosa entretenida y bonita ahí y cuando el tema no funcionó, por supuesto que fue un fracaso.
“Sentí que me había equivocado, que por diversas razones no podía continuar y que además, había un grupo de personas que les habría encantado que yo hubiese seguido. Lo pasé mal, súper mal”.

-¿Qué hace la Susana Tonda cuando fracasa?
“Se levanta de nuevo. Creo que los fracasos y errores son absolutamente humanos. Alguien me preguntó que era la resiliencia y yo le dije que creo que todo el mundo tiene derecho a equivocarse y si no lo hace, pucha, es porque algo raro hay, o no estai haciendo nada o le estás echando la culpa al del lado.
“Lo importante es tener más éxitos que fracasos, pero estos son parte del aprendizaje”.

Entre risas, Susana confiesa que cuando ya había salido de Casa&Ideas y comenzó a tener tratativas de trabajo con diversas personas, nada la llenaba hasta que recibió el llamado del Hogar de Cristo. “Y ahí pensé que el problema que había tenido no fue casualidad porque es muy raro tener un problema a los tres meses. Estoy súper contenta”, dice.

-¿Estar aquí lo ves como un retiro?
“No, creo que me quedan 4 o 5 años de trabajo full time, ahora, sí lo veo como mi última vida activa. Si me preguntas cómo me visualizo, si voy a tener otra pega en otra parte, no, no, creo que es muy probable que en 6 años me dedique a trabajar menos; creo que éste va a ser mi último trabajo a este ritmo”.

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