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“¡Soy enamoradizo!”

27 de Marzo de 2007 | 10:00 |
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Héctor Morales es un santiaguino de 24 años, soltero y que vive sólo desde que tenía 18; es uno de aquellos que no cree en el contrato del matrimonio, pero si tiene muchas ganas de formar una familia y sobre todo de tener hijos.

El talentoso joven actor proviene de una familia humilde; sus padres se separaron cuando estaba muy niño y se crió junto a su abuela; tiene una hermana menor de 17 años que tiene un gusto por la vida totalmente distinto al suyo.

Fuera de las cámaras y de las tablas, Morales es un hombre tímido, sensible y ‘llorón’; la pesadumbre por la injusticia, el dolor, el hambre y el sufrimiento ajeno son muchas de sus razones.

-¿Cómo fue tu niñez?
“Mi niñez la recuerdo principalmente muy cerca de mi abuela, también de mis padres, pero ellos se separaron; la recuerdo como una bonita etapa. Viví en la casa de mi abuela mucho tiempo hasta que estuve grande, cuando murió se hizo más fuerte el lazo y tengo su recuerdo muy presente; los días domingo la visito en el cementerio y luego a mi familia, pero debo hacer un tour, para compartir con ellos, almorzar y tomar el té”.

-¿Estar en la televisión te hace exitoso con las mujeres?
“He descubierto que es un mito, mis compañeros que están casados están bien, pero los que estamos solteros, estamos muy botados, tanto hombres como mujeres; hay romancillos y cada uno tiene su cuento, pero pasa un fenómeno muy raro y es que de repente la gente se asusta”.

-¿Cómo así?
“Cuando voy a una fiesta la gente te puede decir te encuentro súper guapo o te dicen me caes súper bien, ¡pero luego se van!; pareciera que para ellos es súper peligroso relacionarse con alguien que está en televisión. Una vez le decía a una niña que no estaba pololeando y ella decía que no podía creerlo; lo que pasa es que, desde que entré a la ‘tele’, la gente me mira distinto, porque quizás uno asusta; te dicen que buscan algo más tranquilo y más piola, o que, si salimos, la gente se va enterar.
“Tengo compañeros que les pasa lo mismo y que son mucho más conocidos. Uno está en su casa viendo la ‘tele’ y habla con ellos en la noche y les preguntas que están haciendo y ellos te dicen que están viendo la ‘tele’; nos reímos, porque se piensa que por ser actor te la pasas carretiando todo el tiempo, pero no es así, simplemente estamos en la casa, como cualquier persona... frente al televisor”.

-¿Eres de pololeos largos?
Héctor sonríe pícaramente y dice: “No cortos, ¡creo que soy muy difícil!, muy obsesivo con el trabajo. Vivo sólo, entonces tengo mañas de persona sola, como querer tener un objeto exclusivamente en un sólo lugar. También porque me puedo enamorar muy fácil desde el minuto en que conozco a alguien (sonríe) pero también me puedo desenamorar con la misma facilidad. ¡Soy enamoradizo! Me pregunto como hay personas que pueden durar tantos años. Los pololeos largos me aburren, o quizás no conozco el amor”.

- Vives haciendo personajes alegres en la TV. ¿Héctor Morales llora algunas vez?
“Soy muy llorón, lloro mucho y lo hago en cualquier parte; puedo hacerlo en el auto escuchando música que me recuerde al colegio, a mi abuela o de algún amigo o amiga que esté lejos. La gente me ve a través de mis personajes como una persona joven, taquillera, carretero, que le gusta el reggaeton, pero no se imagina que pueda ir a una fiesta y sólo me quede sentado en una esquina. Cuando voy es por un rato; soy muy distinto y más tranquilo, ¿cachai?
“Estoy más conectado con momentos dolorosos de la vida que a veces la gente no quiere mirar. Me duele mucho lo que le pasa a la gente ‘normal’, es decir aquella que no es conocida y que tiene tantas cosas que decir también. Para mí no es menor, lo que pasa con el Transantiago, porque así como hay un progreso del país, no encuentro justo que aquellos que no tienen un auto la pasen mal. Veo que hay 50 personas, entre ellos, una abuelita y/o una señora con una guagua, luchando con un nuevo sistema, eso me genera una profunda impotencia y me da mucha rabia”.

-¿Se debe a tus orígenes humildes?
“Mi familia también es muy humilde, mi padre es chofer de Transantiago y mi madre trabaja en un supermercado. De pronto me encuentro ahora viviendo una vida más cómoda, debido a que mi trabajo lo permite y sin duda siempre estoy en contacto con ellos y los ayudo mucho; pero cuando te enfrentas con realidades duras no dejas de emocionarte”. (Se toma las manos tocando sus dedos, luego se disculpa y prende un cigarrillo).

Fuma un poco y continúa: “Siento que mi vida sigue siendo la misma, sólo que ahora tengo un trabajo que me da otras posibilidades, quizás de viajar. No es una vida muy distinta tampoco, hago cosas que todo el mundo hace como salir a montar bicicleta y eso hace que me involucre con la realidad de los demás”.

Pasando a un tema más cordial, ¿te gusta cocinar?
“Sí, mucho. Voy al supermercado y tomo todos los ingredientes que necesito; pero lo que me encanta preparar son las pastas, es especial los ñoquis”.

-¿Algún pasatiempo?
“No tengo mucho tiempo libre, porque estoy trabajando en un proyecto. Abrí una sala que queda en la cima del Parque Metropolitano, donde está el funicular; es una sala multicultural que expondrá fotografía, pintura, teatro y videoarte; se inaugurará en abril o mayo y se llama ‘Salón Tudor’, tiene una vista de todo Santiago. El poco tiempo que me queda lo comparto con mi familia y amigos que no veo”.

-¿Vicio privado?
“Algo que hago completamente solo, y no comparto con nadie, es ir a nadar, a veces por varias horas; de repente me quedo en la piscina pensando. Es un momento que no comparto con nadie, ni siquiera lo sabe mucha gente, tampoco lo cuento, es algo que va más allá del deporte, es un relax personal, de tranquilidad. Voy muy temprano antes de grabar o muy tarde a las 10 de la noche”.
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