Siente que la actuación cruza su vida de forma muy importante; por eso, también, siempre dice que le gustan los roles protagónicos, pues implican un mayor esfuerzo y hacen que la propia vida, en ese preciso instante, se arme a partir del personaje. "Este oficio, a mí particularmente, me cruza toda la existencia con toda la vanidad que ello implica, por cierto, pero tiene que ver con eso".
Ricardo Fernández decidió ser actor por una serie de coincidencias; entre ellas, que tuvo la oportunidad de hacer mucho teatro en el colegio y eso le ayudó a dilucidar su vocación, pero, fundamentalmente, por el placer que sentía mientras representaba un papel y todas las emociones y sensaciones que se despertaron en él.
"Realmente fue tan violenta la revelación de todo esto, que terminé por considerarlo mi opción profesional. Era tanto el placer y todas las cosas que movilizaba en mí, que dije
¡bueno, será esto lo mío!", cuenta sonriendo.
Paciente y con una sensación de paz interior, reflexiona sus respuestas sin perder nunca la sonrisa. Aunque no le gusta que lo cataloguen así e incluso le pide al fotógrafo que vuelva cuando no esté vestido de su personaje –el marido "cuico" de "Corazón de María"-, sino informal como es él, tiene pinta de "niñito bien": bonito más que buenmozo, de facciones casi perfectas y un porte y peso armónicos.
Sin embargo, su placidez aparente no se condice con su cuerpo, que no puede estar quieto; se mueve constantemente en la silla, juega con las manos, fuma. Y cómo si no, si cuando chico tomaba Ritalín por lo hiperactivo y sus padres eran constantemente llamados al colegio por lo inquieto. "Eran muy pocas cosas las que me podían contener y la actuación me ocupaba. Todos los preparativos previos a la actuación misma, me mantenían ocupado, no me aburría, y eso empezó a ejercer una fascinación en mí", confiesa.
-¿Sigues fascinado?
"Sí. Bueno, las cosas cambian; la mirada del actor se va transformando, porque es un oficio muy ligado a la existencia, a la vida misma. Creo que la misión de todo actor es estar con un pie, si no con los dos, en la realidad. El actor, por definición, es un gran observador; en el sentido, que es el encargado de representar de la manera más efectiva posible la realidad. Eso es, por lo menos, lo que me interesa a mí".
- Un poco lo que hiciste al representar a un homosexual en "Cómplices".
"Claro, de eso nos ocupamos con Cantillana (Néstor), de hacer una radiografía un poco más profunda del mundo gay... No me gusta mencionarlo así".
-¿Por qué?
"Porque siento que, con el solo hecho de nombrarlo así, se establece una diferencia... los blancos, los negros, los amarillos... yo creo que, a estas alturas del partido, esas diferencias no existen".
-Eso desde el arte, que es vanguardia, pero no es lo que sucede en la globalidad de la sociedad.
"Es cierto. La verdad es que tuvimos la maravillosa posibilidad de hacer en serio y, también, dignificar un poco a los gays. De mostrar que es gente absolutamente normal, con los conflictos, las penas y las alegrías de la gente normal. Como toda la gente y como toda relación de pareja. No hay diferencias esenciales en términos humanos; sí en lo social, ahí se provocan los conflictos".
-¿Todos los papeles los enfrentas con la misma profundidad?
"Sí, eso es lo que trato siempre. Poder representar lo más fielmente posible a la humanidad, aunque no es sólo eso, porque también tiene que ver con una búsqueda de uno mismo. Finalmente, siento yo, que no es muy efectivo imitar, porque los roles también están cruzados por uno; en cada rol, uno también tiene la oportunidad de opinar".
-¿Qué muestra Alonso García, tu personaje?
"En este rol hay una opinión política muy fuerte de lo que yo pienso de este tipo de personajes. Es un tipo que fundamentalmente está definido y construido desde la clase; son generaciones criadas de una manera muy determinada y muy particular, además.
"Pero, claro, esa es una opinión muy personal y, cuando digo que me permite opinar políticamente, me refiero que el personaje está sacado de cuajo de la realidad, que tiene que ver con temas contingentes".
-Pero no es el malo de la película.
"No, no está planteado como el malo, pero al avanzar la historia, sí empieza a sufrir grandes transformaciones. Dentro de su estructura, recibe muy mal los cambios que experimenta su pareja y empieza a tener sentimientos y emociones que jamás había experimentado.
"Siento que él corresponde a una estructura de pensamiento donde se hacen las cosas porque tienen que hacerse... ¡es un puro deber ser! Viene de una familia muy poderosa, muy bien posicionada socialmente, tienen mucho dinero y él responde a eso siendo un médico muy exitoso también...¡todo es puro éxito! Alonso es un reflejo de lo que esta sociedad capitalista espera de un individuo".
-¿Por eso no quisiste salir en las fotos vestido como tu personaje?
"No, no me gusta. A ver, siento que el vestuario contribuye mucho a armar este rol. Y eso que esta es una de las tenidas más piola... hay otras ¡terribles! En realidad, no quiero hacer un juicio de valor... es muy 'adecuado' su look".
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