“Soy nacido y malcriado en Santiago... ¡soy un roto del Mapocho!”, dice orgulloso de sus orígenes. Sus padres sí eran campesinos: él venía de Cauquenes y ella de Coelemu, pero se vinieron a la capital en busca de mejores oportunidades. Aquí se conocieron y tuvieron a sus hijos.
Jorge Yáñez nació el año 1937, el 10 de febrero, en plena época de depresión, y la mala situación de la familia continuó por mucho tiempo. Recuerda con la mirada un poco perdida, las largas colas para comprar carbón que hacía su madre cuando él era niño.
-¿Qué número de hijo es?
“El penúltimo. Tuve una familia muy bonita, a pesar de que mi madre se separó de mi padre cuando los más chicos éramos guaguas; yo conocí a mi padre a los 20 años. Ella se quedó con todos los niños y nos sacó adelante”.
No obstante, cuenta que en largas conversaciones con su madre, se dio cuenta que los cuestionamientos contra su padre no era lógicos, porque él los había dejado para irse al sur buscando mejores horizontes para la familia que no encontró y su mamá no pudo acompañarlo por la cantidad de hijos que tenían.
Todos los hermanos empezaron a trabajar chicos para ayudar con el mantenimiento de la casa; el único que estudió en la universidad fue Jorge, pero, humilde, dice: “Pero teatro no más”.
-¿Por qué “no más”?
“No es que lo mire en menos, pero es que para mí es tan natural, aunque igual es una puerta que se abre, la universidad”.
Más de una complicación familiar le produjo ser el único universitario y artista, más encima; hasta su matrimonio se complicó y terminaron separándose, pero después de haber concebido seis hijos, cinco hombres y una mujer, que es la luz de sus ojos y es psicóloga.
“Dicen que la quiero más a ella y ¡claro!, la relación es distinta. A veces los otros me lo recrimminan, pero yo les digo ¡pero si es mujer!. Es distinta la forma de relacionarse, ella es más cariñosa, más de abrazar y besar... ¡es diferente, pues!”, explica.
Tres de ellos siguieron los pasos de su padre y son artistas. “Uno solo es igual que yo, el Leo, que estudió teatro y es músico”.
-¿Pasatiempos?
“¿Yo?, vagabundeo mucho; me gusta salir y juntarme con mis amigotes. Hago natación cuando puedo y juego al billar por la Unión Española. También voy mucho al cine, me encanta. Tengo una colección de películas antiguas de todo tipo: musicales, de aventura, psicológicas, casi todas las de Marilyn Monroe, de Humprey Bogart, de Gene Kelly, de Sinatra. De los últimos, me encanta Jack Nicholson; si encuentro una película suya, la compro”.
-A pesar de que le gusta “vagabundear” por el centro, vive en Maipú, ¿por qué?
“La marea me llevó pa’ allá”.
-¿La marea?
Estalla en una sonora carcajada y dice: “¡Después del naufragio, pues!”
Sigue riéndose y explica que se fue a vivir allá después de separarse de su mujer. Allá vive con su actual pareja. Tiene 10 nietos, los mayores viven en Suecia. “La mayor tiene 24 años y todavía no me han dado bisnietos”.
La risa da paso a un llanto contenido cuando cuenta que dos de sus hijos estuvieron presos, porque pertenecían al MIR y fueron detenidos y condenados durante el régimen militar. El mayor salió al exilio, después de estar en Pisagua; el segundo fue condenado a 12 años de prisión, pero salió en la primera amnistía del Presidente Aylwin. “Lo fueron a buscar a mi casa y durante cinco días estuvo desaparecido... no, ¡fue terrible!” Se le quiebra la voz y los ojos se le llenan de lágrimas y se queda callado por un buen rato.
Al poco rato recobra su humor habitual, se ríe, cuenta anécdotas de su larga trayectoria y también que le gusta mucho leer. Hoy está leyendo “Llamadas telefónicas” de Bolaño y una entrevista a Octavio Paz; también releyendo “El mestizo Alejo”, porque su hijo mayor, que ahora vive en Barcelona y es cineasta, quiere hacer una película sobre el libro.
En música, además del folclor –latinoamericano e incluso el country -, le encantan los clásicos, porque lo relajan, sobre todo cuando va manejando; también Alberto Cortés, Roberto Carlos, Frank Sinatra, Los Beatles y Elvis Presley. “O sea, toda la música en realidad. También me gusta mucho bailar rock and roll”.
-¿Vicio privado?
“Me fumo un cigarrillo diario. Me prohibieron fumar por razones de salud, pero todas las noches llego a mi casa, converso un rato, me tomo un traguito, un whisky, y me fumo mi cigarrito.
“Vicios no tengo: vino sólo con las comidas, marihuana he probado alguna vez; una vez coca y otros trigos, pero no me gusta... ¿Mujeres? ¡Capaz que haya tenido cien en mi vida, pero todas de a una!”
Y termina riéndose a carcajadas, como a él le gusta, disfrutando la vida.