A pesar de haber pasado momentos muy difíciles durante su carrera, como durante el régimen militar que prácticamente no tuvo trabajo, jamás capituló, porque desde que descubrió su amor por el teatro y la tradición popular, prácticamente se hizo adicto y nunca más pudo dejarlos.
Durante tres o cuatro años estuvo dedicado solamente a trabajar la cultura popular solidaria –"trabajaba por amor"-, acompañaba a las familias en las ollas comunes, participaba de eventos populares para juntar fondos. "Fue una época muy triste", dice y se quiebra.
-¿Por qué se emociona tanto?
"Fue una época muy triste, no me gusta hablar de eso, me pone triste, mucho". Y los ojos se le llenan de lágrimas.
-¿Nunca le pasó nada?
"No sé cómo, pero nunca, tuve suerte; lo que yo sufrí, lo sufrieron mis hijos, después".
-Por eso siempre trabajó en Canal 13.
"Hice una teleserie para el 7, 'Manuel Rodríguez', pero vino el golpe y nunca más actué en TVN, fui borrado de sus anales, yo no existía. En el 13 hice, por decirlo así, una carrera. No me fui nunca más y en la época de Pinochet, trabajé en varias teleseries, sobre todo con Arturo Moya Grau".
-Actualmente trabaja con Jorge Zabaleta que no tiene estudios formales de actuación, ¿le parecen indispensables?
"Creo que los estudios no hacen un actor, sólo lo preparan. Todos somos actores, venimos a este mundo con tales o cuales aptitudes y condiciones. Además, el teatro está en la vida; todos cambiamos, al ir al supermercado, cuando nos arreglamos para una fiesta, etc".
-Retomemos, ¿"El gorro de lana" es de esa época en que se refugió más que nada en la música y el cantar popular?
"Sí, es del '74; la grabé el '77 y salió a la venta el '78. La hice para alegrar a la gente, para transmitir un poco de humor. Se hizo famosa, porque tiene un carácter unitario, alegre. Con las canciones de protesta la gente hasta llora, con el 'Gorro de lana' se toma de las manos y canta".
-Hay quienes lo acusan de machista por la letra.
Lanza una carcajada. "A lo mejor, inconscientemente, pero no me parece, es una canción de amor, en que algo no está funcionando en la pareja y él le reclama a ella".
A principios de los '60 empieza su amor por el folclor; son los tiempos de Violeta Parra y Yáñez se fascina con su música, a pesar de que no logró conocerla en persona, y con el neo folclor de esos años.
"Yo era muy asiduo a las peñas y ahí conocí al 'Piojo' Salinas; nos hicimos muy amigos, llegamos a ser compadres. Él, con su guitarra, payaba, se reía de y con la gente y a mí se me ocurrió contestarle un día. Me acuerdo hasta el día de hoy que me hizo pebre cuando me contestó", cuenta riéndose.
Un poco picado en su amor propio, empezó a escribir sus coplas y payas en su casa, luego a improvisar, hasta que aprendió y se convirtió en cantor popular. Pero también en intérprete folclórico y compositor.
Con cariño, recuerda como méritos de la televisión, los estelares de corte folclórico que se hacían unos años atrás, como "Chilenazo" que conducía Jorge Rencoret en el Canal 11. En esos programas empezó a hacerse conocido también como autor e intérprete y por sus payas campesinas.
-¿Con qué se queda? ¿La actuación, el canto, las payas?
"Con todo".
-Pero si tuviera que optar.
"Me quedaría con el canto popular".
-¿Por qué?
"Porque siento que en el folclor yo puedo hacer un aporte. Estoy haciendo patria, defendiendo un patrimonio cultural, una cultura que nos pertenece a todos nosotros".
-¿Qué futuro le ve al folclor?
"Creo que sube por un lado y baja por otro. Baja en la discusión, en lo que opina la gente, porque los medios no lo difunden. Sube en la gente común y corriente, porque el folclor es una manifestación tan fuerte que es como la religión, aumenta, aumenta, sin que sea promocionada o difundida. En los medios no está, pero sí en la gente".