EMOLTV

Los hombres más guapos de Chile

Convertida en una mujer con una misión, me senté a codiciar hombres ajenos y cual quinceañera, terminé elaborando la lista de los hombres más guapos. Y aquí están mis favoritos.

25 de Abril de 2007 | 16:00 |
El senior coquetón: Hernán Somerville
Serán los trajes a rayas o los pañuelos de seda que saca con una variedad y frecuencia digna de payaso en plena rutina, pero de verdad, Hernán Somerville es uno de esos hombres que despiertan amores platónicos. Será el aire de banquero internacional, será la chasca desordenada, como de científico loco, será el hecho de que maneja tanta plata. No lo tengo claro: Pero que me gusta, me gusta. El ex presidente de la Corporación de la Producción y el Comercio, con su aire de caballero, los modales de hombre que viene de vuelta y el pelo revuelto representa algo así como la esperanza que pasados los 60 la coquetería sigue intacta.

OK, suena a que terminé de volverme loca, pero me encanta ese caballero. Podría ser mi padre o mi suegro, pero lo encuentro interesante. Me imagino que es de los caballeros a la antigua, que abre y cierra la puerta y que si una se para de la mesa, él también se pone de pie. Very polite. Y entremedio, explica teoría económica y cómo salvar al país de la debacle y el sobreendeudamiento.

Además, vive en una realidad paralela: lo entrevistaron hace una semana y no tenía idea cuánto vale un pasaje en el metro, o un kilo de pan, ni nada concreto. Tiene estilo y me cae muy bien. Empata en mis afectos con Vittorio Corbo.

El Canitrot: Sergio Lagos
Es cierto: si uno mira objetivamente a Sergio Lagos, se parece un poco a Frankenstein, con ese cuerpo largo y la frente amplia, pero basta escucharlo un par de minutos para que esa impresión se borre y una se declare un poco enamorada. Porque si bien tiene lapsus medio disléxicos, se da vueltas y dice 100 palabras que juntas no significan mucho, es uno de los galanes más codiciados desde que se apareció por la tele.

Es desordenado, fiestero, hiperventilado, gritón, escandaloso, un poco pintamonos y roba cámaras; la pesadilla de sus vecinos, y uno no puede evitar amarlo. Es algo así como el Canitrot de la oficina, siempre rodeado de mujeres deseosas de irse con él de parranda, y que más encima se pelean los micrófonos de los programas de farándula para decir qué les hizo, cuándo y dónde. Soltero empedernido, por supuesto que despierta ese chip del alma femenina que nos obliga a intentar arreglar al hombre con problemas. Además, es como una historia de superación permanente: Carmelo 2.0, niño del sur que se viene a la capital, conquista Santiago con sus gritos y pasa a ser macho codiciado.

El Príncipe Azul: Cristián Arriagada
Desde que apareció en la pantalla tuve la certeza que algún día iba a terminar enamorándome de Cristián Arriagada. Tuve hartas excusas para resistirme un rato: que tiene como seis años menos que yo, capaz que hasta sea ilegal que lo mire con otros ojos; que siempre hace de bueno y yo tengo predilección por los chicos malos; que hay que darle un poco de tiempo, porque le falta sacarse la cara de leche para que se vea más hombre. Pero este año, se me acabaron las excusas. Cristián Arriagada, convertido en Federico de Floribella, me tiene completamente conquistada. Convertida en una niña de 13 años. Es cierto que se plancha el pelo más que yo y que a ratos dan ganas de zamarrearlo porque no se avispa con la pobre Flor. También me carga que se deje dominar y pisotear por la novia más tóxica del planeta.

Da lo mismo todo. Basta, está demasiado guapo. Cristián Arriagada en el papel de Federico se ha convertido en mi obsesión de las tardes. Quiero verlo haciendo de perno, preocupado por sus insufribles hermanos, suspirando por la nana con el clóset más caro de la historia. Mientras más me gusta, más compadezco a las niñas sub 15, que por culpa de este hombre van a terminar peor que yo. Obvio, porque crecerán pensando que SÍ existe el Príncipe Azul y que vive en Chile, y además, se convencerán que el príncipe azul ya no llega sobre un caballo blanco, sino que en auto y es tan democrático que hasta la niña con menos recursos puede conquistarlo.

El ministro sex symbol: Ricardo Lagos Weber
La verdad es que nunca veo las noticias. Prefiero esperar que llegue la mañana siguiente y leer el diario. Es tanta la histeria colectiva a la que llaman los noticieros a mi parecer, que me estreso, me siento viviendo en Beirut. Por eso leo sólo el diario. Por esas casualidades de la vida, alguna vez la tele se quedó encendida después de las nueve de la noche y me topé con él, peluseando en cámara, y me enamoré.

Lagos Weber representa la venganza del compañero de curso gordo, que creció y se puso interesante. Si la vida fuese un colegio, Lagos Weber debe haber sido el que se sentaba atrás, molestaba al resto, ponía los sobrenombres más graciosos y después, daba la prueba con aire de no estudié nada y se sacaba un siete. Ese es para mí el ministro vocero. Porque cada vez que le preguntan cómo está el país, él se ríe de todos, tira una talla medio pesada que a otra persona no se la perdonaría, pero con él, a una se le llena la cara de risa. Mochila al hombro, con esos ternos una talla más chica de lo que corresponde y sus anteojos de intelectual ondero, me tiene conquistada. Además que está el peso del apellido. Llamarse Lagos y ser hijo del ex Presidente igual le suma puntos a su sex appeal. El factor suegro con poder nunca está de más. Las encuestas de opinión pública lo tendrán de pushing ball, pero igual es un sex symbol. Un lujo de hombre.

El sibarita: Daniel Greve
Para conocer a este guapetón hay que tener cable y ser un poco sibarita. Daniel Greve, periodista gastronómico, apareció este año en Canal 13 cable, copa de vino en mano y una sonrisa coquetona, paseando por Chile, comiendo muy refinadamente y enseñando lo necesario como para sonar a mujer de gusto refinado en las comidas con amigos. Daniel Greve, con su programa "Cobe", convirtió el conocimiento específico de gastronomía en un tema interesante para las mujeres que andamos con las hormonas revolucionadas, buscando hombres que además de ser guapos sean interesantes. Y ahí está Greve, con su copa y sus entrevistas, un hombre al que hay que prestarle atención. Y que me enorgullece presentarle a mis compañeras de género que no lo conocían aún. Un sibarita con onda que educa por la tele. Y que en el proceso, además, se ve bastante bien.

El chileno que debería estar en Hollywood: Jordi Castell
La primera vez que vi en persona a Jordi Castell fue en un taco, arriba de su auto. Casi me morí. Por un par de segundos pensé que Jude Law, el galán británico más infiel de la historia, estaba de paso por nuestra humilde y angosta faja de tierra. Pero no. Era él. El fotógrafo rey del estilo, y que más encima, es simpático. El hombre que todas quisiéramos tener de novio o mejor amigo, aunque esté claro que a la hora de conquistar, tendríamos problemas por los gustos similares. Jordi personifica al hombre más femenino que una misma, que sabemos que está fuera de nuestro alcance por un tema de orientación sexual, pero que no podemos dejar de suspirar cuando pasa por el lado. Es el más guapo de Chile. Además, se viste bien, es gracioso, y baila como los dioses. Acompañante ideal para matrimonios o para sacarlo a dar una vuelta a la manzana y despertar envidias. Si algún día se cruza por el radar de un productor hollywoodense, se lo lleva y lo lanza a la fama. Estamos fritas: es perfecto.

El yerno perfecto: Fernando González
Lo conocimos como de 15 años, jugando la Copa Davis contra Argentina, en Buenos Aires, y se entregó por completo por el país. Inolvidable su imagen saliendo en andas del court, deshidratado, con la camiseta mojada de puro esfuerzo por su país, aplaudido hasta por los argentinos por semejante hazaña. El niño símbolo creció y se convirtió en un galán de buenas piernas, educado, correcto, un poco tímido con la prensa, antifarandulero y del que no se conocen excesos. Es el mejor tenista chileno del momento, con ese aire de niño del barrio, al que uno lo ve publicitando la palta y dan ganas de apretarle las mejillas de tan lindo que se ve. Fernando González es el niño bueno, que mi mamá estaría feliz de tener sentado a la mesa del almuerzo del domingo. Es el yerno soñado. Tan de su familia, tan buen cabro, y con tan buenas piernas, más encima. Es algo así como el amigo de toda la vida que un día se pega el estirón y resulta ser un macho de aquéllos, además de una buena persona. Es el anti Chino Ríos. Un tipo mesurado, esforzado, que además va a Atenas y nos trae medallas y no se cree la muerte como su colega Massú. Fernandito es lo máximo. Un orgullo.

El superhéroe encubierto: Andrés Baytelman
La leyenda de Batman habla de un tipo millonario, atormentado, que quiere hacer el bien a su ciudad y por eso, aprovecha todos los recursos que tiene a mano para luchar contra el crimen, y así impedir que otros sufran lo mismo que él. Para mí, Andrés Baytelman, el fiscal adjunto de la Región Metropolitana, es el Batman chileno. Con su pinta de yuppie y su aire justiciero me tiene convencida de que en las noches se pone un traje apretado y sale a luchar contra el crimen, y a la mañana siguiente, no le cuenta a nadie sobre sus acciones heroicas.

Desde que Baytelman salió en pantalla anunciando que tenía cercados a los comerciantes ambulantes, después, cuando lo vi encarcelando a una banda de patos malos, con pinta más peligrosa que los tres hermanos que querían robarle el oro a Rico Mac Pato, supe que podía dormir más tranquila. Duerme tranquila niña inocente, que Baytelman está intentando ponerle atajo al crimen organizado y desorganizado. Es un guapo con rasgos mesiánicos. Uno de mis favoritos del año.

El galán sensible: Pancho Melo
Hace un par de años, todas leímos en el diario que un galán de teleseries sufría por amor y no tenía empacho en declarar a los cuatro vientos que tenía el corazoncito quebrado. Y todas, unas más que otras, se ofrecieron a componerle el destrozado órgano vital, como fuera. Porque si es extraño y poco frecuente ver a un hombre con los sentimientos en la mano, más raro era que el sujeto en cuestión fuera un tipo que recibe piropos triple equis con sólo salir a la calle y caminar un par de pasos. Ése es Pancho Melo, actor, galán de profesión, y ahora locutor de radio Universo. El hombre que reconoce sus penas de amor en público, el mismo que se lanza a defender causas perdidas y que ahora está trabajando para Greenpeace, luchando por salvar a las ballenas del exterminio. Que hace un par de meses abogaba por los niños en situación de riesgo, y que también pide que se detenga la matanza de quiltros callejeros. Un Bono a la chilena. Pancho Melo es un galán preocupado de los grandes temas. Mientras algunas pasamos horas meditando sobre qué color de pelo nos favorece más o menos, él se echa el mundo al hombro y se conmueve con el sufrimiento propio y ajeno, porque además es un hombre que tiene su corazoncito y no se avergüenza de reconocerlo. Ése es Pancho Melo.






EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?