Marcela Jofré (46) siempre tuvo la inquietud de trabajar en algo propio. Eso, sumado al hecho de tener cuatro niños, fue lo que impulsó a esta ingeniera agrónoma a crear Robson Berries, su propia empresa de exportación de arándanos en la Octava Región.
"Ser empleada significaba una rigidez de horarios que era difícil de compatibilizar con mi labor de mamá. Además, siempre me fascinó el tema de la fruta y quería hacer algo entretenido, novedoso y con proyección, y los arándanos cumplen con todos esos requisitos".
Corría el año 1998 cuando compró el campo donde actualmente tiene dos hectáreas destinadas al cultivo de esta fruta. "Partimos con un capital inicial de 100 millones de pesos y con eso compramos el campo, las plantas y contratamos gente. En esa época no había muchas posibilidades de crédito para un empresa del rubro agrícola y, como paralelamente teníamos un negocio forestal con mi marido, nos tiramos a la piscina aprovechando ese respaldo", cuenta.
Saltando obstáculos
Según cuenta, dar empleo es una de las mayores satisfacciones de su negocio. "Estamos en un pueblo chico y acá todos nos conocen porque muchos de los habitantes de Monte Águila trabajan acá. Somos una de las pocas empresas instaladas en el sector".
En el año 2001 logró su primera cosecha, con cerca de mil quinientas cajas y al mismo tiempo partía con su vivero de plantas de frutillas y arándanos.
De ahí en adelante, los números no han hecho más que subir. Las ventas se han duplicado de año en año al punto que de esas mil quinientas cajas pasó a producir y vender cerca de 35 mil en la actualidad, la mayoría de las cuales va al mercado norteamericano.
"Vendemos cerca de un millón y medio de dólares al año, de los cuales un tercio corresponde a la exportación de arándanos y los otros dos a la venta de plantas de frutillas y arándanos de nuestro vivero".
De aquí a dos años espera aumentar su producción, por lo que de las dos hectáreas que tiene plantadas espera pasar a 150 en dos años.
- ¿Fue difícil entrar al negocio de la exportación?
"Sí, es un ámbito donde hay que cuidar muchos detalles y eso lo hace un poco engorroso. Creo que lo que más me ayudó fue que nos preparamos bien y que invertimos harto en viajes y contactos con potenciales clientes. Incluso antes de que tuviera plantados los arándanos ya manejaba bastante información de los mercados e incluso había asegurado mi presencia en los lugares que nos interesaban. El tener contratos a largo plazo con los clientes nos hizo partir con mayor seguridad y nos ayudó a tomar decisiones mucho más tranquilos".
- ¿Tuvo ayuda externa?
"Si, me acerqué a ProChile porque sabía que me podían ayudar. Eso, junto con un diplomado que hice en comercio exterior, me ayudó bastante a conocer y manejarme con el lenguaje y los conceptos que se usan en el rubro de las exportaciones".
Esxplosivo |
El crecimiento promedio de las ventas de Robson Berries es de 50% anual.
Partió con una inversión inicial de $100 millones y actualmente factura cerca un millón y medio de dólares.
En los próximos años esperan llegar a 200 hectáreas destinadas a plantación.
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- ¿Cuáles han sido las principales trabas que ha tenido que enfrentar?
"Los imponderables propios de esta actividad. De hecho, hace poco mandé un cargamento con todo en regla, con el sello de la USDA (United States Department of Agriculture) de Estados Unidos y en alguna parte le sacaron el sello. Cuento corto: la fruta terminó incinerada y yo quedé con un desfase de 30 mil dólares en el flujo de caja".
- ¿Y a nivel de países?
"Aparte del problema con los sellos no he tenido muchos problemas para mandar la fruta al mercado norteamericano, que es bastante exigente. Pero aún no he logrado mandar mis productos al mercado europeo, que es mucho más complicado. Allá están muy interesados en las plantas de frutillas, pero exigen una serie de requisitos, como que estén libres de un virus que está presente en todo el mundo e incluso en Europa, lo que es bien insólito".
- ¿Y el Tratado de Libre Comercio no facilitó las cosas?
"No. Ellos son muy exigentes y eso se suma a que hay una tremenda descoordinación entre las instituciones fitosanitarias chilenas y las europeas. El tema de la exportación de plantas está muy centralizado y eso hace que no haya una buena gestión gubernamental para que este negocio se masifique, lo que es grave porque Chile tiene un tremendo potencial como exportador de plantas de frutillas, pero las trabas burocráticas impiden que eso se desarrolle. Todo esto porque se aprobó que los productos chilenos entraran con ciertos requisitos que son imposibles de cumplir".
- ¿También exporta plantas a Estados Unidos?
"No. La mayor venta de plantas es para el mercado interno. De hecho, la mayoría son inversionistas que ven en la exportación de arándanos una oportunidad de negocios y vienen a comprar plantas y a buscar asesoría. Nosotros hemos exportado la fruta a terceros y además les prestamos servicios de packing y los contactos para afuera".
-¿Y cómo han sido recibidos los arándanos en el mercado norteamericano?
"Allá hay una cultura del consumo de este tipo de frutas súper desarrollada porque conocen sus cualidades para la salud y las valoran. Es parte de la dieta de ellos, aunque sigue siendo considerado un producto premium. Además, en Japón y China han mostrado un gran interés por importar arándanos, pero actualmente la producción chilena no da abasto para abastecer esos mercados".
- ¿Hacia dónde proyectan la expansión de la empresa?
"La idea nuestra ha sido buscar la integración en forma vertical. Tenemos el vivero, nos encargamos de la producción y del proceso de exportación. También estamos trabajando en un proyecto más allá, que es una línea de deshidratados, que son láminas de todo tipo de frutas que son muy apreciadas en el mercado externo como un snack saludable para comer directamente o para usar en repostería".