Al contrario de lo que muchos creen, los rostros de la mamá y del papá no son sólo sombras para un niño recién nacido.
Desde que abre los ojos, el pequeño se siente atraído por los objetos que tienen más elementos en la parte superior -como el rostro humano, con dos ojos y una sola boca-, y por eso a los pocos días ya es capaz de reconocer la cara de su madre.
Así lo explicó la pediatra e investigadora francesa del Centro Nacional de Búsqueda Científica (CNRS), Ghislaine Dehaene-Lambertz, quien se encuentra en el país invitada por la Universidad de Chile.
Evolución acelerada
"Al comienzo, el bebé no ve de la misma manera que nosotros. No tiene la resolución del adulto, pero distingue los colores. Tiene una visión muy mala que no le permite explorar los detalles, y por eso se fija en los objetos más llamativos, como el pelo. Así, si la mamá se pone un gorro o un pañuelo en la cabeza, no la va a reconocer", explica la especialista.
Además, asegura que desde los cuatro días un recién nacido se sentirá atraído por el contacto visual directo. Según las investigaciones, esto se debe al contraste entre blanco y negro (pupila) de los ojos.
"Cuando la persona se pone de perfil ese contraste se pierde, lo que atrae menos al bebé. Lo bueno de esto es que cuando alguien está de frente es porque quiere entrar en comunicación con otra persona", explica.
Esta característica sería propia del ser humano: "Si miro hacia un lado, el bebé va a entender que mi atención cambió. El mono, en cambio, tendrá más problemas en entenderlo. Somos la única especie que tiene blanco alrededor del iris y eso nos permite ver rápidamente hacia dónde se dirige la mirada".
En los meses que siguen, los niños irán desarrollando aún más su vista y podrán fijarse en objetos más pequeños, siempre que éstos se encuentren a unos treinta centímetros, la misma distancia a la que le queda la cara de la madre cuando lo toma en brazos.
"Esto se debe al cristalino, es decir, el lente del ojo. El niño no puede enfocar a otras distancias porque los músculos no están aún bien desarrollados", dice Dehaene-Lambertz.
Y aunque la coordinación entre los ojos y la resolución espacial muy fina necesitará más tiempo, antes del año el niño ya tendrá una vista nítida. "A los nueve meses, ya tiene profundidad de campo y una visión que se aproxima a la del adulto".
En cuanto a la audición del recién nacido, la experta francesa explica que, aunque desde el tercer trimestre de embarazo se desarrolla la audición, su avance es muy lento, ya que depende de las regiones frontales del cerebro que maduran de manera más paulatina.
Pero gracias a exámenes cerebrales no invasivos, los especialistas han descubierto que desde muy temprano pueden distinguir cuando se habla en la lengua materna o en una extranjera.