Vivió en Talca toda su adolescencia, pero se declara colchagüino, porque nació en San Fernando. "Ahí pasé mis primeros once años de vida...provinciano ¡y a mucha honra!", dice serio.
-¿Eso es lo que te permite mirar todo este mundillo de farándula desde afuera?
"Sí, claro".
Esa ciudad sigue siendo su segunda casa, porque aunque su abuelo paterno murió el año antepasado, su abuela sigue viva y viviendo allá. "Mi pieza está intacta... mi mismo velador, mi misma cama, los mismos olores, ¡las mismas sábanas! que cuando yo vivía ahí".
-¡Las sábanas!
"Te lo juro por Dios... sábanas blancas listadas con verde. Mi abuela me regaló unos restos que quedaban; los hice fundas y me los traje p' acá".
Sin duda, la familia es lo más importante en la vida de Jordi, pues ellos han sido en todo momento su refugio y jamás han cuestionado su manera de vivir ni que sea homosexual.
-¿Te costó hacer pública tu condición?
"Nunca tuve conciencia, porque mi familia nunca me hizo sentir que yo fuera distinto por la vida que me había tocado –porque tampoco la elegí-. Mi madre se dio cuenta antes que yo... ¡las madres siempre saben!, me lo confesó tiempo después.
"Entonces, como me crié en un nicho de afecto y de protección, de estimularme todas las cosas que me interesaban, en el momento que se hizo público, tampoco me hice cargo de lo que iba a generar; por lo mismo, porque tengo una familia que jamás me cuestionó nada, y el día que empecé a llegar con mis parejas a mi casa, jamás vi un ceño fruncido.
"De la opinión de los demás no me puedo hacer cargo; tendrá problemas al que le moleste... que se dé vuelta y cambie de canal".
-Pero es curioso lo que sucede contigo, porque muchos son estigmatizados por ser homosexuales y a ti como que todo el mundo te lo permite, incluso las mujeres te piropean.
"¿Te imaginai lo que es para mí eso? ¡Es un halago!, qué fome sería que los hombres no más me tiraran los cagaos... si ya tengo uno que me seduce todos los días, ¿pa' qué quiero más? Te aseguro que no hay nada que me haga sentir más seguro y atractivo que cuando me piropean las mujeres. Obvio, si a las mujeres les gustan los hombres y, en la medida que les resulto atractivo, más hombre voy a ser... ¡obvio! ¡Bienvenidos los piropos de la mujeres!"
-Y, desde ti mismo, ¿te costó asumir la homosexualidad?
"Me acuerdo que desde chico, mi mamá –mi santa madre- me tuvo en sicólogos, en terapias, en trabajos que tenían que ver con que yo aprendiera a vivir libremente y, más allá de eso, yo creo que nunca sentí que nadie me cuestionara o me diera la espalda, así que nunca tuve problemas, nunca me cuestioné nada".
-¿Tampoco en el colegio?
"No, no, y cuando me molestaban, me sentaba en las molestias, qué iba a hacer. Cuando uno genera cosas – y yo sé que genero cosas en los hombres, principalmente en los que tienen rollo con su propia sexualidad y por eso discriminan tanto al resto- no se puede hacer cargo de lo que los otros sienten".
-¿Tienes amigos heterosexuales?
"Mis amigos hombres están todos casados, muchos con hijos y el nivel de intimidad que tengo con ellos, lo tengo también con sus mujeres y sus niños. Sus hijos saben que mi pareja y yo somos igual que su papá y su mamá. Entonces, me muevo en un Chile que no sé si sea el real, pero en el que me siento muy protegido, tanto por mi familia que es mi techo y por mi círculo de amigos que, para mí, es un lujo, un privilegio. Por eso lo cuido tanto".
-¿Alguna vez sentiste alguna atracción heterosexual?
"Sí, yo creo que sí. Tengo la suerte de pensar, actuar y moverme como hombre, de tomar decisiones como tal y de estar en un núcleo en que, mientras más varonil seas, voy a ser más atractivo para la persona que elegí como compañero. Entonces, creo que ese cromosoma rosado que anda por ahí, estuvo siempre".
Lleva cinco años con su actual pareja, un colombiano, y siempre ha sido de relaciones largas, porque "creo en el amor". Alguna vez dijo que su mayor deseo era tener un hijo, pero hoy ya no piensa así; atribuye esas declaraciones a la inmadurez mediática de entonces.
-¿Por qué?
"Por una cuestión social. Obvio que a cualquier hombre le gustaría ser padre, pero no puedo ser tan egoísta de pensar primero en mí y después en este niño o niña –hubiera preferido niña, sin lugar a dudas- que hubiera cargado con el ser 'el hijo de'... ¡no, poh!"
Tiene 40 años, nació el 3 de noviembre de 1966 a las 6:05 de la tarde, pesó 4 kilos 200 y midió 56 centímetros. "Era un gigante, me contó mi madre y, por lo que tengo entendido, tuvo un embarazo bien movido... ¡desde chiquitito jodiendo la pita!", dice muerto de la risa.
Es el hijo único del primer matrimonio de su madre; a su padre apenas lo conoce y no tienen ningún tipo de relación. Vivió en la casa de sus abuelos maternos hasta los 9 años, cuando su mamá volvió a casarse y se fueron a Talca. De esa nueva unión tiene tres hermanos, dos hombres y una mujer, que ya lo han hecho tío tres veces.
Su abuelo materno, Salvador Abusleme, cumplió siempre el rol de padre, hasta hoy, porque sigue vivo; el otro, Eugenio Castell era su "tata", a quien se unió mucho más después de volver de Barcelona, por una cuestión de sangre, de su origen catalán; él murió hace poco.
Abuelas tiene de sobra: la materna, Mildred, lo crió; al morir el '89 (cuando lo cuenta se le llenan los ojos de lágrimas), su abuelo volvió a casarse y ahora se lleva regio con Carmen, "que es una mujer maravillosa y la adoro". El tata Eugenio también enviudó y se casó con "la Anita, que es mi otra abuela, que me regalonea y me da el gusto cuando voy. Me gustan mis abuelas... ¡Algo tengo con la gente mayor! ¡me encantan los viejos!".
Se declara "generación Ritalín", pues tomó ese medicamento desde chico para controlar la hiperactividad que lo persigue hasta hoy. "Uno nunca logra manejar esa naturaleza de estar haciendo veinte cosas a la vez; hay que saber convivir con ella, no es fácil, hay que poner el freno constantemente".
Para botar ansiedad natural, come sano, hace ejercicio y va al gimnasio todos los días de ser posible, aunque en general son cuatro o cinco días a la semana. También se daba tiempo para cocinar, pero ahora ya no le queda; eso sí, le encanta salir a comer a restoranes, porque desde chico se acostumbró al buen paladar. Además le gusta leer y tiene una gran colección de música, desde clásicos a ochenteros; Madonna le encanta.
-¿Vicio privado?
"Si lo digo va a dejar de ser privado (carcajada). Bueno, mi casa es mi oasis; que mi casa esté preciosa, soy un poquitito víctima del diseño, de la decoración, de la estética; sobre todo a nivel de objetos. Estoy siempre muy preocupado del tema tapiz, alfombras, lámparas".
-¿Ondero o clásico?
"Eccléctico. Mi vicio es que mi casa sea preciosa, cálida y acogedora. Me carga el minimalismo y esas ondas... ¡qué frío!"