Siempre ha estado vinculada a dos temas que le fascinan: educación y pobreza. En su inclinación, claramente influyó su familia, pero también la formación que recibió, primero, en el Villa María, después, en las Monjas Inglesas (donde su padre la cambió en 8° básico para que aprendiera castellano) y, finalmente, en la Universidad Católica donde se recibió de socióloga.
Su profesión la ejerció en plenitud en el departamento de estudios de Odeplan (ex Mideplan), al que ingresó en 1975 y tuvo la suerte de trabajar bajo el alero de Miguel Kast. Después continuó desarrollando políticas sociales al frente de la Secretaría de Desarrollo y Asistencia Social, desde 1985 hasta el advenimiento de la democracia en el ´90.
Ex asesora de Canal 13 y fundadora-consejera del Instituto Libertad y Desarrollo, pertenece a una de las familias más influyentes del país con una clara inclinación por lo social.
-¿Te sientes responsable de ser parte del clan Matte Larraín?
“Tengo el karma de la familia Matte. Hay una trayectoria de la familia ligada al servicio público que es bien curiosa; es impresionante ver como se han ido relevando las generaciones en las distintas ramas de la familia. Ahora, también puede ser porque estudie sociología y trabaje con Kast, quien no se contentaba con una negativa y usaba todos los instrumentos posibles hasta dar con la solución.
“Y mi madre también era un ejemplo, trabajó con los sectores pobres e iba todas las semanas a la población de los areneros, en los bajos de Santa Rosa de Las Condes, al lado del río Mapocho. Aprendí por los poros”.
Ella misma se pregunta por qué estudió sociología y se contesta “no sé” a la par que recuerda que su decisión más que sorprendió a su padre que tenía otra idea del futuro de su única hija.
-¿Cuánto ha pesado el sentirte privilegia, parte de una elite?
“Claro, a mí me encanta Chile, podría haber nacido en cualquier lado, pero me gusta este país y quiero que los demás chilenos tengan las mismas oportunidades que yo. A mí me choca vivir en un país donde la gente no tiene las mismas oportunidades, siempre le digo a los jóvenes que miren y se pongan en el lugar del que vive en una población.
“Estoy desesperada con el Transantiago. Salgo de mi oficina, que queda en la calle Phillips, doy la vuelta por el Mercado Central y veo esa cola de personas esperando micro. Yo las miro y pienso en que ellos deben estar sintiendo rabia de verme pasar en un auto vacío; antes llenaba mi auto de obreros, pero ahora me da miedo de que me asalten... y me da vergüenza y me siento responsable de que eso sea así. No sé por qué, creo que porque a uno le enseñaron a mirar las cosas desde esa perspectiva”.
Contra su naturaleza, Patricia Matte aceptó formar parte de una comisión de educación creada por RN y la UDI. Contra su naturaleza, porque “me siento incómoda en el mundo político”, confiesa.
“No creo que todo sea viable para ganar el poder”, dice y hace una advertencia a la oposición: no está dispuesta a transar cuestiones de la LOCE por estrategias de la Alianza.
-¿Qué raíz pesa más en tu pensamiento, el conservador o el liberal?
“Mira, para algunas cosas me ido poniendo cada vez más conservadora y para otras soy súper liberal. Por ejemplo, siendo católica creo que no tenemos que sentarnos en los laureles y decir todo el mundo debe ser católico; no, tenemos que conquistar a otros y por eso, acepto que los musulmanes hagan lo mismo. Por lo mismo, también acepto que exista el colegio Altamira donde lo más importante es la creatividad de los niños y usa su tiempo como quiere.
“En otras cosas soy conservadoras. Creo que se ha sido súper poco serios en Chile en la necesidad de relevar la importancia que tiene la familia, en el sentido de que un niño requiere de una familia estable. Me ido convenciendo, a medida de que me ido poniendo más vieja (se ríe) de que hay ciertos elementos que son esenciales en la formación de los hijos, en el futuro de mi país”.
Próxima a cumplir 64 años, esta profesional dio un giro radical a sus actividades hace unos años y, sin dejar su rol educativo, emprendió el desafío de producir aceite de oliva en la zona de Los Vilos, donde los Matte tienen su refugio.
“El lunes me salto comisión LOCE, todo, y me cambio de mundo porque empezamos la cuarta cosecha de aceitunas”, cuenta entusiasmada.
-¿Por qué asumir más desafíos a estas alturas?
“Porque me encanta. Así como quiero Chile, quiero a mi Región de Coquimbo, mi provincia de Choapa que es la zona más pobre de la región; creo que uno tiene que ser responsable y darle oportunidades a la gente para que trabaje.
“Además, es entretenido el tema de los olivos, el país se puede potenciar por este lado. No me veo sentada, tranquila; como me dicen mis niños cuando tú estés vieja te vamos a comprar una silla de ruedas con motor, porque sino nos vas a agotar”.
Casada, madre de 4 hijos, está próxima a convertirse en abuela por undécima vez.
-Con una agenda tan sobrecargada, ¿dónde están tus prioridades?
“Todos se ríen porque no calzan mis prioridades mentales con la realidad. Me encantaría tener mucho más tiempo para estar con mis nietos, irlos a ver, de repente levantarme un día más tarde e ir a buscar a una de mis nietas al colegio. El año pasado me jure y le jure a toda mi familia que no me iba a meter en nada más después del Consejo Asesor y ahora acabo de aceptar la propuesta de RN y la UDI... pero hasta mi mamá, que tiene 86 años, me llamó y me dijo ahora sí que te tienes que meter”.
-Vuelvo atrás, ¿tu responsabilidad parece ser media culposa?
(Se larga a reír) “Puede ser un poco, hay gente que dice que tengo que ir al psiquiatra para quitarme esa responsabilidad. No, no creo que sea culposo, porque eso tiene un elemento de desagrado de por medio y en el fondo a mi me gusta lo que hago. Las cosas que hago son entretenidas, son fascinantes y me dan una alegría de vivir; le encuentras como un sentido. No sé si estaría cómoda (sin hacer nada), por eso mis amigas me dicen no te creemos cuando les digo que este año voy a ir a todos los almuerzos”.
-¿Cuáles son tus proyectos personales futuros?
“Quiero dedicarme a los olivos harto. Siempre voy a estar, espero, metida en el consejo de la SIP, con una patita en la educación; de hecho la única hija de don Claudio Matte Pérez estuvo ahí hasta los 97 años”.
-¡No te quieres jubilar antes!
“Sí, en el sentido de que no quiero hacer tantas cosas administrativas, pero quiero estar metida en eso mientras tenga cordura. Que alguien me diga oye, estás un poquito loquita me muero”.
Fanática del esquí en el invierno, se bajó de la bicicleta y se convirtió en una asidua caminante. Con ello descarga las presiones, porque de manualidades ni hablar. Los Vilos también la ayudan a evadirse. “Me subo al auto, paso el cerro y siento una cosa aquí (se toca el cuello por detrás) que es lo más próximo a la felicidad, a eso se suma la música, la lectura, la soledad. Me gusta estar sola, me entretengo sola”.
-¿Y tu madre?
“En ella ves la pila, de alguien la tuve que sacar. Es increíble, tiene panoramas todos los días. Se enoja porque no tengo tiempo para ir con ella a los conciertos; yo debería ir muchas veces a almorzar a su casa, como lo hacían los últimos años de mi padre, pero uno la ve tan bien a sus 86 que no se le pone en la cabeza que se pueda ir”.