Tiene 27 años, nació el 21 de octubre de 1979 y es el segundo hijo de la familia Casanueva Charlín. Aunque tuvo una niñez acomodada, muy temprano supo lo que era el dolor, pues su madre murió siendo él muy pequeño. Su padre se volvió a casar, con Angélica, una viuda con cinco hijos, así que la familia aumentó rápidamente.
Al principio, la relación no fue fácil, pero después se fueron haciendo cada vez más unidos y Diego siente sus compinches a sus hermanos menores y le encanta la vida en familia.
Estudió hasta séptimo básico en el Manquehue, pero luego su padre decidió cambiarlo al San Benito, un colegio en que, dice, lo pasó bien, pero no se sintió completamente a gusto.
"Si ahora miro para atrás, me doy cuenta que nunca me gustó, nunca pondría a un hijo mío ahí".
El paso por ingeniería comercial en la UC fue más de lo mismo, según afirma; sólo al entrar a teatro se dio cuenta de la multiplicidad de realidades de las que está formado el país. "Antes vivía como en una burbuja", dice.
-¿Pero también trabajabas mientras estudiabas?
"Sí, haciendo fotos para revistas como Blank y Paparazzi, y comerciales para Telefónica, Fanta, Doblón y otras marcas más".
Su gran pasión por viajar y querer conocer nuevas realidades fue lo que lo llevó a aterrizar en Nueva York, donde su paso por el modelaje lo ayudó a mantenerse en el primer tiempo. Después hizo otras cosas que se podían compatibilizar con sus estudios.
-¿No le temes al cambio?
"No, no le tengo mucho miedo, así como hoy estoy aquí, mañana puedo estar en cualquier otra parte. Hay que estar listo para cambiar".
-¡Eres súper seguro de ti!
"No sé si tan seguro, pero sé que tengo las herramientas suficientes para desenvolverme, más allá de como actor, como persona".
Por eso, también, le gusta que lo prueben, que lo comparen con otros y que lo elijan sólo si es el que más se acerca al personaje que hay que representar."Me gusta audicionar, lo encuentro importante. Hay muchos actores famosos que audicionan. Acá hay como un mal concepto, porque los actores encuentran que es como humillante... ¡Brando audicionó para todos sus últimos roles! ¡De verdad!"
-Ah, ¡tu ídolo!
"Sí, poh, y él, que es un muy buen actor, es un ejemplo de que no por eso tiene que dar con un rol específico".
-¿Sueños?
"Hacer cine, sin duda".
-¿Y el teatro?
"Me encanta, también. No tengo prejuicios contra la televisión, pero es otro formato. La teleserie es el más fome, pero es difícil, porque hay que estar extremadamente atento; pero la tele abre infinitas posibilidades, como las series, que te permiten trabajar, profundizar y arriesgar mucho más. También películas; si la televisión es un medio muy masivo y hay que valorarlo".
-Llegar a un protagónico tan rápido, ¿no te mareó un poco?
"Hay que tratar de manejarse lo mejor posible. No marearse".
-¿Proyectos?
"Se acaba de caer una obra de teatro que me gustaba mucho –Tape-, pero bueno, qué se le hace. También está 'Divine', la película sobre el incendio de la discoteca gay en Valparaíso y 'Pinochet Boys'. Pero el tema del cine es bien frustrante en relación con las lucas.
"Nada, como que el segundo semestre es un poco incierto, esperando que las cosas se concreten y que surjan cosas. Pues si es que lo tengo despejado, me iré de visita donde los amigos (con tono españolado)".
En el plano más personal, no le preocupa mucho la facha; prefiere los jeans, las zapatillas y las poleras. No es marquero y, por lo general, le gustan los tonos sobrios como el verde y el café.
-¿Deportes?
"Durante muchos años practiqué salto a caballo en el Club de Polo e incluso competí. Luego cambió la situación económica y, aunque me encantan los caballos, ahora, prefiero la bicicleta, la natación y el gimnasio".
La afición por los caballos fue otra de las variables que hicieron que fuera muy feliz interpretando a Carrera, pues pasó mucho tiempo montando; cosa que no hacía hacer tiempo y que ha cambiado por varias horas de natación.
-¿Vicio privado?
"Uuuuu... dormir, dormir y dormir... ¡me encanta dormir! y mis amigos se ríen mucho de mí".
