Debe ser una de las mujeres que mejor conoce la realidad de la mujer trabajadora chilena en cifras. Ha dedicado buena parte de su vida a estudiar, con números, los cambios en las tendencias de la sociedad y hoy lo hace al frente del Instituto Nacional de Estadística,
INE.
La economista Mariana Schkolnik ha podido formarse un cabal conocimiento de qué es lo que impulsa o retiene a la mujer en el hogar tras haber estado tres años al frente del departamento de estudios y proyectos del INE (1997-2000); luego, haber sido la jefa del Observatorio Laboral del Ministerio del Trabajo, los seis años siguientes, y paralelamente, haber participado del centro de estudios Expansiva.
Desde la dirección del INE, que dirige desde 2006, el tema de la mujer sigue estando en su agenda, así como muchos otros que dicen relación con la familia y las costumbres. Por eso, en los próximos meses se levantará un estudio sobre “el uso del tiempo” de los chilenos para lo que se cuenta con el financiamiento del BID, la OMS y otros organismos.
La encuesta, representativa de la Región Metropolitana, viene a hacerse cargo de uno de los temas que más interesa hoy cual es la calidad de vida que tenemos y con ella se podrá determinar cuánto tiempo la gente destina a trasladarse hacia sus trabajos, cuánto tiempo pasa en el hogar y ver qué labores hace en él. El estudio será tan detallado que pretende medir cuántas funciones se realizan en la casa, incluso simultáneamente, como cocinar y ver televisión.
-¿Esta encuesta podrá determinar cómo se están ejerciendo los roles dentro de la familia?
“Absolutamente, es una encuesta que es muy estimada por los centros de investigación de la mujer porque permite ver la cantidad de funciones que ella cumple dentro del hogar. Se podrá medir cuál es el trabajo doméstico por estratos socioeconómicos, pero además vamos a medir temas importantes como recreación, comunicación y tareas con los niños tanto de papás como mamás. El Ministerio de Salud también está muy interesado en saber cuánto es el tiempo que destinan al cuidado de enfermos, pues hay una hipótesis de que el país está haciendo un gran ahorro en el sistema público gracias a la labor que realizan las dueñas de casa”.
-Uno debe partir con algunos supuestos, ¿es efectivo que los hombres se han incorporado a las tareas domésticas?
“Bueno, en algunas encuestas puntuales ha aparecido una mayor actividad doméstica de los hombres, mayores responsabilidades en las compras, en los temas fuera del hogar, pero está diferenciado por estrato socioeconómico. O sea, el hecho de que la tasa de participación de la mujer en el mundo laboral es uno de los temas que queremos estudiar en esta encuesta; cuál es el uso del tiempo de los estratos más pobres donde la mujer no puede salir a trabajar”.
-Uno de los supuestos es que la mujer sigue estando, mayoritariamente al cuidado de los hijos.
“Mayoritariamente, de hecho en Chile, al día de hoy, un 43% de las mujeres mayores de 15 años son dueñas de casa. Esto nos va a permitir saber por qué no crece más la fuerza de trabajo femenina. O sea, cuáles son las actividades domésticas que hacen que la mujer no pueda dejar el hogar; una probabilidad es que no tienen con quien dejar a los niños y otra es que no tienen con quien dejar a los viejos. Y otra, es porque hay una división del trabajo doméstico en donde sencillamente, ellas son las encargadas de todo”.
-Hoy estamos casi en un 39% de fuerza de trabajo femenino. ¿Cuáles siguen siendo los factores que traban el ingreso de la mujer al mundo laboral?
“Creo que hay una proporción bastante alta, quizás un tercio de la fuerza de trabajo, que no tiene ninguna calificación, o sea, son mujeres y también hombres que tienen que estar dispuestos a hacer cualquier trabajo, por cualquier ingreso; y uno de los temas que ha hecho esto más lento es que las mujeres están tratando de terminar sus estudios y no ser empleadas doméstica. Si hay algo que cada vez es menos aceptado en los sectores de bajos recursos es ser empleada doméstica, especialmente, puertas adentro y por eso hay un énfasis más grande, en las mujeres jóvenes, de tratar de capacitarse en algo y salir del mundo de la subsistencia. Uno de los principales problemas de las mujeres es su bajo nivel de escolaridad; cuando uno pregunta qué saben hacer, además ellas subvaloran su trabajo y dicen
nada, sólo saben cuidar niños, cocinar, hacer reparaciones.
“También hay un tema que no es menor y es que tenemos un sistema de políticas públicas dirigidas al hogar que es bastante fuerte. A diferencia de los países subdesarrollados, donde hay una muy alta tasa de participación femenina -pero en trabajos informales, donde andan con los niños colgando y si no se mueren de hambre- acá, en Chile, la mujer que está en hogar cumple el rol de ser el contacto con el Estado; o sea, puede estar, efectivamente, medio día en el consultorio, municipalidad, subsidio de cesantía. Es decir, la mujer, sin trabajar en Chile tiene un aporte que le permite vivir, los cálculos que se pueden hacer señalan que las mujeres, por concepto de políticas sociales, reciben un poquito más de ingresos incluso que los hombres que trabajan en esos estratos pobres. El ser una recolectora de las políticas públicas hacen que ellas lleven ingreso al hogar”.
El 38,5% de mujeres en el mundo laboral da cuenta de una realidad dispar. Las de más baja participación siguen siendo las mujeres más pobres y la tasa va creciendo a medida que aumenta el nivel de ingreso, excluyendo el último decil, es decir, las más ricas, ricas, también tienen una menor participación. O sea, las mujeres que trabajan son de sectores medios y altos.
-¿Puede ser una explicación para que las mujeres de sectores más bajos no trabajen el hecho de que culturalmente ella debe cuidar a los hijos?
“Hay una fuerte carga cultural, a pesar de que ha decaído. Cuando se hacían las primeras encuestas de empleos, hace años, y uno preguntaba en los estratos más pobres por qué no estaba trabajando, ella contestaba
porque mi marido no me deja; esa variable se notaba, ahora eso ha ido bajando, pero el impacto que tiene la carga del trabajo doméstico igual hace que la mujer no puede trabajar”.
-¿Eso no es, acaso, un problema estructural que no podrá ser salvado ni siquiera con políticas de alta cobertura de salas cunas? Está confirmado que los niños que van a salas cunas en sectores bajos son de madres que no trabajan y que se quedan en la casa.
“Sí, eso es así y tiene que ver con temas de difícil solución como es el horario de atención de los jardines infantiles. Hay mujeres que trabajan en malls y llegan a la casa a las 11 de la noche y no hay sala cuna que resista eso.
“No es factor estructural, hay que pensar que en la medida que el país se vaya desarrollando y las mujeres tengan más oportunidades de mejores ingresos y trabajos, van a ir incorporándose al mercado del trabajo. Creo que aquí hay un salto generacional pendiente, o sea, la mujer que lleva 40 años de dueña de casa no va a dejar de serlo excepto que tenga una crisis grave, lo que es bastante terrible porque no se han preparado nunca para el mundo del trabajo y de la noche a la mañana tiene que alimentar a los hijos sola”.
-Los datos indican que la fuerza de trabajo femenino crece precisamente en las recesiones económicas y las de sectores más bajo son expulsadas al mundo laboral para subsistir.
“Exactamente, en Chile tuvimos un auge impresionante de mujeres trabajadoras por cuenta propia después de la crisis del 97 y recién se está ajustando hacia abajo; se trató de mujeres que tuvieron que salir sí o sí, con los niños o sin los niños para garantizar la subsistencia de la familia cuando el marido quedó cesante”.
-¿Esto explica que en otros países de Latinoamérica, la fuerza laboral femenina sea más alta, sobre todo entre los más pobres?
“O sea, es un hecho de que necesitan trabajar porque no tienen políticas públicas. Mi hipótesis es que hay países donde la tasa de participación es más alta, pero no es la deseable porque las niñas deben salir a trabajar desde muy chicas o la mujer la hace en forma muy precaria porque no existen los subsidios suficientes”.
-¿Nuestra situación de privilegio, como país ordenado y estable, puede atentar contra una mayor tasa de trabajo femenino?
“Creo que en una parte sí, el hecho de que históricamente las políticas sociales sean muy importantes y que la mujer sea la interlocutora con el Estado, la recolectora, hace que se dé esto. Estamos en una etapa intermedia que no es mala, pero obviamente, hay que darles más oportunidades a las mujeres para que entren al mundo del trabajo, pero esto refleja que la condición de los más pobres no es tan precaria”.
-¿Son necesarias más reformas laborales para que la mujer ingrese al mundo del trabajo?
“Creo que sí, se podría avanzar más, pero hay muchos elementos de la ley que no se están usando. Hay temas de flexibilidad que están dados y que no se están cumpliendo. La ley de jornada parcial es bastante poco usada por los empresarios, no se ha hecho mucha difusión para su aplicación; hay países donde los sistemas son completamente distintos, donde dos mujeres cumplen el mismo cargo en la empresa, una en la mañana y otra en la tarde. Además, vemos que como se aplican algunas normas es bien desincentivador porque se acortó la jornada de trabajo y lo que ocurre en el caso de los malls, como se ha dicho, es que les dan 6 horas para almorzar lo que no le da ni una posibilidad de estar más en la familia”.
-¿Qué explica que en los últimos años las mujeres hayan captado el 80% de los empleos que se crearon?
“Uno de los temas importantes es las mujeres tienen mayor nivel educacional que los hombres, tanto las que están en la fuerza de trabajo como las desocupadas y están capturando una parte importante de los empleos asalariados. Hemos ido constatando que incluso, en los últimos años, han ingresado mujeres con doctorados o sea, tienen más de 19 años de educación. Entonces la presión de la fuerza de trabajo cuenta con mujeres cesantes con más de 12 años de educación y los hombres no han terminado ni la enseñanza media. Ellas encuentran puestos más asalariados… además se suma la variable de que a ellas se les paga menos que a un hombre si es que tienen el mismo nivel de capacitación que el hombre”.
Mariana detalla que en la fuerza de trabajo que presiona por una ocupación hay un 7,6% de mujeres y un 5,6% de hombres. Agrega que la tendencia a futuro es que la tasa de mujeres capacitadas desempleadas va a ir creciendo porque siempre habrá más de ellas que no quieran ser empleadas domésticas.
-Lo expusiste claramente. ¿Hay datos concretos que certifiquen la discriminación salarial de la mujer?
“Estudios nunca se han podido hacer. Vamos a sacar, próximamente en el INE, un indicador salarial por sexo que nos dice que a la misma profesión, las mujeres son más mal pagadas. Lo que no se ha podido establecer es qué hacen las mujeres, por ejemplo, economistas, y los hombres economistas, que pueda explicar la diferencia, podría ser que haya una autoexclusión de las mujeres de las áreas más masculinas que son mejor pagados”.
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