Ingeniera comercial de la Universidad de Chile, con un post grado en la Universidad de París X-Nanterre, desde fines de los ’70 trabajó en la Academia de Humanismo Cristiano, en el programa de economía del trabajo, donde especialistas de diferentes ámbitos hacían estudios sobre el impacto que tenían las políticas del régimen militar en los sectores más desposeídos.
Ahí fue donde inventaron el famoso ‘IPC de los pobres’ que comparaban con el oficial. Mariana recuerda que había falta total de información en la institución y asegura que hubo épocas “francamente negras” donde se hizo manejo de datos. Como anécdota, cuenta que el INE hacía encuestas que después no publicaban y lo sabe porque llegaron a la Academia encuestadores de terreno con los datos duplicados a denunciar el hecho.
Cuando arribó la democracia, Sergio Molina se la llevó a trabajar en Mideplán y comenzó su carrera en el sector público, que abandonaba de vez en cuando para realizar múltiples consultorías para la Cepal, PNUD, OIT y BID, entre otros.
Fascinada por los números, en plena campaña presidencial de Michelle Bachelet, alguien le preguntó qué cargo le gustaría ocupar y ella no lo dudó un minuto: señaló que lo único que le interesaba era la dirección del INE.
Sus deseos se cumplieron y al asumir la ex ministra de Economía fue designada directora provisional del instituto, cuestión que levantó una tremenda polémica porque dicho cargo es uno de los que la ley contempla bajo el sistema de Alta Dirección Pública, es decir, debe llenarse por concurso.
Mariana Schkolnik no se amilanó. Decidió participar del proceso de selección, presentó sus antecedentes, al igual que otras 259 personas; una vez preseleccionada fue entrevistada por el Consejo de ADP compuesto por personas de los sectores políticos y su nombre quedó en una terna de la cual la Presidenta la eligió.
-Tu aterrizaje fue bastante polémico. ¿Te viste presionada a participar de la selección?
“No, yo había decidido participar en él hace mucho tiempo, estaba muy atenta a lo que pasaba en el INE, y cuando se dio que salió como uno de los servicios de la Alta Dirección, decidí postular. Cuando me llamó la ministra ella tenía súper claro que el cargo se llenaba por concurso, pero tenía la esperanza de que me lo iba a ganar. Era un cargo que quería de verdad y me gustaba que fuera por concurso porque francamente no tengo apoyo político fuerte de nadie. Eso era lo más atractivo.
“Haber ganado el concurso es el mejor de los universos posibles, porque eso quiere decir que respondo al ministro de Economía, pero aparte, hay una cuestión de méritos personales que demostré existían”.
-¿Validas este procedimiento?
“Sí, sé que hay hartas críticas pero el pasar por un cedazo a la gente, en términos de currículum y otros exámenes como el psicológico, es súper importante; eso te asegura que aunque se quiera a alguien del partido ‘A’ para el cargo, el pasar por el cedazo asegura que entre gente con habilidades y no cualquiera. No hay forma de inventar los conocimientos”.
-¿Ganar el cargo te hizo abandonar tu camiseta política, el PS?
“No tengo mucha camiseta. Creo que estoy inscrita, pero la última vez que fui a una reunión de economistas del PS fue hace como 4 años; no tengo ninguna vinculación partidaria. No me pescan (se larga a reír), no me pesca nadie y no estoy interesada en eso”.
-¿Debes demostrar tu capacidad por el sólo el hecho de ser mujer?
“Absolutamente, tengo que demostrar el doble; aquí hay temas técnicos súper complicados en que hay que hablar fuerte y claro para que te escuchen. Es interesante. Me di cuenta al principio que si iba a reuniones con un asesor hombre, lo miraban a él, hacían preguntas y se dirigían a él en vez de a mí. Eso fue decidor y decidí ir a las reuniones sola”.
-¿Esa sensación la has vivido más aquí que en otra parte?
“El machismo lo he vivido, no puedo decir que soy de esas mujeres que han ascendido feliz por la vida; eso no es así. Lo he vivido en varias etapas de mi carrera que se ve un poco en maltrato por una cuestión de género, tengo experiencias de año en eso; sé que cuesta posesionarse en esto. Ahora, en el INE me siento súper segura de mi misma y con mucho apoyo de muchos hombres, de altos directivos, que me han dado todo el apoyo”.
-Eres de las que cree que las mujeres y los hombres son evaluados con los mismos parámetros, pero salimos para atrás por otras cosas.
“Sí, hacemos cosas distintas que los hombres que no se valoran. Como dije en ComunidadMujer, yo dedico un tiempo de mi jornada a ser un poco ‘dueña de casa’, preocuparme –no todos los días- del estándar de la comida del casino, del jardín infantil, que los asientos sean los adecuados, buena iluminación y baños. Llegué tan preocupada de eso como de subir el estándar de calidad de todas las estadísticas del INE. Yo dedico un tiempo de mi jornada al bienestar de la gente que trabaja en el INE y eso no va a ser valorado jamás, nunca. Lo importante son los resultados y ese es el lado masculino de la evaluación. Eso es lo que se mide finalmente, no hay que hacerse ilusiones.
“Hay mucha discusión sobre el estilo, que las mujeres podemos ser más cariñosas, más abiertas, pero preocuparse de ello no te lo va a agradecer nadie y creo que eso hay que tenerlo súper claro. Yo, en todo caso, lo hago porque creo que los resultados del INE van a ser mejores, porque la gente va a trabajar con más gana. O sea, soy una fría economista que ve la importancia de los recursos humanos, pero también me sale solo”.
-¿Los hombres no ven todo esto como aporte a la productividad?
“Es probable que si le cuento esto a un hombre, me va a decir pero estás perdiendo el tiempo, o sea, deberías estar todo el día mirando cifras. Probablemente me van a decir que estoy loca, pero en mi concepto el ambiente de trabajo, el clima laboral mejoran la productividad”.
-¿Es el talón de Aquiles de los hombres?
“Creo que hay hombres que pueden ser muy buenos técnicos, ser súper capaces y no darse cuenta que tienen a mucha gente descontenta, trabajando al revés, para el otro lado, aserruchándole el piso. Yo confío que la gente del INE hace las cosas con mucho cariño, porque le hemos entregado mucho cariño”.
-¿La discriminación positiva se está volviendo en un handicap en contra?
“Está, por un lado, la aseveración de que llegó ahí porque es mujer y no sabe nada de lo que tiene que hacer. Pero también, una caída es el fin de tu carrera porque te evalúan con mayor exigencia.
“Afortunadamente, no me ha pasado porque creo tener un currículum de muchos años, pero efectivamente se nos evalúa con parámetros masculinos, pero con estándares mucho más altos de respuesta”.
-¿La paridad no se va a convertir en un boomerang?
“Es que creo que las mujeres estamos súper en desventaja. Tenemos menos experiencia en el sector público, conocemos menos el lenguaje, códigos... probablemente a mí me iría mucho mejor si almorzará con un montón de personas del Gobierno con las que no se me ha ocurrido hacerlo. Tengo mucho menos manejo del lobby que un hombre y uno tiene otro estilo. Ellos se juntan y planean cosas que a mí no me nace hacer; nos cuesta mucho más a las mujeres ponernos en ese ritmo y eso es un handicap en contra.
“El tema de la paridad es vital para que las mujeres empecemos a tener experiencia en lo público; si no empezamos ahora, aún cuando empecemos con desventaja por no manejarnos en el tema del lobby, tenemos que partir”.
En este capítulo, Mariana hace una declaración de principios: “Si es mal visto que las mujeres vayamos al hospital porque tenemos un hijo enfermo, entonces, es la política la que tiene que cambiar, no nosotras”.