Se sabe que el vínculo con la madre incide en la salud emocional del hijo. Sin embargo, un estudio chileno dado a conocer en el último congreso de la Asociación Americana para la Investigación del Desarrollo Infantil, en Boston, y financiado por el Fondecyt, demostró que también existe una relación entre el apego y el desarrollo de la capacidad de autocontrol del niño.
Una habilidad que según el psicólogo Felipe Leccannelier, docente de la Universidad del Desarrollo y uno de los autores del estudio, es vital para desenvolverse en la vida adulta.
"La capacidad de autorregulación se adquiere durante la infancia y hasta los diez años, aproximadamente. Permite que en la adultez esa persona sea capaz de postergar la gratificación inmediata y hacer no lo que quiere, sino lo que debe hacer".
La raíz del problema
El estudio, finalizado en 2007, consistió en un seguimiento a 140 niños con sus madres, a quienes se evaluó a los 12, a los 24 y a los 36 meses, para determinar la calidad del apego. "Cerca de un 50% de los bebés que mostraron un apego seguro lograron desarrollar una capacidad de autorregulación normal", afirma Leccannelier.
La medición se realizó a través de pruebas como dejar al niño solo con un paquete de regalo y pedirle que no lo abriera. "El niño que es capaz de autorregularse va a contenerse un tiempo suficiente sin abrirlo", explica.
Además, también se evaluaron aquellos niños con exceso de autocontrol o falta total de éste. "Se vio una relación entre el apego evitante, que es aquel en que el niño es indiferente e independiente de la madre, y el exceso de autoinhibición. Esos van a ser adultos estresados, con trastornos sicosomáticos o demasiado ansiosos", agrega.
Otros tipos de apego menos frecuentes como el evitante y el desorganizado (producto de padres maltratadores o negligentes) mostraron resultados extremos. "Son niños totalmente inhibidos o impulsivos, con un exceso o falta de autorregulación", cuenta el psicólogo.
Enseñar control
Uno de los grandes aportes de la investigación, a juicio de Leccannelier, es que la autorregulación es una habilidad que antes se creía era adquirida por factores ambientales y/o por el temperamento. "Gracias a este estudio se puede determinar que gran parte de esta capacidad tienen su origen en los primeros vínculos con la madre".
En su opinión, calmar al niño cuando está llorando, abrazarlo y contenerlo son acciones en que la mamá, inconscientemente, le está enseñando a manejar sus emociones. "La capacidad de postergar la gratificación inmediata y de autocontrolarse es clave en la vida. El niño que la logre desarrollar va a ser más empático, va a tener menos problemas conductuales y va a tener mayor facilidad para adaptarse a situaciones nuevas, lo que en el mundo actual es fundamental por la cantidad y la rapidez de los cambios", puntualiza Leccannelier.