Los fuertes cambios hormonales que tienen lugar durante el embarazo pueden afectar la visión de las mujeres. Los problemas que se detectan son muy variados en cuanto a su duración e intensidad, como detalla la doctora Érika Martínez, jefa de Oftalmología de la Clínica Dávila.
Cambios refractivos. Es el problema ocular más recurrente entre las embarazadas. Si se trata de alguien que tiene miopía, astigmatismo o cualquier otro vicio de refracción, la persona notará que su vista se deteriora levemente a causa de la acción de las hormonas sobre la córnea. Algo que no debe alarmar a la paciente, pues se trata de variaciones transitorias que se revierten una vez terminado el embarazo.
Ojos secos. Igualmente transitoria es la menor lubricación ocular (falta de lágrimas), que puede ser especialmente molesta si la futura madre usa lentes de contacto, en cuyo caso pueden producirse problemas de tolerancia. ¿La solución? Usar lágrimas artificiales.
Edema palpebral. Consiste en la hinchazón matinal de los párpados, también causada por cambios hormonales. Es motivo frecuente de consulta.
Fotosensibilidad. Se da sobre todo en personas que sufren constantemente de jaquecas y que pueden tener crisis de cefalea durante el embarazo. En esos escenarios aumenta la sensibilidad de los ojos ante la luz.
Personas diabéticas. Como se sabe, este grupo corre el riesgo de sufrir descompensaciones a causa del embarazo, lo que puede derivar en problemas como visión borrosa o, si hay una retinopatía diabética, en un compromiso serio de la vista de la paciente.
Personas hipertensas. Las mujeres con este problema tienen riesgo de desarrollar una retinopatía hipertensiva. Ello implica cambios que pueden provocar un defecto visual serio y de larga duración.
También en el niño. Malas prácticas de la madre durante el embarazo -como el consumo de alcohol, tabaco o drogas- pueden causar en el niño estrabismo, vicios de refracción o ambiopía (mala visión sin motivo aparente, cuya causa está en el sistema nervioso central).
Todos estos cambios ópticos implican el que no se opere de la vista a personas tanto durante el embarazo como en el período de lactancia. Y pese a que la mayoría son trastornos sutiles o de corta duración, si las mujeres embarazadas son hipertensas o diabéticas es altamente recomendable que se mantengan en contacto con su oftalmólogo.