Vivir en pareja es uno de los desafíos del nuevo siglo. Y si bien nunca ha sido fácil, hoy hombres y mujeres están cada vez menos dispuestos a estar juntos si no son felices. Y así lo demuestran las cifras de separaciones, en alza desde hace varios años.
El problema es que tampoco en soledad hombres y mujeres se sienten del todo bien.
"Las necesidades afectivas, que son básicas para los seres humanos, no están ocupando el lugar que merecen en la sociedad actual, tan centrada en el exitismo y la competencia", afirma la psicoanalista norteamericana Jessica Benjamin.
Académica de la U. de Nueva York, investigadora en el tema del género, entre otros tópicos, y autora de varias publicaciones, estuvo en Chile invitada por la Asociación Psicoanalítica Chilena.
Ella dice no ser experta en el tema de la "comunicación de pareja", pero sí tiene muy claro por dónde podrían ir las causas profundas del actual desencuentro entre los miembros de ambos sexos. "¿Quién va a estar atendiendo a las debilidades y carencias propias y de los demás si todo está centrado en la carrera por el éxito?", se pregunta.
"Dentro de la pareja, las personas necesitan de apoyo emocional. Pero desde su infancia, la mayoría no ha aprendido a pedir ni a dar el apoyo emocional que todo ser humano necesita". Los hombres, por un lado, no suelen contactarse con sus propias necesidades afectivas porque culturalmente no se les ha permitido.
Y las mujeres, por otra parte, "tenemos el síndrome de las 'cuidadoras': nos han educado para estar atentas a las necesidades de los demás, dejando de lado las propias".
Así, unos y otras funcionan en pareja sin dar la debida atención a una necesidad básica de ambos: la contención, el apoyo y el reconocimiento.
La psicoanalista señala que una de las etapas con más tensiones al interior de la pareja es la de la crianza de los hijos, lo que se acentúa en la sociedad de hoy, en la que ambos trabajan muchas más horas.
Al tener un hijo, explica Jessica Benjamin, "el hombre puede sentirse excluido y rechazado". En su fantasía, agrega, esta guagua le despierta el deseo, inconsciente, de ser cuidado y acogido de nuevo. "Entonces, suele ocurrir que el hombre siente que tiene que competir con este hijo por la atención de la mujer".
Esto le ocurre cuando, al mismo tiempo, "la mujer puede estar deprimida ante el agobio que le produce su nuevo rol; ella está muy necesitada de apoyo en ese momento, cosa que no encuentra en su marido. Entonces se producen los desencuentros".
En situaciones normales, gran parte de los conflictos de pareja tienen relación con que hombres y mujeres no se sienten reconocidos en sus necesidades, reitera la psicoanalista. Según ella, las parejas que se llevan bien son aquellas "que pueden ver, aceptar y acoger al niño o niña que hay en cada uno de ellos y en su pareja". Y que, además, lo aceptan con humor: "Pueden reírse de ese niño propio o del otro".
"Las relaciones exitosas logran eso. Y aunque puedan estar en desacuerdo en muchas otras cosas, tienen sus necesidades más básicas satisfechas".
Otro de los aportes de Jessica Benjamin en el tema de la pareja tiene relación con el círculo víctima-victimario. Ella lo describe como una situación aparentemente sin salida en que "hay uno que daña y otro al que le hacen daño". La única forma de salir de esto es a través de lo que ella llama "el tercero moral". Y esto es la capacidad que tiene uno de los dos de "ponerse en el lugar del otro y, desde ahí, reconocer el dolor, la rabia o la frustración que uno puede haberle causado". Y esto implica, una vez más, poder reconocer las necesidades del otro.