Los niños que son alimentados con leche materna más allá de los seis meses pueden presentar menos enfermedad celíaca o una menor gravedad de esta patología, que es provocada por la intolerancia al gluten (las proteínas de los cereales).
Así lo señala una de las líneas de investigación acerca de este mal que se sigue en el mundo.
La doctora Cecilia Castillo, nutrióloga de la U. Católica y una de las expositoras del simposium, explica que la leche materna es un alimento que no sólo entrega nutrientes, "sino que es un fluido vivo que aporta sustancias y que tiene un factor modelador en el desarrollo y la inmunidad intestinal".
Trigos antiguos
También se sabe, agrega la doctora, que cuando la incorporación de cereales a la alimentación de los niños se hace mientras dura la lactancia materna, esos pequeños tendrían una menor incidencia de este mal.
Lo que aún no se determina, dice la especialista, es si la lactancia prolongada inhibiría el desarrollo de la enfermedad celíaca o bien la postergaría para
etapas posteriores de la vida.
Otra línea de investigación de la enfermedad celíaca, que siguen en Holanda, es sobre las variedades de trigo que se consumen en la actualidad versus los trigos más antiguos.
"Los trigos que se usaban muchos años atrás no tenían las proporciones de proteína que le hacen daño al celíaco y que sí se expresan en los trigos actuales, obtenidos por hibridación", comenta. Luego, hay alimentos que se comercializan en Europa que son elaborados con trigos antiguos y que son bien tolerados por los celíacos.
Para desarrollar la enfermedad celíaca hay que tener una predisposición genética. Pero también se sabe que la gatilla un factor ambiental, que es la ingesta y la cantidad de gluten que se consume las primeras veces que se incorporan cereales a la alimentación del niño.
"Además, hay estudios que asocian infecciones, como algunos rotavirus y enterovirus, con una alteración en la impermeabilidad del intestino, lo que sería un gatillante para el desarrollo de la enfermedad", explica la nutrióloga.