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7 máximas del amor en pareja

El gran secreto de las parejas felices es que son capaces de reafirmar su compromiso a pesar de los problemas por los que atraviesan. No les importa reírse de sí mismas, están dispuestas a enfrentar los conflictos y no tienen miedo a ceder en beneficio de ambos. "Dicen: Quedó la embarrada otra vez. ¿Vamos a seguir? Sí, vamos a seguir. Si piensan así tendrán la mitad de sus problemas saldados", sentencia la sicóloga Pilar Sordo. En su charla, organizada por Revista Ya, "Vida en pareja: por qué alguien tiene que ceder", entregó a los asistentes las siguientes máximas para perdurar juntos.

29 de Junio de 2007 | 10:08 |
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1.- Vivir juntos es más que amoblar un departamento

"Hay un fenónemo que se está dando cada vez más entre las parejas jóvenes. No alcanzan a llevar dos, tres años de casados y se separan, en parte porque todo lo bueno del matrimonio lo han vivido antes, y al casarse parece que se juntaron sólo a pagar cuentas. Las parejas se casan en una especie de departamento piloto armado, donde la dueña de casa va a una tienda de decoración a comprar una velita para que parezca que la casa es de ella, porque todo lo demás se lo han regalado, pero ninguno de los dos ha hecho un esfuerzo por tratar de trabajar en ese proyecto del "nosotros".

Frecuentemente veo en los talleres de pareja que el primer desafío que aparece en este "nosotros" es cuando tratan de tener un hijo: recién ahí aparece el primer intento por construir algo distinto al "yo" y al "tú", y no está exento de dificultades y desacuerdos.

Una pareja que no ha sabido construir su "nosotros" con todo lo que implica - aprender a ceder, a conocer al otro, a perdonar si es necesario- tampoco tiene la capacidad de manejar conflictos, porque nunca se ha iniciado en su aprendizaje. Si no han aprendido a vivir cosas difíciles y salir adelante juntos, no van a desarrollar las habilidades para enfrentar adversidades. Les pasa algo parecido a lo que les ocurre a los niños: si los papás no aprenden a decirles que no, después no sabrán cómo tolerar los miles de "no" que tiene la vida.

Una de las claves de la relación de pareja no es sólo no hacer lo que al otro le molesta, sino también hacer lo que le hace feliz. Y esas dos actitudes implican salirse de uno mismo, de su centro, para hacer un acto de generosidad y lograr ver al otro como un otro real, distinto a mí, con quien voy a compartir mi vida y mis dolores, y al que voy a intentar hacer feliz como un acto de amor".

2.- Ceder no es sinónimo de perder

"En las parejas actuales, la palabra ceder está muy asociada a quién afloja primero, a cuánto me sacrifico por el otro. Pero yo creo que tiene un significado absolutamente distinto. El ceder pasa por hacer renuncias, pero que no son ni a favor mío ni del otro, sino de ambos.

Muchas de las relaciones de pareja funcionan sobre la base de la diada gana-pierde: yo hago esto y gané, o dejé de hacer esto y perdí, en vez de entender un criterio que se utiliza hoy día empresarialmente, que es la diada gana-gana: si yo hago algo, ganamos todos, y si lo dejo de hacer, perdemos todos. Aquí no hay nadie que gane o que pierda, la ganancia es total y la pérdida es total. Es necesario aprender a ceder en pro del beneficio común, porque además nos hace crecer, enfrentarnos a cosas nuevas, preciosas, que desconocemos.

El amor es un tema de conciencia y de voluntad, y en la medida en que estas dos cosas se den, nunca nadie tendrá la sensación de que cede, aun cuando muchas veces uno debe ceder en beneficio del otro. La clave del ceder es tener conversaciones para llegar a un acuerdo que no deje a la pareja con la sensación de estar sacrificándose por algo. Si a ti te molesta la toalla en el suelo, entonces la voy a recoger. Ceder sería si yo dijera "la voy a recoger porque en realidad no me queda otra". Estas conversaciones son muy importantes, porque estos típicos roces cotidianos son temas que la pareja los vive día a día, pero muchas veces no los habla, y esa incapacidad de poder enfrentarlos termina desgastando la relación.

A veces es necesario sacrificarse, pero el sacrificio debe ser puntual en los hitos de pareja, no el continuo. En el continuo, se necesita reciprocidad, diálogo y tiempo, y cada uno debe tener un espacio suyo que cuidar".

3.- Cada uno es responsable de ser feliz

"Como las mujeres externalizamos la felicidad hacia fuera, siempre estamos esperando alguien que nos despierte y nos haga felices. Mujeres como la Bella Durmiente, Blanca Nieves, estuvieron en estado de coma hasta que llegó un hombre - que, por cierto, no conocían- y que con un beso las resucitó.

Es muy fácil estar a la espera de que algo ocurra, de que llegue "el" personaje que me vendrá a hacer feliz. Los hombres, en cambio, colocan la felicidad más dentro de ellos, por lo tanto, pareciera que no necesitan buscar a alguien que los despierte y los haga felices.

Sin embargo, por lo que hombres y mujeres se deben empeñar es por intentar dar lo mejor de sí mismos para que el otro sea feliz, y no esperar que el otro nos haga feliz, porque nadie es responsable de hacernos felices. La responsabilidad de la felicidad es mía, porque ser feliz, al igual que amar, también es una decisión. Yo decido libremente todos los días si quiero embarrarme la vida o no, y eso lo decido filtrando las cosas buenas que me pasan en la vida. Si me quedo con ellas, voy a tener más capacidad de andar contenta y transferir esa felicidad a la relación de pareja o a los niños. Pero si todo el tiempo estoy pendiente de lo que pudo haber sido y no fue, la vida será un desastre.

El día en que uno decreta ser feliz - que no implica tener ausencia de problemas- aprendemos a mirar los conflictos sin miedo y a dar lo mejor de nosotros, y eso contribuye al bienestar de la vida de pareja.

4.- Evitar el conflicto es sólo un espejismo

"Hoy, cualquier pareja que diga estoy en conflicto recibirá de inmediato el siguiente consejo: termina, ¿para qué vas a seguir sufriendo?

Objetivamente, cuesta encontrar gente - amigos, incluso- , que digan ¿por qué no esperas un poquito más?, o ¿por qué no vuelves a hablar con él y lo vuelven a intentar?Esa sensación de esfuerzo, de conciencia de trabajo, es algo que cada vez se ve menos, y las parejas se ven más tentadas a sentir que todo es muy sencillo y desechable. Tienen esta sensación de liviandad frente a los conflictos, de no atreverse a mirarlos.

Evitamos el conflicto porque es mucho más cómodo. Pero esta comodidad es sólo un espejismo, porque, claro, en el minuto sí lo es: no hablar, darse vuelta, quedarse dormido y no decir nada. Por otro lado, el conflicto se evita porque internamente tenemos la sensación de que estamos enfrentando miles de problemas, entonces uno más nos copa el estanque. Yo estoy casada contigo: tú no puedes venir a darme conflictos, porque yo los conflictos los tengo afuera. Tú me tienes que producir la paz de la tarde. Llego a la casa con la sensación de que el otro tiene que entender mi neurosis, y mi mal genio y mi mala cara; tiene que entender mi agotamiento porque yo me saco la mugre.

Eso es muy injusto, porque nadie tiene que entender nada. Si yo estoy viviendo neuróticamente mi vida es una opción mía. Los conflictos de pareja son intrínsecos a ella, no pueden no tenerse ni evadirse, y hay que tener conciencia de ellos, asumirlos y enfrentarlos. Evadirlos significa no querer construir un "nosotros".

Continuará










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