Infaltable rostro de Canal 13 desde mediados de los ‘80, su currículo luce nada más que éxitos: desde “Video loco” y “Una vez más” hasta “Viva el lunes” y “Vértigo”. Experiencia suficiente que lo avala para opinar sobre cómo se maneja esta industria hoy; los avatares de la farándula vista desde su propia experiencia y la de sus amigos, como el reciente y bullado caso de Cecilia Bolocco.
Es el cara y sello de un personaje tan internalizado en el inconsciente colectivo del público televisivo chileno. El mismo que hace cuatro años reconoció públicamente en el canal católico su “error” de nueve años (su affaire extramarital con Tatiana Merino) y que el pasado febrero recibió la ovación del “Monstruo” en el Festival de Viña.
Es “Alvarito” Salas, como según él, le gritan cariñosamente en la calle. Una vida de humor y TV. Una vida de “vértigo extremo”, al igual que el programa que conduce año a año, junto a su amigo Luis Jara, en UC-TV.
En persona actúa igual que el animador gracioso, con el chiste instantáneo, que siempre comparte el protagonismo. Correcto, pausado al hablar y muy sonriente, trata de nunca salirse de su, a esta altura, establecido libreto mental. Se limita a responder lo justo y necesario sin desviarse de su guión estandarizado. Aunque basta devolverle un par de sonrisas e insistir un poco para profundizar en cada respuesta, para que así salga el hombre detrás del personaje televisivo.
Cuenta que sus inicios en el mundo del espectáculo se remontan a mediados de los ’70. Mientras estudiaba pedagogía en educación musical en Valparaíso (su ciudad natal) formó el conjunto Pujillay, que en un principio se dedicó al folklore y luego comenzó a mezclarlo con humor. 16 años después se separó de este grupo y siguió su camino humorístico en solitario, combinándolo con una ascendente carrera televisiva.
Hoy en día, además de celebrar 32 años de vida artística con su reencontrado grupo Pujillay, prepara su vuelta a la TV con una nueva edición del estelar “Vértigo” que se estrena el 9 de julio, espacio que aprovechará para promocionar otros proyectos personales: su espectáculo en gira de turno, “Miarte de la risa”, y la nueva página web de su productora “Alma producciones”, empresa en la que tiene de socia a su esposa Maritza Soto (de ahí el nombre “Alma”, por las iniciales de ambos). La productora, aparte de manejar sus espectáculos humorísticos, está probando una nueva veta: producir programas de TV y publicidad.
Esta nueva y reluciente oficina tipo loft, está ubicada a pasos de la casa televisiva que lo vio nacer como animador. ¿Mera coincidencia? Claro que no. “Es que vivo en La Reina Alta entonces es mucho más práctico y qué mejor que estar al lado de mi fuente de trabajo y tener mi espacio propio para crear otras cosas”. Asegura que le dará prioridad a ese canal apenas tenga algún piloto listo para mostrar y que no necesariamente serán programas conducidos sólo por él. “Me han ofrecido tener mi propio programa en el canal pero prefiero compartir la conducción. Además, no soy tan ambicioso como para querer un programa sólo mío”.
-Pero, ¿eso es no ser ambicioso o no atreverse a probar algo nuevo?
“Puede ser. Pero como compartir la conducción y el protagonismo me ha dado buenos resultado por tantos años, ¿para qué variar? Y como te digo, no soy ambicioso”.
-Emprender tu propia productora es algo bastante ambicioso...
“Es que no me puedo eternizar en la TV. Pasará mi momento, por la edad, y prefiero retirarme solo antes de que la decisión la tomen mis superiores. Es para asegurarme, yo pongo lo económico en primer lugar; me gusta vivir bien. Además disfruto lo que hago. El día en que me levante con lata de hacer mi trabajo será el principio del fin. Pero aún no lo he sentido y sigo con el entusiasmo y las mismas ganas de hace muchos años atrás”.
-¿Y cómo es convertirse en empresario?
“Siento que me queda grande esa palabra pero así es y se siente raro. Pero eso sí, que es en el campo de lo artístico y somos una empresa que está partiendo. Somos unos ‘empezarios’” (risas).
-De profesor a humorista, de humorista a animador. Y de animador a empresario. ¿Con cuál de estas cuatro facetas te quedas? ¿Cuál te acomoda más?
“Es que yo no las separo. Es un tronco que se ramifica. La del animador está muy ligada a la del humorista, la diferencia es que en los programas no dejo de ser yo; sólo tengo que llevar un hilo conductor que lo comparto ahora con mi amigo Lucho (Jara), pero sin dejar lo mío, sin dejar de ser yo y siempre aportando la cuota de humor necesaria.
“Eso sí, soy un humorista que está jugando a ser empresario. Pero la base de todo es el humor. Ahí nací, ahí me di a conocer antes que nada y es como la gente me ha encasillado y me llaman de eventos de empresa para hacer humor, no para conducir ni tocar guitarra”.
-Pero a esta altura, ya estás más que consolidado como animador de estelares.
“Sí, pero no son excluyentes, la gente no se confunde… es que he hecho tantos programas. Pero ponte tú, jamás me llamarían para conducir algún programa más serio, te fijas. Nunca me desenmarcaría del humor”.
Comenta con orgullo que “de la TV nunca me he perdido. Ostento el increíble record que desde que entré a la televisión (hace 20 años) nunca ha habido ni un solo año que he estado fuera. Además siempre he estado en programas exitosos, nunca he tenido un traspié. Pero insisto, la TV y el humor parten de un mismo tronco y gracias a Dios no he tenido que trabajar en otra cosa y además siempre me ha ido bien haciendo shows”.
Esta afirmación queda en evidencia tras su reciente paso por el Festival de Viña, en el que, con su rutina humorística, salió victorioso, pese a que se de dudaba que el humor tuviera buena recepción del público, por los pobres resultados de años anteriores.
-Después de 7 años lejos de ese escenario tan importante, ¿te esperabas tanta ovación del “Monstruo”?
“¡Me encantó el resultado! Si para un cantante lo máximo es que le coreen sus canciones, para un humorista lo mejor es cuando el público entra en un silencio total, porque están concentrados y esos segundos para un uno son inolvidables.
“Y bueno, para qué te voy a decir otra cosa: yo igual esperaba que me fuera bien, pero nunca taaaan bien (se ríe). Aunque esperaba tener un final mucho mejor; un reventón mayor pero por culpa de un percance que por suerte en la TV no se notó mucho…”
-La protesta de deudores habitacionales. ¿Cómo fue lidiar con algo así en medio de tu rutina?
“Eligieron el peor momento del año para ir a reclamar y me empañaron un poco… pero tampoco repercutió mayormente porque igual el resultado final fue óptimo. Me costó manejarlo al principio porque no tenía idea de lo que estaba pasando y cuando supe quedé muy metido por qué pasaba,
por qué acá, por qué justo ahora, por qué yo. Pero sólo fue un lunar dentro de una noche inolvidable.
-¿Cómo te mantienes vigente y exitoso después de tantos años de show?
“Es cierto, sobre todo en un país chico como éste, es difícil. Esto sonará a una respuesta cliché pero cuando uno hace las cosas con cariño, la gente así lo recibe y trasciende. Para mí siempre ha sido entretenido lo que hago. También influye mi línea de humor, que partió casualmente y después lo tomamos como línea definitiva: no confrontacional, que no molesta, que no incurre. Trato de no incomodar a nadie; es un humor muy familiar. Además, he estado en programas que me han permitido trascender: “Video loco”, que quedó en la historia y en la retina de la gente por el quiebre que produjo en ese minuto y leer las noticias en “Una vez más” con Raúl Mattas, me abrieron una tremenda puerta en ese campo humorístico que no estaba muy explotado”.
Pero eso no es todo. Además, ostenta otro importante record: el de conducir durante siete años seguidos el espacio “La movida del Festival”. “Mi participación en esos programas no desgasta porque sólo tengo que chacotear y salpicar la conversación con cosas ingeniosas. No gasto rutina tampoco, porque no es que esté contando chistes permanentemente. Además ocupo un humor sano, no blanco, porque igual uso la picardía y el doble sentido, yo lo llamo ‘blanco invierno’, lo que también me mantiene muy vigente para los eventos en empresas que, gracias a Dios, nunca han decaído. Otro elemento importante es que no han salido muchos humoristas buenos entonces se van repitiendo siempre los mismos nombres y es tarea de uno tratar de reinventarse”.
Reinventarse, una palabra tan utilizada y necesaria en este medio, pero que a Álvaro Salas le ha dado resultados como a nadie. Él mismo escribe sus guiones y dice que está las 24 horas del día pendiente de anotar frases y situaciones divertidas que vienen de lo cotidiano. Esa fórmula le dio excelentes resultados en su último paso por la Quinta Vergara, al bombardear una serie de frases y modismos típicos chilenos “absolutamente absurdos” según él, como: “ecolecuá”, “tení´ que hacerte ver” o “soy seco pal´agua”.
Con el fin de seguir “renovándose”, ahora está detrás de “acciones típicas que se ocupan en Chile y que nunca se llevan a cabo, como: ‘este año estará prohibido el uso y venta de fuegos artificiales’, y después ves como todos los ocupan, ó ‘este año el Festival de Viña no pasará más allá de las 12 de la madrugada’ y siempre termina a las 3 am, son frases que nunca se han cumplido”. (Risas)
Agrega que, en resumen, la principal clave de su vigencia queda reflejada en una frase que una vez dijo Camilo Fernández (productor musical y de TV): ‘A Álvaro Salas déjenlo sólo como francotirador, si le dan las riendas de los programa va a estar pendiente de otras cosas y va a perder su esencia de humorista’. “Por eso insisto, manteniendo mi bajo perfil, ¡mira la cantidad de tiempo que llevo vigente!”, dice sonriendo y levantando los hombros.
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