"Déjenos imaginar su jardín", es la invitación que realiza Bernardita Prieto (64) en su tarjeta de presentación. Junto a su socia Carolina Zambra, desde hace 16 años reciben en su oficina de calle Juan XXIII los requerimientos de particulares y estudios de arquitectos que las buscan para que ellas imaginen y construyan sus jardines, terrazas, piscinas y otros ambientes exteriores.
Reciben, en promedio, 30 proyectos por año. De ellos, casi el 40% proviene de personas que llegan con la necesidad de organizar su espacio. El resto de los trabajos los realizan reconocidos arquitectos nacionales, con quienes trabaja desde el principio de la construcción del lugar.
Bernardita está dentro de los nombres más destacados del paisajismo nacional. Lleva más de treinta años ejerciendo una profesión a la que llegó motivada por su gusto por la naturaleza, y que comenzó a desarrollar a full a los 27 años, compatibilizándolo con la crianza de sus seis hijos. En plena década de los '70, cuando aún no era habitual que oficinas de arquitectos tuvieran paisajistas de planta, Bernardita hizo de la mesa del comedor de su casa su primer lugar de trabajo, y paralelamente comenzó a hacer clases. En 1989, motivada por la gran demanda que tenían sus servicios, reclutó entre sus alumnas a su socia Carolina. Ése fue el salto hacia la creación de Paisajismo Ltda. También se hizo parte de Valterra, sociedad que forma junto a sus hijos Andrés, Virginia y Catalina Figueroa, y que tiene una tienda de muebles también en Juan XXIII.
Pese a su experiencia, más que consolidada se siente con una "tremenda responsabilidad". "Tenemos un nombre, pero conservarlo también es difícil, hay que mantener la calidad, hacer poco y bueno. Como Christian de Groote, que se definía un arquitecto de tiempo completo, nosotras de alguna manera somos paisajistas de tiempo completo". Prueba de ello fue su trabajo en los jardines del resort Puerto Velero, para los que estuvo viajando durante cuatro años todos los miércoles a la Cuarta Región para ver el estado de la obra.
Como todos los negocios, han pasado por altos y bajos. La crisis que más les ha afectado fue la asiática: "El 98 aquí no había ningún cliente, con Carolina nos mirábamos las caras. Teníamos que estar porque había que venir", relata.
Repuntaron, "porque siempre hemos sido hormiguitas; nunca hemos dado un paso más alto del que podamos dar". La premisa número uno en este camino ha sido valorar por igual a todos los clientes: "A pesar de tener proyectos grandes, nunca hemos dejado de atender a los chicos; para nosotros es muy importante hacer una jardinera de departamento", asegura. La número dos, nunca endeudarse: "Nos han dicho que nos vayamos, por ejemplo, a Alonso de Córdova, pero en esta profesión uno no se puede endeudar. El hecho de ser mujer me hace tener terror a las deudas. Ganamos poco, pero dormimos tranquilas".
