Este año, 44 comunas comenzarán a aplicar programas de educación sexual y afectividad promovidos por el Mineduc, luego de un año de trabajo en el tema. Estos programas consideran la entrega de contenidos mínimos a los escolares en forma transversal, a través del currículo, y son elaborados en conjunto por la comunidad escolar, es decir, los profesores y los padres.
La modalidad dista mucho de las Jornadas de Conversación que se implementaron el año 1996 y que levantaron una polvareda que muchos mantienen en la retina. Según cuenta María de la Luz Silva, debido a “la estigmatización que se hizo de ellas” se suspendieron y el ministerio resolvió apoyar con recursos diferentes programas en los colegios como el TeenStar y otros.
Tras esas experiencias esporádicas, el ex ministro Sergio Bitar nombró una comisión consultiva que validó la política de educación sexual definida en los gobiernos anteriores, pero emitió una serie de recomendaciones como la necesidad de capacitar a todos los profesores, sin importar su asignatura, en esta materia, cuestión que se está haciendo en conjunto con la Universidad de Chile a través de un programa de e-learning (Internet).
La profesional explicita que la política considera dos aspectos fundamentales. Primero, que la educación sexual es un derecho humano y, segundo, que los primeros y principales educadores son los padres. Ahora, indica que, a sabiendas de que ésta es una tarea de la familia, los establecimientos educacionales juegan un rol importante porque los padres no cuentan con todas las herramientas para lograr su objetivo. “No es que la escuela los sustituya, la escuela los tiene que apoyar para lo que ellos quieren lograr”, aclara.
“Siempre las familias han sido las responsables de la educación de sus hijos, pero si quieren enseñarles química, los tienen que mandar al colegio. Lo mismo para la sexualidad; no se puede enseñar con las pautas tradicionales porque la sexualidad está fuera del hogar, en los mensajes que están en la sociedad y por eso, los padres necesitan apoyo y uno de ellos es el espacio donde el niño pasa la mayor parte del día. Por lo tanto, esto es una tarea y obligación de la escuela”, ahonda.
La política que se impulsa hoy implica aplicar un programa de educación sexual con contenidos mínimos desde pre-kinder a cuarto medio y los establecimientos educacionales junto a los padres están llamados a definir los programas específicos en aquellos aspectos en que hay diversidad. “Si se ve el material, la verdad es que en el 90% del contenido está todo el mundo de acuerdo que se tiene que enseñar; el problema son algunos temas particulares”, dice.
-¿Cuáles son los contenidos mínimos?
“El Mineduc definió que el currículo escolar es para todo el país con los objetivos fundamentales y contenidos mínimos obligatorios. En ese marco está como un objetivo transversal la educación sexual, es decir, que deben ser preparados para una vida sexual y afectiva sana. En los contenidos mínimos tenemos distintos temas como la reproducción; no está todo pero hay distintas cosas que ya estaban en el currículo”.
“En el plan de acción que estamos implementando tenemos que tener una definición de cuál es el perfil de alumno al momento de egresar, o sea, cuáles son las habilidades, competencias que debe tener al final de su trayectoria escolar para ser responsable en materia de sexualidad y afectividad. Esto va en las siguientes líneas: las competencias en término de la información básica que tienen que tener; los elementos que tienen que tener en cuanto a su autoestima y también de autocuidado físico y psicólogico-emocional; y la autoregulación de la conducta. Esto se mezcla con los objetivos transversales formativos”.
-¿Qué hay en cuanto a anticoncepción e identidad sexual?
“Nosotros queremos que haya información en estas cuatro dimensiones desde parvularia; los niños debieran saber reproducción, como se hacen las guaguas desde parvularia.
“No creo que vaya a haber polémica porque hay consenso de que esto es una necesidad muy prioritaria en nuestros jóvenes; es tan evidente que tenemos que trabajar con ellos y enseñarles a manejarse que no creo que alguien lo ponga en duda. Igual puede haber aristas como en el tema de la anticoncepción; puede haber gente que crea que sus hijos deben recibir anticoncepción desde el momento en que inician su vida sexual activa y habrá otras que crean que no pueden tener vida sexual activa hasta que se casan. Cuando se tienen esas discrepancias, que van a surgir en los cursos, el profesor sabrá que tiene que respetar lo que los padres orientan. Si el niño, dependiendo de la edad, tiene otra decisión, tiene derecho a ella porque los derechos del niño están consagrados y los derechos de los padres no están por sobre los derechos de los niños, pero esa es una opción que tiene que ser tomada caso a caso, no hay una política del Mineduc referida a que se tienen que entregar métodos anticonceptivos a todos o no se le puede entregar a ninguno y deben ser virgen hasta el matrimonio. Eso no va a existir, se está trabajando en una metodología personalizada”.
En las líneas de acción que se siguen, se debe definir una metodología centrada en cada grupo o curso, incluso de cada niño, porque como explica María de la Luz, la sexualidad se relaciona fuertemente con los valores y temas personales por lo que no puede ser definida como una materia a entregar en forma uniforme en todo el país. “Se puede conversar en el curso, pero va ser entorno a la cultura escolar de ese curso y no va a ser lo mismo lo que hagas en un medio que en otro, en un colegio católico a uno laico liberal”, agrega.
-¿Qué evaluación hacen de las Jocas?
“Fueron muy importante porque permitieron darse cuenta de la brecha generacional que había entre los jóvenes y sus padres y profesores. También abrió las conversaciones entre niños y adultos, se atrevieron a hablar del tema y de hecho se siguen haciendo Jocas en muchos establecimientos por iniciativa de ellos, donde siguen discutiendo los temas. Había tres mundos que no se topaban y comenzaron a dialogar.
-¿En qué se diferencia esto de las Jocas?
“Las Jocas eran jornadas que se hacían una vez en el año en un establecimiento durante 3 o 2 días, en donde toda la comunidad escolar, de enseñanza media solamente, se sentaba a conversar en grupos de 20 personas. Los niños hablaban de lo que querían y al salir el tema libremente podían generarse las preguntas que en la segunda parte se respondían por los agentes educativos, profesores, no apoderados de los colegio, gente del consultorio, matronas, médicos”.
-¿Qué lecciones se sacaron?
“En una segunda jornada se hacían ejercicios de discernimiento moral, qué estaba bien y qué estaba mal y eso se ponía en papelógrafos –y eso causó escándalo- porque algunos eran muy gráficos. Ese fue un error nuestro, no eran para que se publicaran en todos los paneles y diario mural que iba para todos los niveles, pero venía de la educación popular este concepto. Esto causó escándalo y obviamente, porque a ese grupo no le correspondía el mismo nivel de discusión que otro; cuando las arreglamos, sacamos ese momento y en la tercera sesión las preguntas las conversábamos con los padres, en un diálogo tremendamente rico.
“Como fue tan sensible el tema, lamentablemente mucha gente quedó preocupada con esto y no se siguió haciendo un trabajo sistemático, entonces, después se dijo que si el Mineduc no lo podía hacer que lo hicieran las comunas con programas que no se seguían y no quedó nada”.
-La idea hoy día es...
“Instalarlo en el currículo, pero es un trabajo delicado, que tiene que hacerse con mucho cuidado. Esto podrá tener muchas salidas; qué se entiende por conducta responsable desde una perspectiva católica y una laica, cómo los quieren formar, pero fórmenlos así para que sean responsables y no les nieguen información para que no se vayan a equivocar.
“Este es un tema importante, aquí hay una definición y es que los jóvenes tienen derecho a tener toda la información y no pueden tener información sin orientación. El problema es que las conductas no responsables tienen que ver, a veces, con falta de información porque si ellos saben como tienen que conducirse, ellos van a saber qué situaciones tienen que evitar para, por ejemplo, llegar vírgenes al matrimonio”.
-Hay países que muestran una liberalidad sexual importante y hoy están caminando hacia políticas que apuntan a retardar la iniciación sexual y abstinencia.
“Nuestro objetivo es poder retardar lo más posible el inicio de la vida sexual de los jóvenes; tenemos que partir de la realidad y trabajar este objetivo. Ahora, el que haya padres que no quieran que sus hijos lleguen vírgenes al matrimonio y posterguen el matrimonio va a tener que tener un componente fuerte de responsabilidad en sus relaciones, la sexualidad no es un juego. Hay que lograr que los jóvenes descubran que la sexualidad involucra afectividad y que duele cuando no se cuidas en los afectos y no sólo que se deben cuidar para no tener una guagua o no trasmitirse el Sida.
“Nosotros tenemos que respetar eso, decir que existen esas opciones, pero el trabajo no lo hace el ministerio, lo hacen los padres con los profesores”.
-¿Esta política busca ser coherente con la norma del Ministerio de Salud de entregar la píldora del día después a las mayores de 14 años sin consentimiento de los padres?
“La norma del Minsal dice que tiene que ser desde los 14 años porque desde esa edad están teniendo niñas en alto riesgo, es una edad fértil y ese es el tope mínimo. Pero la norma tiene como exigencia, para que se le pueda dar la píldora, que vaya a consejería y ésa va en esta misma línea. La consejería busca ver por qué está pidiendo la pastilla, fue violación o ella cree que no lo es porque sale con gusto, pero con un hombre mucho mayor que ella, hay abusos; son niñas que no van a ir a hablar con su mamá, porque sino iría la mamá a pedir la píldora al consultorio. Es muy polémica la medida porque da la imagen de permisividad, pero es, precisamente, para cautelar un daño mayor a niñitas que están en riesgo social”.