Las pequeñas campesinas invierten, inician sus propios negocios, administran sus tierras y se la juegan por el emprendimiento para salir de la pobreza. Gloria Paredes, Mercedes Gómez y Jacqueline Allendes son tres ejemplos.
01 de Agosto de 2007 | 11:09 |
La época en que el campo era una especie de "Club de Toby", al que sólo los hombres tenían acceso, quedó en el pasado. Y no sólo porque hoy se ve a menudo a mujeres sembrando y cosechando de igual a igual con los hombres. Las mujeres rurales de la actualidad son "ejecutivas" de la tierra, innovan, invierten y se convierten en microempresarias que hacen del campo un negocio que les permite mejorar sus niveles de vida.
"La mujer rural ha cambiado mucho. Hoy tiene capacidad de emprender, de innovar, de crear. Además, son arriesgadas, ordenadas y constantes. No tienen tanto miedo como el hombre a equivocarse y no les importa decir que están aprendiendo", señala Hernán Rojas, director nacional de Indap.
Que la inserción de la mujer en el campo va en aumento lo demuestran las cifras.
Según datos actualizados de Indap, el 25% de las labores temporales del campo es ocupado por mujeres lo que corresponde a más de 70.000 trabajadoras. En otros ámbitos, como la explotación agrícola, el sexo femenino llega al 19%.
Estas mujeres no se quieren quedar sólo trabajando la tierra y como temporeras. Por ello, cuando se trata de solicitar créditos para realizar emprendimientos, de las cien mil familias que atiende Indap, el 40% son mujeres. Pero ellas tienen claro que si quieren ganar espacios en un terreno históricamente dominado por hombres, se les vuelve prioritario aprender y capacitarse para acceder a mayores remuneraciones y lograr desarrollos más acordes con sus nuevas aspiraciones.
Provienen de sectores donde los recursos la mayoría de las veces no les alcanzan para estudiar. Pero como ganas no les faltan, recogen lo que se les ofrece. El Estado, a través de Indap, ha hecho su aporte y éste ha sido bien recibido por las mujeres rurales. Entre las medidas aplicadas destaca el programa de créditos que fue otorgado a 9.116 trabajadoras, lo que corresponde al 20% del total, y con el que ellas han instalado pequeños negocios, plantas de proceso o packings.
El de servicio de asesorías técnicas, que cubrió a más de 3.213 mujeres, es decir, el 21%, que las ha ayudado, por ejemplo, a aprender sobre el manejo óptimo de los cerdos o cómo hacer más eficiente una cosecha; y el programa de desarrollo local, que llegó a 12.497 mujeres, el 40% del total.
Pero los instrumentos solucionan sólo cierto tipo de problemas. Y aún hay temas pendientes por resolver que pasan principalmente por la discriminación que todavía se vive en los campos.
Por ejemplo, las mujeres que quieren que Indap les ayude, deben garantizar que tienen tierra y para obtenerlas necesitan contar con el aval del marido o recibirla vía una herencia paterna.
En todo caso, ellas no están dispuestas a dejarse vencer. Ejemplos de ello son Gloria Paredes, Mercedes Gómez y Jacqueline Allendes, que forman parte de esta nueva generación que vio en el campo un terreno fértil para sembrar sus desafíos y esperanzas.
Gloria Paredes, con liderazgo emprendedor
Gloria Paredes tiene 47 años y lleva más de 25 ligada a la actividad agrícola. "Este trabajo más que una forma de producción y de ganar plata es un sistema de vida. Ver cómo crecen los pollos, las semillas, etc., es una cultura. Acá hay más compañerismo, más respeto. El otro día, por ejemplo, estuve sembrando porotos y la gente trabajaba por un asado que yo les iba a dar después.", cuenta.
Gloria es la jefa de su hogar y descubrió cómo hacer que el campo le entregue lo que necesita para sacar adelante a sus cinco hijos. La cosecha no ha sido mala, reconoce. Ve cómo el esfuerzo ha valido la pena: todos están estudiando. Las dos mayores en la universidad y los menores en el colegio.
"Ellos estudian con becas y créditos fiscales. Estoy orgullosa de que puedan ser profesionales. Yo, al igual que toda la gente que trabaja acá, aspiro a que mis hijos tengan más posibilidades en la vida".
No le ha sido fácil en todo caso. El empuje es lo que le ha permitido reinventarse cada vez que lo ha necesitado.
Una de sus características es que no trepida en iniciar proyectos nuevos. Así, por estos días maneja colmenas de abejas, cultiva trigo, arroz y, últimamente, está iniciándose en el rubro de las carnes a través de la adquisición de cerdos. Aplica estrategia de negocios.
"No se puede apostar todo a una sola cosa, es necesario diversificar. Esto, porque los márgenes de ganancia en algunos productos son muy bajos".
Aunque entre la tierra y los hijos a Gloria no le sobra el tiempo, deja espacios para lo que considera es casi una obligación. Siente que tiene que ayudar a sus pares - hombres y mujeres- a defender sus derechos y por ello se ha convertido en dirigenta campesina. Es en este rol cuando se le escucha más apasionada por defender sus ideas y el de sus pares mujeres.
"Eso de que los campesinos son machistas es un mito. Yo como mujer he logrado muchas cosas y los hombres han estado de acuerdo. Creo que las limitaciones que hoy enfrentan las mujeres en el campo son por su propia estructura mental porque las condiciones son favorables. Acá nos acostumbramos a hacer las tareas que antes eran masculinas. Yo puedo descargar camiones, por ejemplo, y eso no significa que voy a hacer una amachotada. Cuando no hay plata, la mujer es la que se las ingenia para salir adelante, ya sea a través del trabajo de temporera o con la venta de quesos, leche, empanadas, etc.".
Así, entre su trabajo en la tierra, el cuidado de sus hijos y su labor de dirigente, a Gloria no le queda más remedio que llevar una ajetreada vida. Debe trabajar de lunes a domingo y desde las 7:30 de la mañana. "Al final uno se acostumbra a moverse de un lado para otro".
Mercedes Gómez, innovadora ciento por ciento
Una de las características de esta nueva generación de mujeres campesinas es que son más innovadoras. Esta premisa es el fiel reflejo de Mercedes Gómez, quien junto a nueve socias lanzó un novedoso negocio: jabones a base de leche de cabra.
Para esta madre de cuadro hijos, éste no es su primer negocio en el área rural. "Me gusta el campo. Soy hija de un agricultor y siempre tuve inquietud por esto. Primero empecé a cuidar mi jardín. Después tuve un invernadero de claveles. De a poco uno se va metiendo en el tema".
A pesar de su experiencia con la tierra, el negocio de los jabones surgió luego de mucho esfuerzo. Primero asistió a un curso para ver cómo se hacían, luego intentó realizarlos por su cuenta y cuando obtuvo la fórmula le agregó la leche de cabra, ya que tenía vitaminas para el cuidado de la piel.
"La gente decía que íbamos a perder la plata y muchos encontraban que el negocio era ridículo. Nos equivocamos, pero salimos adelante. Pedimos un proyecto al Fosis y nos dieron una capacitación. Así aprendimos y ahora inscribimos la planta en el Instituto de Salud Pública (ISP). Nos empezó a ir bien e incluso compramos cabras para tener la materia prima", relata.
Según Mercedes, la clave para tener éxito está en buscar las oportunidades. "Siempre hay que estar analizando proyectos y capacitaciones que nos permitan superarnos y aprender más sobre los negocios".
Luego de hacer sus propias inversiones y de soportar la incredulidad de sus cercanos, hoy la empresa ya tiene un stock de más de 10 mil jabones y las proyecciones económicas son buenas. "Incluso tenemos a un señor de Estados Unidos que está interesado en distribuir los jabones".
Para ella tener un negocio es una forma de aportar a la familia, pero tiene claro que para conseguirlo hay que organizarse.
"Muchos creen que el campo no es para mujeres, pero la gracia está en tener equilibrio. En la mañana, por ejemplo, trabajo en la tierra, pero si al medio día tengo una reunión me voy antes a mi casa para arreglarme y estar bien"
Jacqueline Allendes, la independencia como meta
Jacqueline Allendes tiene 37 años, es hija de agricultores y siempre tuvo una fuerte conexión con la tierra. Aún de niña realizaba las tareas que eran habituales para los hombres. Fue esto lo que le dio el impulso para iniciar el negocio que hoy le permite aportar al presupuesto familiar.
"Mi papá siempre nos inculcó el deber de trabajar la tierra. Yo me acuerdo que hacíamos miel y yo era tan chica que apenas me podía los panales de abejas. En ese entonces mi papá nos pagaba por el trabajo".
Jacqueline estudió durante dos años en un colegio técnicoagrícola, pero lo dejó.
"Era un internado y no pude estar lejos de mi familia. Me enseñaban sobre abejas, hortalizas, poda, en fin, todo lo que me interesaba. Al final tuve que estudiar tejido industrial en un colegio de Melipilla. Igual paralelamente seguía con las labores del campo. En ese entonces trabajar la tierra era como de hombres y mis compañeras me decían: 'Pero qué feo lo que haces tú'. Ahora me siento orgullosa de lo que he logrado".
Y no es para menos, ya que ha desarrollado su negocio de mermeladas con lo que ayuda a su marido, también agricultor.
Los primeros pasos los dio junto a su hermana, quien se ganó un proyecto de Indap.
"Un día me pescó y me dijo: quiero que hagas mermeladas raras. De sabores distintos, como albahaca, betarraga, zanahoria, etc. Me pareció interesante y acepté".
Las primeras ventas las hicieron en ferias y exposiciones como las de Curacaví. "Con el tiempo el negocio fue creciendo y me separé de mi hermana para ser aun más independiente. Postulé a un Programa de Desarrollo de Inversiones (PDI), me lo gané y tengo la resolución sanitaria para hacer las mermeladas".
Fabricarlas las no es cosa fácil, ya que requiere de buen ojo para captar el momento justo de cocción. En todo caso, Jacqueline se las ingenia para estar con su hija de 14 años.
"Es cosa de organizarse para que todo resulte. Creo que ahora la mujer tiene oportunidades de surgir y hay que aprovecharlas. Seguramente mi madre habría tenido más dificultades si hubiese querido hacer su negocio, pero hoy todo es más sencillo. Me gusta trabajar porque aporto, me siento útil y, por último, porque puedo gritar más fuerte en la casa".
Si bien Jacqueline recién está comenzando con su negocio, no pierde las esperanzas de ser exitosa en el futuro. De hecho, ya tiene opciones de exportar a Japón y a Francia.