La casa de Pedro Engel parece encantada, como sacada de un cuento. Un patio grande y antiguo, lleno de árboles viejos y mal cuidados le dan un toque lúgubre y misterioso, pero totalmente ad hoc. Un perro policial llamado Júpiter deambula pacíficamente por el lugar, complementando el paisaje.
El “brujo”, como él mismo se denomina, aparece, de entre las sombras de los troncos, vestido como quien se queda a medio levantar en la casa; con una suerte de pantuflas. Muy afable y con esa voz calma y profunda que lo caracteriza, nos hace pasar a la “pérgola”, su taller, que queda al fondo del patio. Después de prender la estufa, con un relajo total sirve té y da la impresión de un abuelito querendón. Y de hecho, lo es.
Su “oficina”, está atiborrada de velas, cuarzos e imágenes religiosas de todo tipo (es multireligioso). Lo que hace que uno se sienta observado y que se respire, obligatoriamente, esoterismo puro. También la repletan libros, inciensos y… anteojos. Sí, en su escritorio hay una decena de ellos, porque según el tarotista siempre los pierde o los rompe sin querer, porque asegura no apegarse a las cosas materiales.
Rodeado del humo de los inciensos, el tarotista comienza a rememorar sus inicios en el mundo del esoterismo. Esta vorágine se fue desarrollando en su época universitaria, cuando estudiaba literatura en la U. de Chile, durante la acontecida década de los ‘70. Porque la literatura siempre ha sido su verdadera pasión, luego vinieron los estudios de astrología y de interpretación de sueños con Lola Hoffmann. A los 20 años ya se había leído la obra completa de C. G Jung, también mucho de Borges y Cortázar. Este último aún es uno de sus escritores favoritos.
-¿Cómo fue tu época de estudiante en tiempos y lugares tan agitados?
“Fue de las mejores cosas que me pasó en la vida porque tuve profesores increíbles, todos íbamos a clases por verdadera vocación y la literatura era parte de todo lo que estaba pasando en ese momento en el país y en el mundo, como la revolución de mayo en París, que tuve la suerte de estar ahí. Fue un período que cambió al mundo. Luego vinieron las dictaduras en Latinoamérica, que aplastaron esa revolución”.
Cuenta que después del Golpe Militar, a su escuela llegó un uniformado y les advirtió a todos los alumnos que
la literatura chilena se acabó con Blest Gana. Nunca más se escuchó hablar de Neruda o Mistral. Después de esa afirmación, Engel dejó de ir a clases, pero retomó sus estudios años después y hasta fue profesor de varios colegios durante algunos años.
Agrega que cuando joven perteneció al MIR, pero era tan hippie que no lo aguantaron y lo expulsaron del movimiento. “Es que soy muy rebelde y no me gusta que me digan lo que tengo que hacer así que en ningún partido duré mucho”, dice entre risas.
Lo anterior también le ha afectado en términos laborales, por eso estudia bastante con quienes tendrá que trabajar antes de aceptar cualquier propuesta. Tanto así, que después de 14 años laborando para la editorial Random House, se cambió repentinamente a Planeta- la que publicará su nuevo libro (ya suma 15 a su haber), que se titula “Diez claves para interpretar los sueños” y que está a punto de salir del horno- porque, según él, cuando asumió un nuevo jefe en su antigua casa editorial, vio y analizó la foto de éste que salía en un diario e inmediatamente supo que no podría trabajar con él. “Los brujos somos así. Las fotos me hablan mucho más de la gente que cuando las conozco personalmente”, argumenta.
Su abuela, también “bruja”, le decía que era mejor no tener tantas facultades, para evitar este tipo de conflictos. “Es triste, sobre todo porque así uno se da cuenta, por ejemplo, cuándo los amigos son de verdad o no. He tenido muchas decepciones por este don en ese sentido”.
Comenta que este don de predecir se fue manifestando desde que era muy pequeño. Cuando murió Marilyn Monroe, su madre le dijo
Ha muerto la diosa del cine. “Eso me provocó un sensación tan fuerte que acá, en esta ‘pérgola’ (vive en la misma casa de su infancia), colgué fotos de ella, le prendí velas e hice un círculo. Y eso nadie me lo había ensañado, me salió de adentro. Después mis padres me preguntaron qué había hecho y yo les dije que era
un ritual para la diosa. Creo que debo haber tenido el conocimiento de la brujería de otras vidas pasadas”.
Esta curiosidad esotérica-espiritual también se despertó gracias a una tía monja que siempre le hablaba de los santos y de sus poderes. Sus padres eran judíos, sin embargo, él se confiesa de la religión “wika”, la de los brujos, aunque le gusta observar y estudiar todo tipo de creencias. Incluso revela que casi se convierte en sacerdote católico. Reza oraciones de diferentes religiones y hace hechizos. Dice que cree en Dios, “pero no en ese castigador. Sí tengo la convicción de que existe un ser divino, aunque también suelo ser pagano”, agrega entre risas, mientras muestra un colgante de “Santa Muerte” que usa junto a otro de la Virgen de los Rayos. Esta mixtura, dice que guarda relación con su “elevado poder de conexión con la divinidad”. Además, hizo cursos de teología y religiones comparadas.
-¿En qué NO cree Pedro Engel?
“En los pecados, en las culpas. Muy al contrario, siento algo más protector con los dioses. Y tampoco creo en la política ni en los políticos. Dejé de creer en ellos hace tiempo. Ha sido la mayor decepción de mi vida. Sufrí mucho con el gobierno de Lagos, tuve una depresión profunda por mis convicciones. Me la jugué mucho con Allende, después estuve preso, vi sufrir a amigos detenidos. Y cuando asumió Lagos, fue terrible. Fue una falta de respeto para todo ese dolor que, en el nombre del socialismo, suba una persona tan fascista, tan patriarcal, tan nociva. Reclamé durante todo su gobierno en radios y donde pude”.
-¿Y cómo ves el gobierno actual?
“Creo que la política de hoy es una vergüenza. Se perdió todo tipo de ideal y se utiliza ese poder para estafar, para robar, para los pitutos. Y los pobres no le interesan a nadie. La maldad del Transantiago me da una pena horrible”.
Continúa: “Se ha destruido la ecología y sobre todo la cultura. Ya no veo TV porque es pura basura. Sólo veo teleseries brasileñas”.
El astrólogo pasó más de 15 años en TV. Día tras día compartía sus conocimientos en un espacio de un matinal. “Fui un aporte porque hasta ese tiempo nadie había logrado demostrar que el horóscopo es real. Yo llevaba mi computador que en esa época costaba lo mismo que un auto (se ríe) y sirvió para aclarar que así se puede sacar una carta astral y que para hacer un horóscopo hay que ver el paso de los planetas, que eso tiene una base”.
Agrega que no volvería a la TV pero que sí le gusta mucho el medio radial y que siempre lo invitan a participar en programas. Además, escribe en más de cinco medios, entre revistas y portales.
-¿Cómo crees que está Chile, espiritualmente hablando?
“Es un país súper potente espiritualmente. El primer gurú que tuve a los 15 años, en una escuela esotérica, decía que Chile iba a tener un papel importante en la espiritualidad en el mundo y así lo creo. La Cordillera tiene mucha energía para entregarle al planeta. En Chile hay mucho interés por lo espiritual. Por ejemplo, hay mucho estudio sobre las flores de Bach y la sintergética, que es la síntesis de las medicinas, que los médicos se unan con la ciencia alternativa para sanar pacientes y no competir. Hay harto interés en sanar acá, será porque estamos tan enfermos, por todo lo que hemos vivido y sufrido. Aunque envenenen los lagos, entuben el agua, igual hay una energía potente y tengo mucha esperanza”.
-¿El chileno medio es esotérico? ¿Se nota muy ansioso por saber ‘qué le depara el futuro’?
“Por lo general, la gente no llega tanto a mí para saber el futuro, si no que para sanarse. Ya sea en el trabajo, pareja o hijos. Vienen para saber cómo construir futuro. Mi consulta es eso, preguntar cómo salir de hoyos y qué camino tomar para que le haga bien a ellos y a los que vienen detrás de ellos. Más que a la adivinación nos hemos ido a la sanación, que es lo que a mí me gusta. Chile se está sanando, energéticamente hay posibilidades”.
-¿Y el mundo?
“Yo creo que el ser humano va hacia lo grande, cuando dejemos la tontera segraria. Así como ha habido una globalización a la mala, debe venir una a la buena. Nos vamos a dar cuenta que somos hijos de un planeta y que si no hacemos algo pronto, se va a morir”.
-Hablas del calentamiento global, ¿crees que vamos por buen camino?
“De todas maneras, tengo mucha esperanza y fe, sobre todo en los jóvenes. Veo que las nuevas generaciones vienen con otro chip. Sé que en mi propio clan, por lo menos no se volverán a repetir algunos errores. Los errores se repiten cuando uno no los toma en cuenta y no aprende de ellos”.
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