Sobre el origen del té, se dice que el emperador chino Chen-Nung lo descubrió mientras descansaba debajo de un árbol salvaje. Entonces unas hojas cayeron en su taza con agua hervida, y al beberlo, sintió un enorme bienestar. Dichas hojas correspondían a un arbusto llamado camellia sinensis, desde donde provienen las distintas variedades de té, las que a su vez se distinguen entre sí por cómo se cosechan y el contacto con el oxígeno.
Aunque así lo señale la leyenda, lo cierto es que a partir del siglo XVII el consumo de té se expandió por toda Europa, y hoy es la bebida más tomada en el mundo, superando al café. La variedad preferida en Occidente es el té negro, que proviene de la India y Sri Lanka, sus principales productores. El té verde, en cambio, ha sido por décadas el favorito en países como China y Japón, el mismo que con su sabor amargoso hoy se abre espacio en nuestro país. Y no sólo para ser consumido en una taza con agua caliente, sino como un poderoso activo antiedad que ha conquistado a la industria cosmética.
Inés Berton, perfumista argentina especializada en cosechas de té y una de las expertas más destacadas en el tema (sólo hay 11 en el mundo y ella es la única latinoamericana), reconoce que esta bebida posee propiedades que la hacen saludable. Partiendo porque es rico en antioxidantes y en algunas vitaminas.
"Desde el punto de vista de la salud se sabe que regula niveles de colesterol, reduce el riesgo de problemas vasculares, ayuda a controlar la presión, y mejora los niveles de azúcar. También actúa como diurético, calma y cicatriza picaduras y heridas, posee una suave acción estimulante sobre el sistema nervioso central, y se estima que incrementa significativamente la efectividad de diversas medicaciones contra el cáncer".
Otra gran virtud, reconoce Inés Berton, es su efectivo poder antienvejecimiento. Esto, derivado de que el té verde contiene altos niveles de vitamina E, de polifenoles pertenecientes a la familia de las catequinas, con valiosas propiedades antioxidantes desde el punto de vista de la piel. "El té verde contiene mayores propiedades porque está menos procesado y conserva mejor los beneficios originales de la planta. A diferencia del té negro, el verde es una variedad no fermentada que se elabora con las hojas cocidas al vapor y posteriormente secadas".
Otras variedades |
NEGRO: Es otra variedad de la misma especie, que se consigue mediante un proceso de elaboración distinto. Primero se fermenta, y después se seca con aire caliente. Durante el procedimiento hay una transformación química de sus aminoácidos, ácidos grasos y polifenoles, que se traduce en una reducción de su poder antioxidante. Se produce hoy en más de treinta y cinco países en todo el mundo como Kenia, Indonesia, China, o India, que es el más importante productor mundial.
BLANCO: Conocido también como té de agujas de plata. Tantas son sus propiedades que se creía que era el elixir de la inmortalidad, y hoy es reconocido como el antioxidante más potente de la naturaleza. Posee tres veces más polifenoles que el té verde y es más eficaz que las vitaminas C y E juntas. El secreto está en el proceso de elaboración. En lugar de la hoja entera se recogen sólo los brotes, que es donde se concentra la energía de la planta, y se dejan secar al sol sobre paños de seda. Esto mantiene al té en un estado puro y con mayor potencia antioxidante.
ROJO: Surge al alargar la vida del té verde con una maduración en barricas durante años. Cuanto más tiempo se conserva, más preciado es. Este proceso lo hace más resistente y dota de propiedades adelgazantes, que lo ha hecho popular en Occidente, y que ha llevado a su uso en complementos alimentarios y a que se hable de la "dieta del té rojo" como una efectiva forma de bajar de peso.
PARDO: Conocido como Oolong, es un té fermentado entre el 2 y el 80%. Mantiene un gran perfume y gusto aromático. Sus hojas son bastante grandes y con mucho sabor por lo que se puede infusionar varias veces.
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Inés advierte que no se debe confundir con las infusiones, como pueden ser las de menta o manzanilla, que más bien son tizanas y no té, simplemente porque no provienen de la camellia sinensis. "China produce el té verde más refinados del mundo. Desde el famoso Lung Ching al perfumado Yunnan. Los japoneses también están exquisitamente hechos. Uno de los más famosos de Japón es el Genmaicha, hecho con arroz y popcorn".
Aliado de una piel joven
La predilección de la cosmética por el té verde tiene sus razones.
- Posee mayor concentración de polifenoles que el té negro, lo que se traduce en un mayor poder antiedad. Es por ello que es tan apreciado en la cosmética, ya que al interrumpir la reacción en cadena de los radicales libres evita el desgaste de la piel y formación de arrugas, y repara los daños existentes.
- Asimismo, el té verde posee dosis importantes de vitamina C. Se estima que dos tazas de té verde tienen el mismo contenido de vitamina C que un vaso de jugo de naranjas. Lo que le ayuda a neutralizar los radicales libres, es decir, los átomos o moléculas inestables que pueden perjudicar al organismo en general y desgastan el aspecto de la piel.
- También es rico en otras vitaminas como la A, B2 y E. En el caso de la A, se sabe que protege las mucosas y el sistema cardiovascular reduciendo la oxidación del colesterol LDL. La B2 ayuda a mantener una piel sana, así como el cabello y las uñas, siendo también beneficiosa para la visión, ya que alivia la fatiga ocular. Y la E reduce la incidencia de ciertos tipos de cáncer, especialmente de pulmón, esófago y estómago.
- El té verde también es generoso en minerales. Una taza contiene la cantidad de manganeso que el cuerpo necesita diariamente. Lo mismo ocurre con el flúor, responsable tal vez de los probados efectos benéficos que el té verde tiene sobre la dentadura, por su notable protección contra las caries.
Con estas virtudes no es de extrañar que el mundo de la cosmética esté aprovechando los beneficios de esta bebida, y los haya ido integrando en cremas y lociones, así como en champúes e incluso perfumes.
Inés reconoce que el mundo del té se ha popularizado. Con y más allá de su uso cosmético. "Trabajo en esto hace 12 años, primero en París y luego 8 años en Nueva York, siempre a cargo de marcas muy importantes, y los tres últimos años con mi propia marca: Tealosophy. Y sólo puedo decir que para mí el té es más que una bebida, es una filosofía de vida". Esta experiencia le ha permitido ser reconocida internacionalmente por los blends que prepara.
"Ser tea blender no significa combinar cascaritas con té y flores. Desde mi formación como perfumista, se trata de diseñar fórmulas. Para eso sigo todo el año las cosechas premium, viajo a las plantaciones y hago una búsqueda exhaustiva de productos". Uno de sus blends más apetecidos es un té verde del sur de Shangai, con pomelo, pétalos de girasol, papaya e hibiscus.
Existen tés de gusto delicado, elegantes, ahumados, picantes, perfumados con pistilos de orquídeas, con polen de flores, con aceite de bergamota, con pétalos de rosas y especiados. Todo un universo de aromas y sutileza en los sabores que, sumado a sus propiedades terapéuticas y cosméticas, ha contribuido a hacer del consumo y conocimiento del té una tendencia mundial. No por nada hoy se afirma que el té verde es el té de la juventud.